martes, 8 de diciembre de 2015

El vuelo de José Condorcanti



No es nada difícil recordarte, José. Eras quechua (y en una dimensión sos quechua). A lo largo de varios años prometiste leerme la mano: recuerdo que practicabas la quiromancia sólo los jueves. Pero todos los jueves que fui a la biblioteca dónde trabajabas, altos motivos atmosféricos alteraban los altos campos astrales. Si llovía, los espíritus ancestrales no permitían la lectura, tampoco si había viento norte. Como sea, nunca cumpliste tu promesa, y no obstante, hiciste por mí algo mucho más hermoso: me adoptaste. Como sobrina de honor, por lo cual, me anunciaste que entonces, yo también era quechua.

Lo llevé con gran orgullo. A los catorce años fue por primera vez a una manifestación de Movimiento Juventudes Indígenas. Caminé siempre sola, sin hablar con nadie, a veces sentía ( sólo sentía) miradas de soslayo con tacto de terciopelo. Algo complicado de describir o contar.

Ser la sobrina de José tuvo sus anécdotas graciosas. Un día se detuvo en el puesto de libros de mi hermano Diego, y ahí estaba mi hermana María. “No sabés, vino un tipo, vio tu nombre en la tapa de la Revista Cuasar y me dijo, Paula Ruggeri es mi sobrina”…Y entonces le conté por primera vez de José.

En las manifestaciones, si el asunto eran los Derechos Humanos, lo encontraba siempre. Recuerdo una enorme manifestación una primavera, era, creo, 1998… José me tomó del brazo y camino derecho conmigo atrás contra el paso de una enorme columna de gente. Adelante iban dirigentes envueltos en una enorme bandera de letras celestes. Y José chocó (y yo también), con la gran bandera…¡y se puso a hacer una presentación formal de mi persona a uno de los dirigentes! Y se detuvo toda la columna…

Nos reímos mucho y después fuimos a unirnos a una pequeña columna indígena. Y se puso a bailar. Lo hacía muy bien, de traje y maletín…

Su documento decía José Lanusse. En su Jujuy natal, un día tuvo que renovar el documento, y el cretino del empleado le dijo. Condorcanti no es un apellido. Y en consiguiente, le puso el apellido del entonces presidente de facto, Gral Lanusse.

Te debía esta página, José.

Una noche soñé que mis hijos mi compañero y yo volábamos, inmateriales como un soplo, sobre una planicie rocosa, roja y azafrán …..Me sentía libre, con alas de cóndor y la risa en la boca y sentí que a mi lado, mis hijos y mi compañero se sentían como yo…

Desperté, y sentí que tenía que resguardar ese sueño…

Sólo al día siguiente supe que habías muerto.

En tu despedida hubo inciensos, comida, tu hermana que lloraba y tus compañeros indígenas. Hablaron por turno, habían compartido contigo una vida de lucha. Al terminar, invitaron a hablar a los hermanos blancos.

No pude, José, tenía un nudo en la garganta. Pero sí quería hablar y lo hago hoy.

Es pobre y mezquino un mundo de un solo color. Es pobre y mezquino porque sólo separa por color a la gente para poder robar, matar, y violar. Crímenes, pecados, más fáciles de aceptar cuando han pasado quinientos años y no sirven más que para limpiar conciencias, tirando estúpidamente monumentos, con una visión de águila para todos los símbolos, y una ceguera perfectamente blanca para minimizar hablando en voz baja de costos políticos, las muertes y las golpizas de hoy. El progreso, (sin ismo), siempre se llevó por delante esas vidas, ¿no?

Estos son hechos:

En este blog entran personas de todo el mundo. Es preciso que el mundo mire a los Quom, pueblo digno como pocos que soporta un maltrato que parte de la Argentina apenas quiere mirar.

Siempre estuve con ustedes, José. Y eso no cambió.


jueves, 26 de noviembre de 2015

Naúfragos de un mismo barco

Algunas (pocas), de sus caras las conozco. Otras para mi son navegantes silenciosos, con los que comparto retazos hechos de palabras, maderos flotantes de poesía: ustedes son naúfragos del mismo barco que yo.
A veces me equivoco.
A veces pongo un cuento demasiado largo.
A veces pongo un poema demasiado corto.
Simplemente sepan que todo mi salario por este trabajo es la satisfacción del trabajo bien hecho.
La mujer que escribe es la de los retratos. No se porqué, el blog no es el mismo sin esas fotos que renuevo cada tanto. Tal vez las poetas son un poco mujeres y un poco sirénidas y eso lo explica.
Disfruto de ver la estadísticas del blog, como de un maestro que aprueba con la mirada.
Disfruto aún más el feedback, (gracias Carlos Ferro, gracias Hugo Celati).
Hoy estoy acá para agradecer.
No importa lo que escriba, ustedes me visitan.
Y eso es invalorable.



martes, 24 de noviembre de 2015

CHANG Y CHING o la verdadera historia de la llama olímpica




 

Hace unos años, la accidentada travesía de la antorcha olímpica, que viajó por el mundo con rumbo a Beijing, mantuvo entretenidos a televidentes sin nada mejor que hacer, pero sobre todo permitió a esa maravillosa degeneración del periodismo, los monologuistas -que–hablan-sin -respirar, producidos por los canales de 24 horas, usar sus metáforas y circunloquios más floridos. Mientras vimos la noticia comprobadísima de que en París los manifestantes  a favor de los tibetanos estuvieron tan cerca de apagar la llama que para que no lo hicieran sus guardianes la apagaron, en un absurdo notorio y delicioso, a su paso por San Francisco nos informaron la muy creíble, aunque no comprobada, versión de que la llama que vimos y que se intentaba apagar no era la verdadera, sino que la auténtica llama olímpica viajaba, segura, en un barco que rodeaba las costas del mundo, silencioso, portador del símbolo.

Bien. Todo esto me intrigó mucho. Hace tiempo estudié el chino y tengo un amigo en el Servicio Secreto que el otro día, cuando lo llamé para preguntarle por sus juanetes recién operados, me contó la verdad de la cosa. Claro, esa infidencia en un miembro conspicuo del servicio secreto chino sólo podía ser producto de un error del anestesista. Yo creí, sinceramente, que mi amigo sólo tenía un autoservicio y no sospechaba que sabía tantos secretos de Estado. Pero ahora que lo sé, lo haré público. Les contare la historia de Chang y Ching, jefe y subjefe, respectivamente, del Servicio Secreto para Los juegos olímpicos.

 

Una mañana cualquiera de el albor del año 2000, en una oscura oficina del Servicio Secreto de la República Popular China, dos hombres de evidente mal humor, uno de ellos de uniforme militar , el otro de traje pero con un porte más bien marcial, mantenían un fuerte discusión. La discusión fue muy larga y por momentos demasiado discursiva, con esa retórica tan cara a los orientales, para los cuales el tiempo no tiene en absoluto el valor que tiene en Occidente. Un oriental puede estar dos horas eligiendo el menú, y nadie protestará, le traerán la comida tres horas después sin que haga más que enarcar la ceja. La gente en oriente hace cola en el banco una hora más de lo necesario porque el cajero se llevó un libro al baño...y no se pasa a otra caja. Una mujer china tarda tres horas en sacarse la ropa y eso no importa, porque su esposo se demorará cinco horas en dar el asunto por terminado, cosa que está genial. Eso sí, el embarazo dura nueve meses exactos. Es que al fin, somos todos humanos.

Bueno, decíamos que discutían en estos términos.

-No podemos matar a Chang-decía uno de ellos, mascando furioso un cigarro-No podemos apresarlo. No podemos...

-¡Basta!-gritó su interlocutor. Este era un chino alto, de mirada nerviosa y voz enérgica. Vestía un uniforme militar en el que colgaban varias medallas, dándole un poco de peso a su delgado cuerpo-No quiero volver a escucharte, Tseng Lung Pen. Este profesor esta destruyendo nuestro prestigio. Tenemos que matarlo.

