martes, 8 de diciembre de 2015

El vuelo de José Condorcanti



No es nada difícil recordarte, José. Eras quechua (y en una dimensión sos quechua). A lo largo de varios años prometiste leerme la mano: recuerdo que practicabas la quiromancia sólo los jueves. Pero todos los jueves que fui a la biblioteca dónde trabajabas, altos motivos atmosféricos alteraban los altos campos astrales. Si llovía, los espíritus ancestrales no permitían la lectura, tampoco si había viento norte. Como sea, nunca cumpliste tu promesa, y no obstante, hiciste por mí algo mucho más hermoso: me adoptaste. Como sobrina de honor, por lo cual, me anunciaste que entonces, yo también era quechua.

Lo llevé con gran orgullo. A los catorce años fue por primera vez a una manifestación de Movimiento Juventudes Indígenas. Caminé siempre sola, sin hablar con nadie, a veces sentía ( sólo sentía) miradas de soslayo con tacto de terciopelo. Algo complicado de describir o contar.

Ser la sobrina de José tuvo sus anécdotas graciosas. Un día se detuvo en el puesto de libros de mi hermano Diego, y ahí estaba mi hermana María. “No sabés, vino un tipo, vio tu nombre en la tapa de la Revista Cuasar y me dijo, Paula Ruggeri es mi sobrina”…Y entonces le conté por primera vez de José.

En las manifestaciones, si el asunto eran los Derechos Humanos, lo encontraba siempre. Recuerdo una enorme manifestación una primavera, era, creo, 1998… José me tomó del brazo y camino derecho conmigo atrás contra el paso de una enorme columna de gente. Adelante iban dirigentes envueltos en una enorme bandera de letras celestes. Y José chocó (y yo también), con la gran bandera…¡y se puso a hacer una presentación formal de mi persona a uno de los dirigentes! Y se detuvo toda la columna…

Nos reímos mucho y después fuimos a unirnos a una pequeña columna indígena. Y se puso a bailar. Lo hacía muy bien, de traje y maletín…

Su documento decía José Lanusse. En su Jujuy natal, un día tuvo que renovar el documento, y el cretino del empleado le dijo. Condorcanti no es un apellido. Y en consiguiente, le puso el apellido del entonces presidente de facto, Gral Lanusse.

Te debía esta página, José.

Una noche soñé que mis hijos mi compañero y yo volábamos, inmateriales como un soplo, sobre una planicie rocosa, roja y azafrán …..Me sentía libre, con alas de cóndor y la risa en la boca y sentí que a mi lado, mis hijos y mi compañero se sentían como yo…

Desperté, y sentí que tenía que resguardar ese sueño…

Sólo al día siguiente supe que habías muerto.

En tu despedida hubo inciensos, comida, tu hermana que lloraba y tus compañeros indígenas. Hablaron por turno, habían compartido contigo una vida de lucha. Al terminar, invitaron a hablar a los hermanos blancos.

No pude, José, tenía un nudo en la garganta. Pero sí quería hablar y lo hago hoy.

Es pobre y mezquino un mundo de un solo color. Es pobre y mezquino porque sólo separa por color a la gente para poder robar, matar, y violar. Crímenes, pecados, más fáciles de aceptar cuando han pasado quinientos años y no sirven más que para limpiar conciencias, tirando estúpidamente monumentos, con una visión de águila para todos los símbolos, y una ceguera perfectamente blanca para minimizar hablando en voz baja de costos políticos, las muertes y las golpizas de hoy. El progreso, (sin ismo), siempre se llevó por delante esas vidas, ¿no?

Estos son hechos:

En este blog entran personas de todo el mundo. Es preciso que el mundo mire a los Quom, pueblo digno como pocos que soporta un maltrato que parte de la Argentina apenas quiere mirar.

Siempre estuve con ustedes, José. Y eso no cambió.