jueves, 26 de julio de 2012

Conjuro secreto


Si  una voz te dijera
lo que al viento susurro
que suaves mis manos
te esperan allí
donde mora el ensueño
y el secreto conjuro
en ardiente promesa
te entregara a mí

Si yo te dijera
que ayer por la noche
soñaba despierta
Que tu reina fui
Y que empuñé tu cetro
para hacerlo mío
Y abriendo mis labios
tu espada me hundí

Si yo te ofreciera
Mi sangre en mis sueños
Arrojada y desnuda te dijera:
Bébeme
Y luego desmayara,
Amor y duelo, gloria de una noche:
Traspásame
Al dios le duele el amor secreto,
Roza con su espíritu de llama
Mis piernas que te abrazan en sueños
Y de fuego viste mi corazón
El fuego que gime en mis versos
La Antorcha divina
Que robó Prometeo

Este lento conjuro
Te beberá entero

domingo, 8 de julio de 2012

La mano en el hombro

Pasó hoy. Tarde fría en Buenos Aires y el corazón, también sintiendo frío. Un bar ruidoso y un hombre enfrente. El hombre es el hombre más importante de mi vida. Y ahi estaba yo, hablandole del Fantasma De Los Inviernos Pasados, aquel que nunca falta a su cita, ni aún en esos días de julio soleados donde sólo yo, veo pasar a Mi Ave Roc personal tapándome el cielo.
"Tenías frío cuando nació tu hija", me dice el Fantasma. Es el comienzo de un tenso diálogo que mantenemos cada día de fuerte helada.
 "Y no te olvides de ese hombre maduro que cuando te conoció se divertía apodándote Lolita."
"¿El que hoy está en el geriátrico, decís?", pregunto a mi vez pero la defensa es muy flaca.
El Fantasma es imperturbable. "Te decía Lolita y  después con tu hija en el vientre se burló de vos diciendo que no tenías coraje para ser madre soltera..."
Sí, digo, ese hombre luego desapareció limpiamente, tanto que me olvidé de él y tuve que pasar años oyendo chistes groseros cuando yo decía que había tenido sola a mi hija. Y en tantos años me hice de mil respuestas y en ellas abundaba el Espíritu Santo. Y hoy mi hija es una joven adulta y sana, y sólo el brillo feliz de sus enormes ojos verdes tiene el poder de convertir al Fantasma de los Inviernos Pasados en una voluta de humo que se deshace en el aire...
A Bécquer le gustaría. Mis dos hijos tienen enormes ojos verdes. "Pero no te olvides", me reclama el Fantasma, "que hubo noches que no comieron". No es cierto, digo, cuando no había otra cosa cenaban pan... ellos se acuerdan que yo caminaba en la noche treinta cuadras hasta la Escuela de Bellas Artes donde estudiaban con pan en mi bolsillo y volvían a casa comiendo pan mientras yo cargaba las esculturas en arcilla todavía húmedas. Una noche un colectivo se detuvo y el chofer nos esperó diez minutos mientras tratábamos de llegar hasta él cargados con un gran cráneo de arcilla mojada... Algún chofer de esa línea (la 47) no nos cobraba nunca el boleto...Y de eso tampoco me olvido, le digo al Fantasma.
Lloro un poco más y el hombre que me mira con enormes ojos verdes (a Becquer ese detalle le encantaría) me dice que mire mi vida hoy, mi familia hoy. Justo cuando El Fantasma De los Inviernos Pasados va a retrucar con alguna otra cosa, viene el camarero.
Es joven. Trato de engañarlo sonriendo mientras le pido un té con una porción de torta de manzanas... Después de todo, mi madre me enseñó que las emociones no se muestran.
Me lo enseñó muy mal. Lo saben todos los que me conocen.
Ahora el Fantasma se siente a sus anchas. Se sentó en la mesa y está a punto de hacer un pedido él también.
Entonces llega el camarero, que por la edad parece un hijo mío, y sirve torta, té, gaseosa (el Fantasma está estudiando la carta)... Y el camarero, de un modo que me parece magia, me pone la mano en el hombro. Ese chico hizo eso, me tomó del hombro y con la mano del camarero en el hombro y el discurrir sereno de mi esposo, El Fantasma vio claramente que estaba fuera de lugar. Notó, cual si hubiera sido educado por mi madre (tal vez lo fue), que no tenía invitación ni estaba vestido para la oportunidad.
Entonces dejó la carta sobre la mesa, se levantó abruptamente, se subió las solapas del sobretodo (es un frío Invierno) y se deshizo en volutas de humo hasta desaparecer.