-¿Prestigio?-Ironizó Liao Chun Kao- Oye, tenemos el prestigio de comer más soja que nadie y más arroz que nadie. Sólo podemos aspirar a que en un futuro cercano el dos por ciento de nuestra población coma asadito los fines de semana y acabaremos con las vacas.¿Prestigio?-prosiguió, cruel-¿Sabes cuál es nuestro prestigio? Hay un intelectual italiano que dijo en un diario de Europa que si todos los chinos nos limpiáramos nuestros amarillos culos con papel higiénico acabaríamos con el Amazonas en dos meses. Ahí tienes nuestro prestigio.¡ China! ¡Una conejera!

-Oye, Chun Kao. No lo permitiré. Malditos intelectuales. Hay que matarlos, oyes, a todos.¿Dijo culos amarillos? ¿Como se llama?

_-Olvídalo. Tu culo es amarillo y lo sabes muy bien. No puedes matar a cada persona que dice la verdad. Este enseña en Bologna, no en Beijing. Y olvida tu chauvinismo tradicional y moderniza tu orgullo.. Somos el peligro amarillo. Amenazamos con dejar a Europa sin papel higiénico. Disfrutalo ¿quieres?

-No lo permitiré, te digo. Inventamos la pólvora. La porcelana.  Y este Chang nos desprestigia en el mundo con sus proclamas infames. Y no podemos apresarlo, ni torturarlo ni condenarlo a muerte porque pronto, dicen, será candidato al Nobel. Y lo sabe y sigue diciendo lo que quiere en ese aula inmunda.

Chun Kao se tomó la barbilla. A pesar de sus chanzas, sabía que no podían estarse de brazos cruzados. Se le ocurrió una idea.

-Oye, Lun Peng-dijo-Si sólo lo raptáramos

-Imposible-exclamó Lung Pen. Su nerviosismo rozaba la desesperación. Esa China era todo para él. Había sido educado en una escuela militar a latigazos y creía sinceramente que eran un buen modo de vida. La boca de Chang, el profesor de Estética de la Universidad de Beijing, estaría limpia si la hubieran lavado con jabón en la infancia, pero ahora solo había un forma de cerrarla: cosiéndola. En eso creía, él, un militar chino profundamente idealista, con toda su alma- Imposible- repitió y se retorció las manos.

-Más paciencia china, sólo eso te pido. Escucha-forzó su voz , habitualmente chillona, a alcanzar un tono grave y dijo con calma-Lo raptamos. Lo llevamos a una celda. Lo ponemos a trabajar para nosotros. A escribir columnas hablando de los positivos cambios de nuestro régimen. Que se publiquen en Le Monde Diplomatique. ¿entiendes? Nos conviene y él se desprestigia a la vez. Y mientras ponemos su cerebro estético a trabajar para nosotros. ¿Ya te olvidaste de los Juegos Olímpicos?

-Chun Kao. Creo que tienes cabeza. China será sede de los Juegos Olímpicos en el 2008. Esta decidido. Y el cerebro de Chang nos puede servir.

Así, es-sonrió Chun Kao-Por fin comprendes.

Bien- Lung Pen se restregó las manos- Lo arrestaremos. Acabamos con su disidencia y lo ponemos a trabajar para nosotros.

-Será el Jefe del  Servicio Secreto para los Juegos Olímpicos. Lo encargaremos de todos los detalles del ceremonial y la seguridad de la llama en su viaje por el mundo. No podrá traicionarnos. La noticia de que trabaja y cobra sueldo del gobierno lo destruirá. ¿Dicen que es inteligente, no? ¿Con un coeficiente intelectual igual al de Galileo? Bien. Hagámoslo trabajar a favor nuestro. Y luego..-sonrió ligeramente-lo que tú quieras

-Encárgate- ordenó Lung Pen con voz marcial.

Tomó su gorra de visera militar, hizo la venia y se fue.

Chun Kao quedó solo. Tomó una de las fotos del  escritorio. Chang-murmuró. Doctor en Filosofía , profesor de Estética, catedrático ejemplar. La rompió en pedazos, la pisoteó. Miró los pedazos en el suelo, satisfecho. Escupió con desprecio.

_Ahí tienes-murmuró.

Maldito el día que permitió que su mujer estudiara en la Universidad. Pero ahora Chang estaba acabado, acabado. Se fue.

 

 

En su sala de la Universidad de Beijing, el profesor Chang, satisfecho, desgranaba aquellas incómodas diferencias que en su momento tuvieron Hegel y Shopenhauer. Había cincuenta alumnos en la clase, en respetuoso silencio. Chang caminaba de una esquina a otra del aula, deteniéndose a veces a realizar una anotación en la pizarra verde, movimiento que causaba que las lapiceras de sus alumnos se aceleraran al unísono

Disfrutaba. Era notorio que la admiración de los jóvenes era oxígeno para su espectacular ego. Por otra parte, en la primer fila, tercer asiento a la derecha, una jovencísima alumna cuya camisa estaba por explotar le sonreía con adoración. La mirada de Chang se dirigía cada vez con más frecuencia al tercer asiento a derecha. Había contado la desavenencia de Shopenhauer y Hegel unas quinientas cincuenta veces. La sonrisa de la alumna se expandía más y más...Chang se distraía. Dos párrafos  más y ya tenía que tirar la bomba. Siempre había un suspiro extático cuando concluía diciendo que en realidad los dos grandes cerebros competían por la misma cátedra. Cada vez que lo decía, ponía un dejo de tristeza realista su  voz, sus ojos rasgados se dirigían al piso con gravedad. La miseria humana. Eran jóvenes: no tenían la más puta idea de lo que era la miseria humana, así que era fácil ganarse sus mentes y corazones hablándoles de ella y escandalizando sus ingenuos corazones con la realidad  realista, que él, Chang, conocía muy bien, no como ellos.

 Hegel. Shopenahuer. El tercer botón de la camisa de la alumna sonriente era sostenido por un tembloroso hilo blanco a punto de romperse.

_:Por supuesto-dijo Chag mirando su derecha- las consideraciones matemáticas de Hegel no merecen ser tenidas en cuenta...-En ese momento el tercer botón saltó, la tiza cayó de las manos de Chang.

Todo era perfecto en el mundo de Chang ese día, tan perfecto que no podía sospechar que se avecinaba un hecho trágico que cambiaría toda su existencia. La tragedia estaba a unos pasos el aula, pero él lo ignoraba. Por la ventana entraba un aire de primavera. Esa mañana le habían pasado el importante dato de que era casi con seguridad número cantado para el Nobel. Las veinteañeras lo amaban. Su sonrisa plácida era la de un argentino oliendo el asado preparado por otro desde una reposera.

Un chirrido lo distrajo de su felicidad. Sonrió a su nueva enamorada de senos turgentes y a la vista, como disculpándose por dejar de mirarla.

Una mujer occidental, rubia, con un vestido ajustado de color gris y grabador en la mano, solicitó en amable inglés una entrevista.  Ahora la carne ya estaba dorándose en la parrilla. Sólo tenía que extender el plato de madera. Para Chang las entrevistas eran agua fresca para el sediento: le permitían manifestar su disconformidad con el régimen y acrecentar su popularidad, así que accedió.

Miró por última vez el escote de la chica de sonrisa comprensiva sin pensar en que se despedía de él para siempre . Dijo una excusa que sus alumnas aceptaron de inmediato. Un profesor célebre y mediático tiene la admiración incondicional de sus alumnos. Y alumnas.

Ya estaba fuera del aula. La rubia sonreía y caminaba veloz por el pasillo.

¿Adónde vamos?.-preguntó Chang, un poco molesto. Pero la periodista caminaba tan rápido delante de él que podía apreciar la panorámica. Mirar era parte de su metier, como profesor de Estética. La anatomía femenina era su especialidad, además del origen de la tragedia en la música.

-Vamos al camión dónde está el cameraman-dijo la rubia en pésimo chino.

-¿Es para la televisión?-preguntó Chang esperanzado.¿De qué país?

-Alemania-respondió la chica- El programa más visto de Alemania-aclaró.

-¿Un programa político?-preguntó Chang , con la duda en la voz. Era cierto que lo entrevistaban seguido para la tele, pero para programas de cultura que tenían dos puntos de rating.

_No-dijo ella- es un programa de juegos.

