viernes, 24 de agosto de 2007

Acercándonos a Dickens

A propósito de unos comentarios dejados más abajo por alguien que se hace llamar Emilia Attias, hablaré esta vez de Dickens.Dickens era guapísimo, como se puede ver en el daguerrotipo reproducido en la edición de su biografía escrita por J. B. Priestley, que lo muestra a los cuarenta años. De hecho, su éxito se debía no sólo a sus libros, sino a sus lecturas públicas de poesía y obras de teatro.Tal vez te hubiera dado un papel, Emilia ¿por qué no?Empezó escribiendo en revistas que valían céntimos y no leía la gente culta. Su ascenso fue poco a poco y con mucho esfuerzo, destacándose primero como humorista genial bajo el seudónimo de Boz, con el que fue conocido muchos años. Pero antes de eso, hubo un ascenso más lento todavía, del chico de doce años que trabajaba en una fábrica de betún al autor exitoso y respetado por todos. Dickens conoció muchas Joannas, y tenía un profundo cariño y respeto por las mujeres, sobre todo por las pobres, eso se evidencia en sus personajes, que son casi ángeles,como la Inés de David Coperfield o la terrible y tristísima Anita, de El hijo de la parroquia, novela más conocida como Oliverio Twist.
Solamente los idiotas piensan que ya no hay Sikes asesinos de Anita y que no hay Carlitos Bates ni Fagin que lo explote en el mundo. Sólo los tontos son incapaces de ver la belleza en la última mirada de Sidney Carton. Este mundo es el mismo mundo que dejó Dickens, con Anita y con Joannna. Lo único que falta son sus ojos para mirarlo.

domingo, 19 de agosto de 2007

Volvé, Dickens

La vidriera era oscura. Tan oscura era, negro de hollín, negro de noche, que si no fuera por la cartulina amarilla que decía "Manos: cinco pesos" hubiera seguido de largo. Pasé de largo treinta veces, cincuenta, cien, no sé cuántas, pero un día me detuve.
Manos: cinco pesos. Alcé la vista y unas letras que supieron ser luminosas decían JOANNA, peluquería . No decían eso, el nombre era otro. No me interesa ser realista al extremo de perjudicar a la gente buena. eso se los dejó a muchos de mis colegas. La mezcla del periodismo y la literatura es un monstruo de dos cabezas que siempre me fue ajeno.
JOANNA, peluquería. Toqué la puerta. Un mujer joven, delgada y menuda, peinada con una sencilla cola de caballo, abrió la puerta, trabada por una cadena.
-¿Sí? inquirió. Tenía esa cara de pocos amigos que da el cansancio.
Le señalé el cartel.
El interior era alumbrado por una luz de cuadro de Van Gogh que se obtiene fácilmente con una lampara de 25, esa luz amarilla de los bares donde se emborrachan sus personajes. El espejo estaba rajado, el tapizado de la butaca, roto, con la gomaespuma asomando.
Lo único que brillaba era un televisor.
Me ofreció una silla. El televisor era en blanco y negro y estaban dando una telenovela. Joanna, supongamos que es su nombre, no le podía sacar los ojos de encima. Puso una mesita a regañadientes y encima de ella una toalla sucia. Luego empezó a limarme la uñas. Cada diez segundos se daba vuelta a mirar la pantalla: una joven actriz ( después reconocí a Emilia Attias) resistía con heroísmo el acoso de un vulgar malandrín. Su nobleza era maravillosa. Así lo vi, porque estaba viéndolo con Joanna. Si lo hubiera visto en mi casa o en cualquier otro lado, hubiera pensado que eran dos actores patéticos con un guión de cuarta pensado para idiotas. Pero no era así, entendí , ella era noble y bella y él un vulgar malandra. Ella jamás venderá un milímetro de su piel. Ella es como Joanna, imagino. Entonces viene el corte y me pone una mano de calcio. Sacudiéndose la aventura de la mirada, me pregunta si quiero un par de medias por dos pesos.
Veo un diploma colgado en la pared, con manchas verdes. Veo que Joanna se recibió de peluquera en una academia en 1990. Tal vez tenga mi edad, pero parece más joven. Su corazón puro y sin mácula la mantuvo así.
Me llevo las medias, las manos esmaltadas y la absoluta conciencia de que el peor actor del mundo tiene una misión que cumplir y que la peor de las ficciones es mejor que lo real.
Ya lo sabía. Lo sabía cuando leía Los tres mosqueteros en el fondo de mi casa de Villa Urquiza. Lo supe siempre pero lo había olvidado. Ahora yo escribo ficciones y me preocupan demasiado los engranajes, tuercas y tornillos.
Esto pasó hace dos meses. Ahora camino por esa calle todos los días y busco la peluquería de Joanna, con sus vidrios de hollín. Y no la encuentro. Se esfumó, como un fantasma que vivió demasiado tiempo a la sombra de la gran avenida y se fue, en busca de refugio, con su televisor y sus heroínas de corazón puro. Como ella misma.

