martes, 26 de julio de 2011

HUASA MALLCU

En el Altiplano sudamericano, en las antiguas tierras de los incas, hoy Bolivia , habitaba el Huasa Mallcu, un gigante cuyo espíritu se presentaba a veces en forma de cóndor, protector de los hombres y de los pájaros por igual, en especial de los niños. En caso de peligro, Huasa Mallcu los hacía invisibles al atacante, salvándolos. Los espíritus malignos y los ladrones no tenían respiro con Huasa Mallcu acechándolos y ahuyentándolos. Era capaz de detener el granizo en el aire, protegía hogares y cosechas, acompañaba a los enfermos. Huasa Mallcu es el gigante benigno de la tradición inca, al que hoy sigue rindiéndose culto.

NARRACIÓN AL PIE DE LOS ANDES

Huasa Mallcu relató, al oído de una vieja hechicera, un antiguo y triste suceso, el más triste de todos cuantos vio, en los tiempos terribles de la conquista. Bajó de las alturas en forma de cóndor, y cerrando las alas en la ladera rocosa de la montaña, se vio al gigante bueno, de rostro oscuro y labios gruesos, llorar frente a la casa de la pequeña hechicera, que jamás olvidó lo que escuchó, ni el momento en que el gigante poderoso lloró lo perdido. La hechicera, cuyo nombre se perdió en los tiempos, anudó fuertemente la historia al cuello de un cóndor, el cóndor desplegó sus alas y la escondió en la montaña, el murmullo de la montaña la contó a un viajero, el viajero, de piel blanca como los antiguos conquistadores, la escribió para que fuera a su vez contada. Y ésta es.

“ Sobre el viento de las alturas y el batir de mis alas, sentía un murmullo creciente, como de oleaje, como un trueno que creciera sin cesar, y lo peor era que no bajaba del cielo, subía de la tierra y era compuesto de millares de pequeñas voces, voces que clamaban ayuda, mi bondad, voces que decían “ Huasa Mallcu bondadoso, padre del huérfano y protector de infelices, óyenos, sálvanos” Y a veces las voces eran pequeñas, pequeños suspiros, otras eran gritos desgarradores, a veces se oían tenues como brisa, otras eran demoledoras como el viento de las cumbres, otras eran voces demolidas...Y yo, Huasa Mallcu, creado por mi padre Sol para guiar a los pequeños pastores perdidos en las montañas, para salvar a los pequeños pichones caídos del nido, para perder a los ladrones de las huertas, nada podía a hacer contra hombres poseídos por afán de oro, con brazos de hierro, con corazones de hierro.
“Pero descendí, sobrevolé las chozas ardiendo, los maizales tomados por el fuego, los templos arrasados, cerré las alas para hacerlas brazos de gigante y abracé una madre con sus pequeños hijos, los subí sobre mis espaldas, abrí mis alas y se los llevé al padre Sol.
“ Y en tierra nueva permanecen eternamente salvados de maldad y alimentándose de luz. Son espíritus bondadosos que miran su antigua tierra y protegen los antiguos cantos y el cobre de los rostros, para que no desaparezcan de la faz de la tierra y sigan dando luz a la faz de la roca. Y ellos han olvidado el dolor y yo Huasa Mallcu, conservo todo el dolor en mí. Este espíritu llora ante una pequeña mujer. Pero ella conservará mi llanto como yo preservaré su rostro para que por siempre viva mi pueblo. Aunque la codicia es el más poderoso de todos los espíritus malos, puede más que el cóndor, puede más que el gigante y puede más que ambos, nadie puede más que el Sol ”
Así es la historia que cuenta el viajero haber escuchado a una montaña , historia viajera en alas del cóndor que una hechicera escuchó del mismo Huasa-Mallcu.
Lo cierto es que el Gigante Cóndor, el bondadoso Huasa-Mallcu, es venerado en tierras de los antiguos incas todavía hoy, y en una fecha especial se lo conmemora, se reúne la gente en su nombre y le dirige un hechicero las siguientes palabras.
“Huasa-Mallcu bondadoso, padre del huérfano y protector de infelices, óyenos, trajimos estas cosas que te ofrecen tus pobres hijos, tus miserable criaturas, víctimas de la crueldad de los blancos” Y a continuación, el antiguo rito inca se renueva con la misma fe, quinientos años después de la trágica Conquista