-Bueno, dijo Chang- El precio de la fama Una vez lo habían entrevistado de una revista femenina. Antes de su entrevista había tres páginas con cremas antiarrugas. Después de eso, salió dos semanas con Naomí Campbell, cosa que no le había disgustado en absoluto, ni siquiera cuando ella decidió terminar la relación arrojándole un teléfono inalámbrico por la cabeza. Le dieron siete puntos en la frente, sonriendo feliz. Después de eso, su siguiente libro vendió dos millones de ejemplares,  la segunda edición fue tan  oportunamente quemada por las autoridades chinas, que luego el libro fue traducido a diecisiete idiomas, y en fin, por eso era candidato al Nobel. O sea, gracias a la revista femenina o a Naomí Campbell, era el intelectual chino con más reconocimiento en el mundo. Así que un programa de juegos o uno de cocina, todo venía bien. Era bueno para él, y eso quería decir malo para el régimen. Y eso era todo lo que importaba.

 Caminaron rodeando el perímetro de la Universidad y se alejaron del ruido por una calle angosta y soleada.

-El camión está allá-dijo la rubia, lacónica.

Ahora estaban en un callejón. Cercado por muros altos y grises. Olía húmedo. Olía sucio.

-No veo ningún camión-dijo Chang, alarmado. La había seguido pensando en Naomí y en su meteórica a carrera y no habían notado cuánto habían caminado. Por supuesto, sus enemigos conocían todas sus costumbres y manías y sabían muy bien lo distraído que era. Y su costumbre  de meditar mientras caminaba.

-Es cierto-concedió ella- No hay camión.

Oyó el chirrido de un auto al frenar. Saltó involuntariamente. La rubia corrió. De un auto negro bajaron cinco hombres.

Se le echaron encima. Chang quiso gritar, pero una cinta pegajosa le fue colocada en la boca. Sus brazos fueron sujetos y sus piernas inmovilizadas. Vio un hombre portando una jeringa. Creyó reconocerlo.¿no era el marido de esa chica?¿Cómo se llamaba? Tenía una expresión feroz. Le levantaron la manga del saco y la camisa. El marido de la chica cuyo nombre no recordaba le clavó la jeringa en la brazo.

Una cortina negra y pesada cayó sobre sus ojos y su cuerpo cayó fláccido e inconsciente al piso.

Lo cargaron en el baúl del auto. No fue nada difícil, él era no era pesado y estaba inconsciente. Fue como cargar un muñeco de trapo.

Cuatro hombres subieron al auto, en el callejón quedó el de la jeringa. El marido de esa chica. Sonreía. Arrojó la jeringa y escupió con desprecio.

Ahora está todo pagado-murmuró Chun Kao.

 


 

            La celda era gris, con paredes mohosas y una minúscula ventana enrejada en una esquina. Los primeros tiempos Chang berreaba y se quejaba, como castigo, la única ventana, ese toldito azul, era tapiada. Tres meses después del encierro, Chang estaba silencioso y dócil como un buen chico. Había terminado la primer fase de tortura china.

Ahora venía la segunda.

Una mañana lo mudaron a un moderna celda-oficina, con escritorio, papel y lápiz. Era un avance. Pero había también un enorme televisor de plasma encendido. Cuando lo dejaron allí, estaban transmitiendo los festejos del 31 de diciembre del pasado año dos mil. Aburrido. Pronto Chang descubrió con espanto que no sólo no podía cambiar de canal: tampoco podía apagarlo ni bajar el volumen. Era una refinada muestra de la moderna tortura. Mirar y oír era inevitable. El espectáculo de la más espantosa perversión humana. Toda la maldita humanidad festejando estúpidamente el fin del milenio un año antes.

             Fiesta decadente. La gente creía, evidentemente, que chocaban los planetas... En el Ártico, una pareja se casaba en un templo de hielo.  En Egipto, centenares de idiotas disfrazadas de Cleopatra se casaban con otros centenares de idiotas vestidos de faraones. Festejos en Sidney. Festejos en París. En el culo del mundo, bailaba Julio Bocca. Todo parecía más o menos organizado, con mejor o peor gusto. El cerebro estético de Chang se defendía de la tortura analizando las imágenes con un procedimiento sociológico. Su mente lo refugiaba y dos meses después, conviviendo día y noche con el televisor encendido, estaba interesado en nuevos aspectos de las imágenes vistas cientos de veces. ¿Sería posible realizar una ontología de las diferencias culturales a partir de este video? No se daba cuenta, pero ese pensamiento que él creía salvador denotaba los estragos que la refinada tortura causaba a su cerebro.

Sobre todo, lo fascinaban los festejos de Singapur. Si hubiera podido, hubiera detenido la imagen eternamente en el espectáculo. Era el más vulgar, escandalosamente estúpido y decadente de cuantos había visto...

            En Singapur, frente a miles de personas, un chino con el pelo fucsia, la mirada extraviada, los brazos tatuados y una musculosa mugrienta cantaba “Living la vida loca” causando el delirio y la euforia de una multitud . Ese chino era Ching.

Sin saberlo, Ching, cantante pop, creyéndose toda su vida a salvo de cualquier inquietud social y política, él, que nunca había leído un libro o abierto un diario, ahora estaba en los planes inmediatos  de un profesor de estética en prisión, cuya mente extraviada confiaba su salvación política y la perdición del régimen totalitario chino en él y su vida loca..

Porque ahora Chang tenía una idea. Y en esa idea estaba  Ching ¿artista pop? ¿ejemplo de decadencia oriental? ¿Adicto en abstinencia de diez minutos arrojado al escenario?.  ¿La prueba viviente de que nunca debieron cruzarse Oriente y Occidente? A Chang se le ocurrió que era el secretario ideal. Que podría convencer fácilmente a sus captores de que Ching era imprescindible para ayudarlo a proteger la llama olímpica. Pensó (cerebro del mal, inteligencia suprema arrastrada a la venganza por un cautiverio injusto), pensó que Ching traería el fin de la cultura china. Que su pelo fucsia causaría la ruina de Oriente.

¿Devariaba? Tal vez. Pero convenció a sus captores. Así la inteligencia china procedió a la rápida busca y captura del inocente y por supuesto apolítico Ching.

 

De modo que un lunes a las siete de la mañana, diez hombres fuertemente armados irrumpieron en perfecto silencio en el departamento de Ching en Singapur, y de su colchón con olor a cerveza lo trasladaron en andas  a un camión cerrado, que lo llevó a un maloliente contenedor en el puerto, el cual subieron a un destartalado barco, que dejó al contenedor en Beijing. Todo ese trayecto lo realizó Ching  (pelo fucsia, calzoncillos del demonio de Tasmania, tatuaje de Sailor Moon en el pecho) completamente dormido.

            Despertó en un cuarto blanco después de que le arrojaran diez baldes de agua fría. El baño lo llevó a la realidad. Un chino de traje, flaqueado por dos guardias de corps le recitó una letanía de una hora de la que el pobre Ching apenas entendió que era consagrado por la República Popular China a la noble causa de resguardar la llama olímpica y que toda traición a ese propósito sería castigada con la muerte. Y así lo llevaron frente a Chang, su jefe, que ahora lo contempla satisfecho. Un tatuaje de Sailor Moon era más de lo que esperaba.

China y su régimen estaban acabados.  Eso creía Chang

 

La convivencia de dos seres tan disímiles fue ardua y por momentos , violenta. En los planes de Chang, Ching era sólo una bomba de tiempo cultural, capaz de llevar todo el régimen a una decadente vida loca, de sumergir horas a los dictadores en la peluquería, de vestir a toda China en ojotas flúo, terminando con ella.

Mientras que para Ching, que ignoraba todo esto, el ocio intelectual en que Chang había descansado años en la celda, sin idear ninguna estrategia para preservar la llama olíimpica, era exasperante.

 Llevaba años discutiendo, la llama estaba por partir en su viaje alrededor del mundo, y nada. Chang no había hecho nada.

Gritaba. Cosas incomprensibles. Eso sí. Todo el tiempo.

-Traerás el fin de este país inmundo- vociferaba Chang-Tu, Christina Aguilera y Ricky Martin. Tú, con tus ojotas y tu pelo fucsia. Acabarás con este totalitarismo, y es más. Acabarás con una cultura milenaria. Tú- gritó salvajemente-Tú causarás la explosión final del curso histórico que acabará con toda esta cultura para siempre y volveremos a la vida en pequeñas comunidades como quería Bertrand Russell, sin capitalismo, sin comunismo, sin Living la vida loca...