domingo, 1 de julio de 2012

La Sorbona y yo



Como buena escritora maldita, que no piensa en su éxito sino en el de sus futuros nietos, hace años que junto basura. Es decir, guardo todos mis manuscritos. Cuando era joven los guardaba para esos seres brillantes de la Sorbona que iban a comprender y analizar cada borroneado de mis textos. Ya un poco mayorcita, conocí algunos tipos y tipas de la Sorbona y me volví práctica: los guardaba para esos atorrantes y vagos de la Sorbona que viven de becas y subsidios. De todas formas, a mí como a Napoleón, me interesa el aspecto, para unos pasado de moda, de la gloria.
La gloria póstuma es redituable de dos maneras. Una es la burguesa, y consiste en que los nietos se enriquecen vendiendo nuestra basura y en los suplementos un montón de gente cobra por discutir la inmoralidad de publicar lo que nosotros en vida decidimos dejar inédito( ja, ja, ja) O sea, el aspecto burgués es el de alimentar a muchos vagos, además de nuestros nietos. El otro aspecto no es burgués, es sacramente egipcio. En nuestra época no podemos aspirar a pirámides, pero nuestras sombras lastimosas estarán más satisfechas de una tumba en la Chacarita llena de latas de cerveza, paquetes de cigarrillos y pintadas en aerosol, más quejas de los parientes de nuestros vecinos por todos los que nos visitan en nuestra última morada, que de mirar nuestras tumbas para encontrar tres margaritas resecas de nuestros parientes y nada más.
En fin, de todas formas mi temperamento es más burgués que egipcio, y aunque me agrade la idea de latas de cerveza en mi tumba, me agrada más pensar en mis nietos con la calculadora en la mano vendiendo en Sotherbys las boludeces que guardo ahora en los cajones.
Como las cosas hay que hacerlas bien (y sugiero a todos los autores malditos que sigan mi ejemplo) cuando tengo un rato libre busco los poemas (horrendas imitaciones de Byron que escribía en 1995) y escribo frases de genio torturado en los márgenes (siempre cuido tachar una o dos palabras). Piense que mucha gente de letras se dedica a los estudios genéticos y tachar es necesario para ayudar a su trabajo. Un poeta que no tacha y no hace muchas versiones no colabora con los cupos de becas, algo así como que cierra puestos de trabajo de licenciados en Letras¿me explico?. Bueno, escribo una frase genial, un sábado a la tarde sin mucho que hacer, y tacho un poco.
Por ejemplo:
"Estoy poseída, poseída, poseída. Un demonio me persigue día y noche. Mi madre dice que es el portero que viene a cobrar las expensas, pero para mí es una musa que me empuja a escribir más y más, cada vez que toca el timbre escribo con tanta fuerza que el lápiz se rompe"(aquí una mancha negra que atestigua que rompí otro lápiz) "Escribo y escribo(anoto en el margen):las expensas aumentarán igual. Chopin y George Sand nunca las pagaban, tampoco Lautremont"
Guardo cuidadosamente, por supuesto, el lápiz que rompí en ocasión de escribir esto.
Bueno, ya lo saben. Hagan la fortuna de su descendencia, los estudios genéticos están en su apogeo y los genetistas de letras son cada vez más. Y la expensas van a seguir aumentando.Escriban cada papel que se les ponga en frente, tachen, hagan dibujitos, etc... Una puede ser maldita ahora porque no se imagina a Lautremont pagando las expensas ni a Chopin en la panadería.
Pero no hay que dejar a los nietos sin nada.¿O NO?