domingo, 13 de diciembre de 2020

El jardín perfumado

 

Sueño el perfume de La Alhambra

En el arco de tu pecho

Tu boca es una puerta,

Tu aliento, un jardín perfumado

Bailan violetas en un lecho borracho

Estrellas mareadas, mirá, es la luna loca

Que tambalea en un cielo hecho de topacios

Tu pecho, el arco de La Alhambra

Y todas sus puertas son bocas tibias

Rosadas, dulces. Me besan como esclavas

Cada flor de cristal me muerde los labios

Polvo de violetas baña tu espalda

Que abrazan mis piernas en medio del agua

 

Tan dulce es el beso de la espada

Que nadie creyera que al fin matara

Me besa furiosa y me deja exhausta

 

Y si no tuvieras furia y yo no desmayara

Pálida sobre el lecho, de mí misma raptada

Si en un sueño, vos mi dueño

Me vieras rosada y exánime

Y un dulce de mieles de vos se adueñara

Fuera de mí mi espíritu

Vagando difuso

En las danzas más locas

En tu sueño confuso

Por jardines te llevara

A yacer entre flores y hiedra

No era sueño:

Te llevaba embriagada del beso divino

Besándote en el arco tenso de tu pecho

Cruzamos puertas de plata 

Nos abrazamos en lechos de hiedra

Con jazmines y ámbar

Con la piel blanca de la luna

Reflejada en un lago de nácar

 

El perfume de tu beso me llevó embriagada

A las puertas de la Alhambra

 

 

 

 


IX

 

En un sueño de mi dulce dueño

Soñaba yo que su dueña era

 

Dulces son cadenas, si me atan a su pecho

Y dulces mis piernas, esclavas de su espalda

Dulce es el infierno a sus brazos atada

 

Es un sueño el que mi dulce dueño

Quiso al fin que su dueña fuera

X

 

La Flecha ardiente derramada

El Beso más dulce

Que nunca diera Espada

 

 

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