-Chang-el rostro de Ching expresaba el infinito cansancio de quien tiene que convivir todos los días con un chiflado-Basta. Tienes que trabajar. Si llegan a apagar la llama olímpica, zasss-hizo el gesto de cercenar el cuello-Estamos acabados. Tú en traje y yo en ojotas. Muertos.¿Lo entiendes? Tienes que hacer ¿comprendes el chino?

-Hacer-gruñó Chang- Siempre la praxis. ¿Y la meditación? ¿La teoría? Debo leer. Vete. Tu pelo fucsia me distrae de este libro de Benjamin

-¿Benjamin? ¿Faltan dos días para que la antorcha olímpica empiece su travesía y tu leyendo a Benjamin? Yo era feliz ¿entiendes? Tomaba, me drogaba, cada tanto hacía shows. Una tarde me desperté y había tres chicas desnudas durmiendo en el piso de mi  cuarto.¿Te imaginás? Espectaculares. Con unas... Como nunca viste. Yo sólo leía en la peluquería, cuando iba a ver a mi colorista. Y ahora, por culpa tuya, sé quién es Walter Benjamin. Y te digo más: lo leí. Y te digo más: no me sirvió para nada.¡Libros!¡Siempre libros!¡Nunca trabajo! ¡Ya me tienes harto, Chang!

-Eres un vil producto posmoderno-dijo Chang con calma- Leíste a Benjamin.¿Pero lo entendiste?

-Llevé el libro a la peluquería como me recomendaste y mientras me hacían la iluminación leí un poco, pero el peluquero me hablaba. Ahora olvida a Benjamin y dime ¿qué hacemos con los cientos de activistas que preparan las mangueras y las bombitas de agua para el paso de la llama olímpica? No te olvides: dos días y ...zaas-señaló su cuello.

_ Púdrete. Eres feo, no tienes tetas y tuve que aguantarte años. La muerte será un consuelo para mí. Extraño la Universidad, mi Wagner, mi pipa de espuma de mar, mis alumnas de veinte años. Deseo volver a casa donde tengo libros en griego, en lugar de una sola edición berreta china de un libro de Benjamin que leí cincuenta veces y que traduje yo mismo. El arte en la era de la reproductividad técnica. Reproductividad técnica... repro...re...

-¿Qué pasó?¿te volviste tarado?-dijo Ching.

-No-Reproducción técnica. Benjamin. ¡Lo tengo!-exclamó-¡Llama al comando y diles que tengo instrucciones!

-¿No querrás llamarlos de nuevo para pedir pizza, no?-dijo Ching temeroso-Tengo una salida al dia. Yo te la traigo.

_No, tonto. Deja, que los llamaré yo.¿Eres mi secretario o qué? Toma nota.

“Deben hacerse dieciséis antorchas idénticas en todo, indiferenciables  por tanto, en esencia, la misma. Quince harán la travesía, cada una con su correspondiente guardia munida de fósforos. Sólo una de ellas, el molde primigenio, quedará en Beijing, apagada, con una caja de fósforos al lado. Todas valen lo mismo, todas son arte reproducido gracias a la técnica. Todas llevaran la llama olímpica, menos la que permanecerá en todo momento en Beijing. Pueden lograr apagar una, dos, pero no quince. ¿ves? La antorcha de Beijing será oportunamente encendida con la llama transportada por las otras.

-¿Y si apagan las quince?-preguntó Ching.

-Y si apagan las quince se usarán los fósforos-explicó práctico- ¿Has escrito todo?

-Sí- Ching se dejó hacer al piso con la libreta en la mano-¿Somos libres, acaso?

-Así es. Somos libres-Yo daré clase y tú cantarás Living la vida loca. Pero canta aquí, en Beijing..China necesita gente como tú.

-¡Por fin dices una palabra amable!

Chang sonrió. Luego se sentó, aún sonriendo abrió el libro de Benjamin y se sumió en la lectura.

 

Y sí fue. Eran dieciséis las antorchas olímpicas. Cuando una fue apagada en París para que no la apagaran, lo hicieron con la tranquilidad de que gracias a la técnica había quince antorchas más.

-¿Y que fue de Chang y de su fiel secretario?- pregunté a mi amigo.

-Tal vez Chun Kao haya muerto mientras estaban presos y hayan logrado ser libres. Tal vez Chang haya viajado a Argentina y hay puesto un supermercado. Y sobre esto ¿leiste a Benjamin?

Y me tuve que conformar con esa respuesta.

 

 

 

 

 

 

viernes, 13 de noviembre de 2015

Duerme, Matteo


Duerme Matteo, duerme

Hay un lago donde se refleja tu rostro

Por que la Ondina quiere besarlo

Pero tú duerme, Matteo, duerme

Hay un enano en una cueva

La cueva está llena de oro

Pero en un cofre guardado con siete llaves

Está tu nombre escrito por los gnomos

Pero Duerme, Matteo, Duerme

Te llama en suspiros la Luna

 Tú Duerme, Matteo, Duerme

Te llama el bosque susurrante

Tú Duerme, Matteo, Duerme

Helena de Troya toca tu hombro en la cama

Tú Duerme, Matteo, Duerme

Dios golpea la ventana con los nudillos...

Tú Duerme, Matteo, Duerme

Si Duerme Matteo, duerme el gnomo, la ondina,

 el bosque y el Universo todo.

Déjalos dormir...

miércoles, 28 de octubre de 2015

La Rosa

Pálida osadía de la rosa abierta
Herida sin muerte
Por tan dulce Flecha
Que vierte tan buena
Tan dulce violencia

viernes, 16 de octubre de 2015

Para una historia de mi Jardín de las delicias

Es mi primer novela, no la única. Su desarrollo tuvo varios años de idas y vueltas, su escritura, cuatro meses, cuatro de los meses más felices de mi vida....Fue por añorarlos que escribí mi segunda novela, Rebeca: cada tarde sentada frente a una máquina pequeña de teclado negro que significaba colores multiplicados, besos hasta el infinito y muertes terribles y muertes serenas....Vidas únicas que podían vestirse de todas las vestiduras y pronunciar las frases que quisieran, de la mano de ésta nueva versión del Mago de Oz con Zapatos Rojos que era yo.
No quiero hablar yo sobre mi Ulises, al que llevé a viajar por un jardín un tanto especial, tomado de cuadros, de melodías....de hadas blancas y oscuras...Dejaré que hablen mis críticos:

" El viaje de un moderno y al mismo tiempo antiguo Ulises a través de situaciones  y personajes sacados del mundo literario y sumergidos en un contexto actual, se convierte en el viaje de todos los hombres que sienten el peso de su propio destino, llegados el momento de reflexionar sobre la vida y la muerte"
Molto grazie, mi anónima y querida voz italiana que plasmó éstas palabras sobre mi libro para una agente literaria turinesa. Es una novela muy italiana y de hecho en su presentación habló el actor bolognés Matteo Belli, junto con mi gran amigo el humorista Rudy....

Vale la honesta y agradable crítica de Carlos Ferro para Axxón. Notó con gran inteligencia mi mayor dilema como novelista: el discurso del personaje de Circe. ..."nos cuesta" acota, y sí, el personaje requería eso, no así todos los lectores....

Me divirtió meter a mi madre en el mismo vagón de subte o metro que Ulises y adoré cuando mi madrina Lidia, la "Negra", me dijo que no dejó el libro hasta que lo terminó.

Por supuesto, como toda joven (tenía 35 años) escritora en el sorteo del Destino de la Joven Novelista Mujer, me tocó la crítica de un español, muy español, real académico, el cuál pronunció de cara al Porvenir: "Deja de escribir mariconadas con referencias literarias".
Dicho por Arturo Pérez Reverte. Pero no es más que un fenómeno recurrente en la carrera de la novelista mujer, el Juicio Final del Gran Escritor, que sin saberlo, está marcando que estás lista para mucho más que un Comienzo..



domingo, 11 de octubre de 2015

Un estudio científico del llamado Langa

El langa no es una especie animal pero casi. La etimología de la palabra lunfarda se obtiene invirtiendo el orden de las sílabas, de lo que resulta la palabra castellana Galán.
Alguna vez escribí un bestiario, y tuve que investigar los orígenes de bestias como el unicornio, el hipogrifo o la Medusa. Esto me confiere cierta autoridad para abocarme al estudio fisonómico-arquetípico -biológico de este homo reconocido por todas las mujeres, al que llamamos un tanto peyorativamente, langa.
En su origen el término langa se acuñó porque a esta clase de galán argentino el exito de su seducción no le interesa, por eso nunca lo obtiene. El langa es un homo que le da más importancia a su corte de pelo, primordialmente. La mujer que atrapada en las redes de la poco conveniente cortesía se ve obligada a ser oyente de la pantomina del langa y su ejercicio teatral de la seducción, es para el langa, como el vidrio del subte o el espejo ocasional donde se pasa el peine extraído del bolsillo del vaquero, hacia un lado y hacia el otro, con artística atención.
El langa de hoy ostenta un peinado leonino, inflado y un poco largo, idéntico al de los actores de telenovelas de los años setenta. El pelo es de vital importancia en un langa: si  no percibimos una dedicación inusual al pelo, tal vez ese homo no sea un langa y usted debe plantearse que está intentando seducirla de verdad.
Si la edad del langa está entre los 45 y 55 años, el pelo es ese estilo García Satur (conocido actor de famosa telenovela setentista): esto está emparentado con el origen mismo del langa.De la masa primigenia de un homo infantil que contempló a su madre babear por esa competencia masculina que de tres a cuatro de la tarde se agigantaba en el televisor en blanco y negro opacando al mismímo progenitor de la criatura a los ojos de MAMÄ, se llegó al patológico langa adulto. Si el psiconálisis estudió la histeria femenina, evidentemente se olvidó de nuestro objeto científico, el langa.Lo cual nos permite un estudio mucho más moderno del mismo.Retomaremos este tema.
MODELO DE SITUACIÖN: EL LANGA Y YO.
Nombre : Rubén, Raúl o Ricardo. También Orlando, Gastón, o Raúl Gastón , Rubén Orlando y todas las combinaciones aritméticas posibles con estos nombres.El langa es prácticamnete una proyección de sus progenitores hecha realidad. En la primer ecografía dónde se puede ver que es varoncito, el obstetra no dice: es un Varón. Dice: Felictaciones, señora: va a tener un langa.
Durante el embarazo, la madre setentista escuchaba a Nino Bravo, ahora escucha a Arjona. Vamos a ampliar estas definiciones, de suma importancia en el estudio de esta especie.Nuestras madres se pasan la vida advirtiéndonos sobre el Peligro Langa. Los consideran peligrosos, verdaderos Condes Dráculas para nuestra femineidad inocente. Esto es parte del desconocimiento social de la verdadera naturaleza del Langa.El Langa no quiere relaciones con nosotras: para eso está su legítima esposa. Para el Langa, somos el espejo donde se mira el jopo mientras practica las distintas variantes del Verso Novelero con voz de barítono.
En cierta ocasión, mientras escuchaba a un Langa en el hall de un Teatro , una amiga desesperada levantó un cartel escrito con un marcador que decía.NO LE CREAS NADA.! Gracias, querida amiga, el Langa no encierra peligro alguno para mi honradez. Este cumplía las condiciones estudiadas: Pelo largo y leonino, Campera de cuero, cartera de cuerina bajo el brazo y se llamaba Rubén. Su soliliquio pseudoseductor en voz grave de locutor era interrumpido cada diez minutos: su hijito de diez años le reclamaba una hamburguesa. El langa abandonaba en dos segundos su postura novelera para decir fastidiado y con voz agria. Andá allá con tu madre.
Y ahí estaba la madre del niño, esposa del Langa, a tres metros, rezongando: Andá con tu padre.
Finalmente, el Langa se va resoplando con el niño y le compra una hamburguesa. Yo tomo nota de todo y tomo un par de fotos del individuo, para ilustrar mi estudio sobre el particular, que pronto verán, si están suscritos, en la prestigiosa revista Nature

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Duérmete, Príncipe Iván....

...Que mañana será otro día.....
Y a pesar de sus calamidades y desgracias, el Príncipe de los cuentos se dormía, después de unos suspiros, confiado en las palabras de la Princesita Rana.
No voy a mentirles: me dolió cuando mi hija me dijo que en la época de la que ahora vamos a hablar, ella se dormía diciéndose: Duérmete, príncipe Iván, que mañana será otro día....
Un cuento infantil puede calmar a un niño, pero también amainar una tormenta....hasta el día siguiente.
Año 2001, gobierno o desgobierno de Fernando de La Rúa. No tengo trabajo, o en realidad tengo mucho trabajo. El 9 de diciembre de ese año murió mi padre. Por lo demás, tenía un trabajo: mi trabajo era contar cuentos y eso es muy serio.
Iba a la escuela dónde estudiaban mis hijos, a contar cuentos en el aula de 6 to grado....ese grado tenía la suerte de ser conducido por la seño Adriana, una maestra de avanzada, así que me dejó leer un cuento de 1911, de Jacques Futrelle...."La celda número trece"
Algunos chicos no habían ni desayunado y yo lo sabía. No se calma el hambre con palabras y también lo sabía.
Pero darnos por vencidos es peor que todo eso.
Y lo sabía. Abro el libro, busco el cuento, cuento rarísimo de un autor fallecido en el Titanic, y leo:
"El Doctor Van Dusen- miro a mi audiencia- era conocido como la Máquina Pensante....Era Doctor en Filosofía, Frenología, Medicina, cirujano dental, miembro de la sociedad de ajedrez, en el que era campeón mundial....-miro otra vez a mi audiencia. Ya abrieron mucho los ojos.....
La Máquina Pensante- sigo un tiempo después, apuesta poder escapar de la cárcel más segura del país sólo con polvo dental, los zapatos lustrados y una moneda-
Miró a los niños....En absoluto silencio, apoyan las cabezas en los pupitres y prosigo, sobre todo porque la maestra corrió a atender a una niña desmayada por hambre en el aula de al lado....
¿Lo logra o no?-pregunto y empieza una animada discusión.
De tarea, la maestra los conmina a imaginar como el protagonista escapa, y claro, cada cuaderno tenía una solución imaginativa, pormenorizada, perfecta...Con o sin cena, la tarea la hicieron todos.
Esos tiempos son pasado, pero no para todos...
Por eso, Duérmete, Príncipe Iván, si lo necesitas, acá está la Princesita Rana....

jueves, 10 de septiembre de 2015

REBECA

Rebeca se pone sus sandalias doradas de taco alto antes que ninguna otra cosa....Camina, con su piel amada por el sol como otro amante, y frente al espejo se coloca el labial intensamente rojo....
Luego retorna y elige un interior de gasa siempre transparente y siempre del color mismo de su piel....
Un vestido blanco con vuelo y sin mangas....
Un impermeable estilo trench color tiza....
De un perchero descuelga su bolso Yves Saint Laurent, y guarda un libro llamado Beauté en Voyage....
Dentro del bolso también hay un labial rojo cardenal, preservativos y unas pastillas de menta...también un diminuta, imperceptible cápsula de cianuro.....
Rebeca abre la puerta del piso....
Sus largas piernas doradas dan largos pasos....

REBECA es mi nueva novela. Espero que pronto esté entre ustedes.....

miércoles, 9 de septiembre de 2015

CANTO EN EL ALBA


Acuérdate de esas noches
Amor que he tenido
Y perdido en el alba
Las sombras de nuestras voces
Del llanto y del goce
Por él amadas
Por este mi caro sueño
Yo me uní contigo
En la tierra y las aguas
Tú sabes que yo no miento
Si digo que soñé esa noche
Que un sueño me amara
Tus manos que me han dejado
La marca del hombre
Que ayer me dejara
Mi llanto que ayer muriera
Cuando entre tus brazos
Se iba mi alma
Acuérdate que esa noche
Yo cante este sueño
Que perdí en el alba
Únete a mí en el sueño

Pues a tu vida toda yo la soñara
Deja que muera el sueño
Que yo haré entre mis versos

La prisión del hombre
que yo soñara
Si es que el lleva tu nombre

Tú no puedes saberlo pues eres sueño
Que ayer soñara


jueves, 3 de septiembre de 2015

AYLAN

Aylan, duérmete dice la Madre

La Madre que es el Mar

Aylan, canta la Luna

La Luna le canta a Aylan

Que lo esperan dónde los Hombres

Son buenos y lo acunarán

Son buenas las Olas

Ellas te traerán

Dónde canta la Madre tu nombre

La Luna te llama: Aylan

viernes, 21 de agosto de 2015

ROMANCE DEL PAJARO Y LA FLECHA

“ Seré una Curadora y amaré todo cuánto crece, todo lo que no es árido”              
 Éowyn
Un guerrero cruza el desierto. Su mirada es sed. Su pecho es sed.
            Es el último entre ellos. Siempre hay un último soldado. Cualquier desierto lo hallará perdido y nadie más que el desierto lo hallará. Lo buscarás, mujer, y creerás que lo has hallado una noche, pero solo su brazo te abraza, su corazón sigue en el desierto. En el desierto hay solo voces. Hay voces de pájaros muertos. Cantan sus hirientes trinos solo para el soldado del desierto. Hay voces de espadas muertas, voces de niños muertos, voces de libros que ardieron para siempre y silencio del viejo guerrero. El viejo guerrero puede ser más joven que vos, y siempre será más viejo. Eso no lo podés remediar. Tampoco lo entenderás nunca. Por eso el brazo que te abraza recuerda el desierto. Entonces, no lo busques. Sólo podés esperarlo. Así hace la mujer.
            La mujer espera lejos. Ella quiere esperarlo. Hace veinte años que lo está esperando. Veinte es igual a veinte. Nadie va a negar eso. Veinte años es igual a veinte siglos. Pueden negarlo, no me importará. Ella aviva las llamas, cuando solo queda una brasa, enciende el fuego nuevamente y se sienta a esperar otra vez. Ese es el único fuego perenne. Cuando la biblioteca termina de arder, el fuego muere. Pero el fuego que prende la mujer que espera, no se apaga nunca.
            Hay otra mujer que espera. Esa mujer está esperando más cerca. Tras el desierto, hay la montaña, tras la montaña, hay el bosque, tras el bosque está la llanura eterna, tras la llanura eterna, está la fina arena, la fina arena se pierde en el mar.  Tras el mar, está el hogar del viejo guerrero y el fuego perenne. Eso es muy lejos. La otra mujer que espera es una joven. Vive en el bosque. En el bosque hay árboles de flores rojas. Cuentan que las flores rojas son de sangre de otra joven. Por amar a un guerrero, dicen, la ataron al árbol y le prendieron fuego del que muere. La joven ardió hasta el fin y ese fue el fin del fuego, y nacieron las flores rojas. El guerrero era el último guerrero y se fue al desierto. También hay árboles con troncos rojos. Altos árboles, de madera dura como la roca. Son los guerreros que cayeron antes del desierto. Todos los guerreros caen antes del desierto, menos uno. Ningún guerrero sabe nunca si él será el último guerrero. Los guerreros se miran silenciosos antes de la batalla. A uno lo elegirá la muerte, para que mantenga su recuerdo en el mundo de los vivos. Es eso, mujer. La muerte llegó y lo eligió y no podés competir con ella. Vos parís vida, la muerte mata. ¿Qué recordará el guerrero? La vida es paciente y temerosa, trabaja y ara, besa y arroba, abraza y desvela, envuelve y danza, calla y trabaja, llora y ríe y es una vieja en el hogar, una novia en el altar, una amante poeta, una campesina en el campo de girasol. La muerte no es paciente ni laboriosa y no permite el olvido. Y vos, hombre, la muerte no es como la mujer que te abraza para que te olvides de todo, la muerte te elige y te da la memoria para siempre. Quiere que te vean las campesinas en el campo de girasol, que trabajan y ríen hasta que aparece tu figura, fuerte y cansada, tu espada negra, tus jirones de sangre y tus cicatrices, entonces se callará la risa y la joven ignorante de la muerte sabrá que la muerte existe.
            Pero el bosque es misterioso. Flores rojas, árboles altos.
            En el bosque hay una casa.
            En la casa está Nausícaa.
            Nausícaa está de pie en la tierra. Llega a su rostro el aroma de las flores y también el lento silencio del viejo soldado. Está viejo porque cree que ya lo sabe todo. Él no cree en misterios. Nausícaa tiene largo cabello negro ¿por qué? Nausícaa canta ¿por qué? Nausícaa sabe que él llega y lo espera ¿por qué? Misterios que nunca develará el viejo soldado, ni yo tampoco.
            Llega hasta él el murmullo interminable de la joven. Nausícaa, sin embargo, no abre los labios ¿por qué?
             El viejo guerrero camina bajo la sombra de los árboles altos, las sombras de antiguos guerreros; el aroma de las flores rojas, la sangre de una joven amante; sintiendo el aullido, el murmullo de Nausícaa que se le antoja un curso de agua. Su boca es sed, su pecho es sed y sus altas piernas son tan fuertes, más cansadas cuanto más fuertes. El arroyo, cree, lo llama y descansará.
 Pero el arroyo es una joven. Ella sonríe.
El soldado se detiene, asombrado.
Nausícaa sonríe más. El viejo instinto hace al soldado sonreír.
            Nausícaa lo interroga con los ojos.
            Él no dice nada.
            Por fin ella dice su diálogo
-Extranjero. No parecés vil ni necio.
 El viejo soldado la sigue a la casa, come, bebe, ávido desgarra el vestido de Nausícaa y ella solo sonríe, para él siempre sonreirá. Y al fin, cuando calmó su sed, él se durmió en su regazo.
Y la sonrisa de Nausícaa se esfumó. Él ya no recuerda que debe decir. Ella sí.

“Te contaré una historia”
 “Un naúfrago llegó a una playa y en ella una joven jugaba...”
            Nausícaa se torna grave. Él está dormido. Está muy cansado. Y cree que lo sabe todo. Eso le hace sentir compasión de él. Más de la que ya siente. El amor se pierde en el recuerdo, junto con la compasión. Nausícaa piensa en sí misma.
“ Una vez hubo un naúfrago. Se parecía a vos. Estaba cansado. Necesitaba un madero, algo a que aferrarse ...
...y halló una joven
...y luego partió”
“La joven siempre estaba ahí. Antes de que él llegará. Y se quedó cuando él se fue. Y él jamás volvió.
“Sé muchas cosas, soldado. Soy mucho más vieja que tú. Sabía que vendrías. Sabía que me desearías. Y sé que te irás.”
“Solo podés dormir un tiempo”
“Crees que querés ese fuego. El hogar. La mujer que siempre espera. Pero vos , soldado, sólo buscas la muerte. El hogar. El fuego fatuo.”
“ Conté la historia del soldado y la rosa. Canté el poema del cielo y del infierno. En mis manos está el paraíso, pero vos no lo querés. Dolor y muerte. El desierto y el mar. Tu destino no es el hogar, es el viaje. Nunca llegarás. Dormido, te aferrás a mí. Mañana te irás. No sabés que cuando llegues al hogar, tu viaje habrá terminado, la paz habrá llegado pero la vieja guerra no será olvidada. Volverá en tus viejas heridas, una y otra vez.  La vieja espada enmohecerá y a tu alrededor caerán muros que nunca fueron fuertes y todo será el recuerdo de la muerte...”
            “Tu espada es lenta y su hoja inflexible y dura. Pero nada es más dulce para mí. Y aunque hiciera lo que siempre quise, atarte a mis piernas por el fin de los tiempos, vos te vas por tus viejas heridas, tus cicatrices se hacen sangre y deberé dejarte partir, al desierto donde la sangre deja de correr...”
“ Porque tu destino es el viaje y no el hogar.”
            El viejo soldado se movió, inquieto y abrió los ojos.
Nausícaa sonrió.
“Hubo un soldado y hubo una rosa.
Ella estaba herida y él estaba cansado”
“Se hallaron a orillas de un lago”
El sueño volvió.
            Nausícaa sonrío para sí.
“Sólo estoy aquí para decirte que viviré más que vos. Que vivirá mi canto cuando tu espada lleve siglos muerta, porque las palabras del frío mueren en el frío. Que por todo lo que no me  ames, me amarán otros.  Que mi dolor pasará, mi vieja herida cerrará y entonces yo partiré, en un bote de negras aguas, con una vela blanca, a los jardines de Rivendel que nunca viste. Que alguien dormirá en mi regazo, y no se irá nunca. Y cuando llegue mi ocaso, morirán las tristes historias y no te recordaré. Que así viven odios y guerras y viejos soldados, así también vivo yo. Y no cantaré el amor inmóvil, ya nunca más. Y Nausícaa morirá y en su lugar habrá una mujer, en un hogar, y esa mujer seré yo... y llegará el frío y con el frío un hombre y ese hombre serás vos. Y ahora dormí que llega la noche, mientras yo velo, una noche más, un viejo soldado más.”
             Llegó la noche, llegó la luna y llegó el viento. El viento entró en la casa. Viento del Norte.
            El viejo soldado abrió los ojos. Vio el rostro de la joven. Su inocencia le hizo sonreír. Una sombra cruzó su frente: el camino. El camino estaba ahí. No podía descansar. No podía soñar.
            Cerró los ojos. Tenía que incorporarse. Tenía que deshacerse de ese abrazo. Tenía que seguir. Sus labios recibieron una suave presión. El beso de la joven. Pero él era viejo. Sonrió.
-Tengo que irme.
Ella pareció triste.
-Volveré.-mintió. El guerrero más valiente siempre es un cobarde para decir adiós a una mujer.
-¿Adónde?-preguntó ella.
El acarició su rostro. Al mar. Los ojos grandes, inocentes. La piel suave. Un dulce pájaro de juventud. Había visto dulces pájaros atravesados por flechas.
Ella sonrío entre sus lágrimas.
-Nunca te voy a olvidar.
-Recuérdame solo de vez en cuando.
Entonces se deshizo del abrazo de la mujer, se incorporó. Tomó su vieja espada y su escaso equipaje. Abrió la puerta. El viento del Norte los envolvió a ambos.
-Tengo frío-dijo ella.
            Y el soldado volvió al camino. Volvió por donde se había ido. El camino al desierto, nuevamente. Nausícaa se acostó en el lecho, a soñar y a esperar el día. El día de partir al mar. A los jardines de Rivendel.
            Porque su destino era el viaje y no el hogar.

En el hogar quedaban rescoldos del viejo fuego. La mujer se levantó y los atizó.
El viento era fuerte. Los ojos del soldado se nublaban. Fantasmas de Navidades pasadas. Dulces pájaros caídos. Heridas tan profundas que no cicatrizaban. Hielo. Hielo es lo único que puede aliviar el dolor. Lo rodeó la helada.
El fuego del hogar se apagó. La mujer dormía, la cabeza entre los brazos. En el sueño lo vio a él, joven, cuando  embarcó. Ambos eran jóvenes. Pensó, soñó, que la juventud era eso, embarcar. Oyó, soñó, que el mar golpeaba la escollera. Vio, soñó, una nave que la esperaba y sus velas negras. Despertó y siguió soñando. Soñando se colocó la capa, soñando tomó un arco y flechas, soñando se dirigió a la orilla y vio en su sueño, la nave que la esperaba. Suspiró, miró la vieja casa y embarcó.
Sola en el temporal, la mujer conducía el barco. Sabía que de todas formas, siempre estaba a la deriva. Sabía que yendo a la deriva, hallaría lo que buscaba.
            Los vientos la llevaron a una orilla de arenas tibias. Cayó allí. Caminó por la playa. De lejos vio a una joven de cabellos negros. Sonrío un poco. Ella también había sido joven. Lo seguía siendo, puesto que había embarcado. Sólo que ya no esperaba nada.
-Esperarás así-pensó la mujer-hasta que entiendas.
La joven la saludó con la mano, agitando el brazo desde lejos, pero la mujer del Norte no respondió. La joven lejana siguió mirando el  mar.
La mujer del Norte siguió su deriva y halló el camino primero, por la llanura eterna, el viejo bosque luego. Los altos árboles rojos le dieron sombra. Cuando sentía hambre, tensaba el arco, disparaba la flecha, entonces el pájaro caía atravesado. La mujer comía.  Y seguía el camino.
La helada era muy fuerte. Pero el viejo soldado también. Él era la helada.
Nunca sabré si ella lo encontró. No sé que fue del viejo soldado. Lo vi partir y luego la vi llegar a ella.
Solo sé que será de mí. Tengo un bote de velas blancas. Cruzaré con él las aguas negras. Iré a los jardines de Rivendel, esos que nunca viste. Mi guerra ya terminó.
Olvidé decir al viejo soldado que la juventud es lo más viejo del mundo.


miércoles, 29 de julio de 2015

Leda y Omar

Están a mis espaldas, como fantasmas amigos, dos niños rubios a quienes el destino me deparaba en las esquinas de la vida, cuando eran adultos y hermanos que vivían apaciblemente en una casa de madera. Como el hombre feliz de Tolstoi, que no tenía camisa, ellos no tenían muchas cosas: vivían sencillamente, sin luz eléctrica (no la había en esa vieja colonia de italianos), rodeados de rosas blancas y libros.
Tal como se la ve en el retrato, Leda fue una niña increíblemente bella....(después sería una mujer increíblemente bella)....Las maestras de escuela le hicieron mucho mal, contaba, paseandola como un trofeo frente a los otros niños y exhibiendo su belleza...
Pero tal vez por eso, Leda, para la cual la belleza era todo, (la consideraba casi un valor moral), se hizo amante y experta en la suprema forma de la belleza: la Poesía....Así, con sus vestidos de lino, rodeada de rosales, me recitaba, perdida en sí misma, poemas de Byron y Espronceda, enseñándome, sin quererlo, ritmos y rimas que un día, menos breves que las rosas blancas, se me harían carne....
Leda y Omar eran mis tíos, hermanos de mi padre.La casa dónde vivían la construyó mi abuelo cuando llegó de Italia...No importaba si se compraban o alquilaban otras viviendas: la casa de su padre era sagrada. Como templo de los recuerdos o como último refugio. Ahí estaba. Con los rosales y un interior y unas caballerizas llenas de libros: política, economía, historia. Literatura policial, novela negra, novela inglesa. (fue Omar quien me enseñó la diferencia).
Omar era socialista con una gran formación en economía, completamente autodidacta. Oírlo hablar era un placer, nunca lo querías interrumpir, tal vez, repreguntarle....
Trabajaba en un almacén. Atendía el almacén, él, el máximo intelectual que traté.
Como Tom Bombadil, quería la felicidad del bosque.Y cuando volvía del almacén, releía un libro.
Con una lámpara de kerossene, un combustible que Dios creo para los pobres.
El último libro que se lo vio leer a Omar era de Kropotkin. Como uno de los indispensables de Bretch, luchó su vida entera y en sus últimos años, abrazó el anarquismo...
Recuerdo como me sonrió cuando supo que con mis 13 años, era militante, y fue a buscar un libro de Rosa de Luxemburgo para mí.
Leda me dejó su preciado guardarropa.Y antes de dejar los libros y los rosales, vio los grandes ojos verdes de mis pequeños hijos , como los suyos mismos y rió: Mirá en que forma vine a tener descendencia!

martes, 21 de julio de 2015

Que noche te guarde



Rendido y violento y suave y mío
 Yo soy copa en que viertes dulce vino

 Alma viajera en barco sin velas
Capitán extraño que en tal mar navegas

Tu sueño viaja entre estelas eternas
Que noche te guarde y día te beba

Rocen ya tus labios altares divinos
Bébase la noche tu lento suspiro

Como yo lo bebo.
Derramas la vida cual si fuera fuego

Dulce que es el hombre
Como yo lo sueño

Navegando fuerte por el río abierto
Torrente de rosas, de rosas sin dueño

Hombre derramado, derramada savia
Duérmete en la luna de más blanda agua

Derramado fuego, guerra derramada
El más dulce beso que nunca diera espada

Tormenta embriagada en un mar tibio
Y en mí te llueves en oro y en limo

Como yo te lluevo
Bendito mi vientre que cobija tu sueño


lunes, 13 de julio de 2015

ESTA ES UNA NOTA DE SEXO



Sí, cómo lo leen. Esta es una nota de sexo. Más precisamente, de sexo virtual, ese que usted y yo podríamos tener cualquier día, habitante de Montain View, Princeton o Ireland. O cualquier otra parte. Durante años fue mal visto y oculto, ridiculizado doctamente con hombres con pareja, tres mantas, cafetera y no me olvido, un título de licenciado. ¡Ellos sí que tenían sexo!, no como esos alienígenas de la web cam.
Pero la legitimación llegó.
Para que la legitimación llegue, tenemos que esperar que los licenciados comiencen  a usar lo prohibido. Entonces lo prohibido pasa a dejar de serlo.
Y así los oíamos en la radio, muy seguros, y los leímos en las revistas, y los vimos por la tele.
-Es muy sencillo- farfulla el psicólogo- con un cámara web y una persona del otro lado del océano se puede tener sexo….
Y el entrevistador se atraganta. ¿Pero por dónde?
-Por la pantalla---
-No, por dónde la cámara-dice el periodista, que es de los que todavía piensan que para tener sexo hay que meter alguna cosa por alguna parte.
Bueno, pero lo que quiero que sepan es que el sexo virtual existe desde hace….más de 200 años….
La cámara web de hoy eran sendos retratos y el lenguaje caliente eran cartas de caligrafía perfecta. Voy a reproducir algunas de la Francia de Rousseau, ya saben ustedes que soy de Historia, y voy a señalar las palabras que han cambiado para que tengan la interpretación hot correcta.
Porque no me olvido: esta es una nota de sexo.
Estas cartas son de cierta antigüedad, unos 250 años.
“Mon amour Eduard:
Añoro esas veladas junto al piano, mis manos sobre el piano, las tuyas debajo. Mis faldas crujen solas por el recuerdo. Gracias por el relicario que me mandaste: Siberia está tan lejos, Eduard mío, de París, pero ver tu barba enhiesta me hace suspirar y gemir como viento siberiano. (entonces le llamaban barba)
Cuidate de los lobos.
Elloise.”

“Mi adorada Elloise:
Estoy en la casa de tu tío, el Conde L, aquí en Moscú, y en la preciosa habitación que me destinaron, hay un retrato de tu tía bisabuela la Archiduquesa.
Me han dicho que eres igual, belle… La contemplo con manos llenas de calor, a pesar de la distancia, y me lleno de…lágrimas….(entonces a eso le llamaban lágrimas).
Oh, Mon Amour! A la noche, bajo las sábanas, seguí derramando un torrente de lágrimas….
Llora un poco por mí…..toca el piano imaginando mi barba….
Bonne nuit, belle Elloise!

Bueno, esto es una pequeña muestra de sexo virtual dieciochesco.
Espero haberlo ilustrado bien.


lunes, 6 de julio de 2015

Las cartas que amo

·¿Quiere usted actuar como un hombre inteligente? Haga de cuenta que nunca me ha conocido.Quedo de usted, quizá con un poco de desprecio, su muy humilde servidora, Gina Pietranera. (Stendhal, La Cartuja de Parma)

Las mejores cartas que leí, las más hermosamente ingeniosas, porque en ellas se deja adivinar la risa incontenible de sus verdaderos autores, ocultos casi siempre bajo sus cientos de páginas escritas, resumiendo:las mejores cartas las leí en libros.
Amo, por ejemplo, esta de Alejandro Dumas y más de una vez tuve que atarme las manos para no repetirla en mi correspondencia personal.

No cuentes conmigo, señora, para la próxima cita, últimamente tengo tantas obligaciones de ese género que he tenido que poner cierto orden.Cuando te llegue tu vez, tendré el honor de particípartelo. 
Te beso las manos
Conde de Wardes.
(Alejandro Dumas, Los tres mosqueteros)

No fueron pocas las veces que me doblé de risa, sola, sobre mi notebook o sobre Maldita Netbook, dónde escribí mi novela Rebeca, rubia, fashionista y peligrosa, que todavía busca editor.Soy capaz de darme cuenta de las ironías personales, de los sutiles golpes a malos colegas, de ese Aramis, poeta snob, que escribe versos de una sílaba, o de ese Conde de Altamira, revolucionario español en el exilio, que apenas habla de política y enseguida da consejos a Julian Sorel de cómo seducir a la hija de un marqués.
Me gustan esos, los sutiles, los que apenas se dejan adivinar tras la pluma....No me gusta la polémica gritada en los suplementos o redes sociales. 
¿Por qué si tenemos la suprema ironía escondida entre la ficción?

Para despedir el post, va esta carta de Alejandro Dumas.

"Esta es la tercera vez que te escribo para decirte que te amo. 
Cuidad que no os escriba una cuarta para deciros que os odio. 
Milady de Winter"

miércoles, 17 de junio de 2015

El túnel de Salgari

Cuando era niña quería ser una gran aventurera.Hubiera dado todo por zambullirme en una novela de Salgari o de Julio Verne, y festejar el "último" chiste de Yañez, el flemático portugués, cuando se inundan los túneles de Raimangal, la ciudad subterránea de los terribles thugs. Bueno, dado mi altura de entonces, creo que el agua me hubiera tapado siete o diez chistes antes del último...Claro que Yañez fue en su época algo muy parecido a un LooneyToon: tiene muchas más resurreciones que Cristo.
Me cae bien esa niña que huyo al País de Cristal pero antes me legó esa felicidad sabia que consiste en aceptar las cosas. Hoy adulta, ya sé que cuando el agua crece se lleva a alguien o a algo y, por fin, cuando el río crecido se lleva los troncos, los techos y las heroicas balsas, sabés que después de todo, un adulto es sólo un niño con mucho más miedo...

De niña vestía muñecas.
De adulta me hice partidaria de la sencillez elegante, entre otras cosas, demasiado femenina, a veces demasiado masculina. Tengo una falda volátil, que adquirí con el libro escrito (con tanta ilusión) sobre criaturas mitológicas.Fue el verano de 2004. Cobré 1500 pesos por esas 120 páginas (tan trabajosas, tan cuidadas, para que la inspectora mirada editora de mis libros no me reprochara tantos errores). Se suponía que el derecho a reedición me daba otros 1500 pesos y luego, ah, la traducción francesa. 1500 pesos más, les dije a mis hijos.
Y entonces llegó. El verano, esa fruta madura de la vida.La maestra de apoyo de la escuela, Liliana, se mató. Se arrojó de un séptimo piso.
No había consuelo.Le prometí a mi hijo que con los 1500 pesos encargaría una placa con el nombre de Liliana.
Nunca llegaron.
Los años se llevan inviernos crudos y flores abiertas y así fueron borrando los viejos dolores, los proyectos incumplidos.No recuerdo el apellido de Liliana.Tenía pelo largo rubio, y una gran sonrisa al presentarse.A los chicos se acercaba pidiendo que la llamen brujita.
Si me disculpan, ésta es la placa.

MAESTRA LILIANA, NUESTRA BRUJITA
TE RECORDAMOS
TUS ALUMNOS.

Sí.¿Empecé diciendo qué?Ah, yo era y soy partidaria de una elegancia sencilla, pero por algún motivo alguna gente me identifica en cierto rol de mujer adinerada. Recuerdo un viernes de mayo, en 1994. Yo tenía un sobretodo de hombre, a cuadros en blanco y negro, y llevaba de la mano a mi hija de cuatro años, y entre mis brazos, al pequeño de tres. No tenía zapatos que ponerle y por eso lo llevaba a upa. Y, sin embargo, los mendigos me pedían dinero. Recuerdo dos personas con las que hablé ese día: un chica yugoslava con un bebé en cochecito, y una señora educada y elegante..
Sra.Educada y Elegante: ¿Te olvidaste el cochecito?¿Vas a Alto Palermo?
Alto Palermo, un shopping generoso con quienes tienen dinero. Yo iba a hablar con un cura de barrio para conseguir una guardería gratuita para mis hijos y poder trabajar. El barrio del cura quedaba a cincuenta cuadras…que caminé con mis niños y sin cochecito.
Pasa el tiempo. Tengo trabajo, casa, me compro libros, vestidos, juguetes. Conozco al Escritor Famoso, Periodista de Guerra, casi un programa televisivo en carne y hueso.
Ser madre soltera hoy día no es problemame dice, con su copa de jerez.
Es el bar de un hotel cinco estrellas y el pianista toca Naranjo en Flor.


Nodije llorando apenas, mirando de costado—, ser madre soltera no es problema.