domingo, 12 de agosto de 2007

La Tía María me retó

¿Qué son esas fotos indecentes que aparecieron en tu estúpido blog y ese lenguaje desvergonzado?
Me dijo la tía María desde su alta estatura en el retrato que está colgado en el sótano.
-¿Desde cuándo sabe lo que es un blog, tía? protesté. Yo venía a hacerle una pregunta sobre Monet(¿Como podía tener una amiga tan remilgada como ella un pintor?),pero ella me sermoneó como siempre. Los fantasmas son muy complicados porque se quedan en el tiempo y no avanzan. Siguen con los mismos peinados anticuados, con esos ridículos quevedos, con esas faldas con puntilla y almidón. Por eso me admiró que desde su triste foto sepia, mi tía María me hablara del blog.
-Una tía bisabuela tiene que estar enterada de lo que hace su descendencia. ¿que diría tu antepasado, el general del imperio?
-Diría que me parezco a madame Saint Gein.
-No se dice así. Lavanderas. bah.¿Leiste el libro que te di?
-No, maldita sea. ¿por qué no me consigue el Libro de Horas del Duque de Berry? Eso es más divertido que las memorias de Una monja en Bélgica, tomo 2.
-Una dama se cose la boca antes de decir maldita sea.
-Usted lo dice, tía María
-Con toda razón: a mí me cosieron la boca.
-Puaj, dije.
-Hija, cuando te morís perdés la verguenza, eso dicen por acá.
-En el internado de París no le enseñaron buenos modales.
-Ahora sos vos la remilgada. ¿Leíste lo de Tanhauser que te pasé?
-Las chanchadas de la época victoriana. ¿Le dije que se parece a la Reina Victoria?
-Era una gran mujer
-Era gorda.
-¿Te parece poco estricto mi régimen?
Los muertos son muy indecentes, no hay nada que hacer. Hablan con total naturalidad de las cosas más asquerosas, como si hubieran pasado la vida en la morgue. Pero a ella le escandalizan mis fotos indecentes.
-Tía, háblame de Monet.
-No hasta que saques esas fotos asquerosas.
No había nada más que decir. El viejo general de Napoleón roncaba, se divertiría bastante en las tabernas cuando era dragón de la reina. El capitán de la primera guerra leía a Proust. La francesita que se borró la nacionalidad del documento miraba a la arrogante Tía María asustada. Tantos retratos en el sótano me llevaron a escribir cuentos de fantasmas. Ahora dejo el sótano que se cubre de niebla y subo la escalera inexistente y miro las fotos.
La entiendo. Ella usaba corset y tres capas de enaguas y tenía un libro de oraciones en la mesa de luz. Me probé sus enaguas jugando cuando era chica y me abaniqué con sus plumas de pájaro pintadas, doradas y engarzadas. Ese tiempo muerto que conozco tan bien me dejó la nostalgia por lo que me faltó conocer y me llevó a tener menos tolerancia a la cultura masiva que la tiene la Tía María a mi tonto blog.

lunes, 6 de agosto de 2007

protesto ante este atropello

Una no le hace mal a nadie, lee su Steinbeck como es debido y encontró la perla de los mundos: un tronquito de manzana que da luz por la noches. Es simple. si encuentras la perla de los mundos, ten cuidado con la gente que entra en tu casa. Los griegos tenían un nombre para esto: la piedra de toque. Cuando el hombre la roza, se ve tal cual es. Es como el daño de Isildur, mi tronquito de manzana.
Lo recobraré, Asad Manhar, si no me toman la denuncia en la comisaria recurriré a La Haya. Hubiera preferido que me tiraran el tronquito a la basura a que cayera en manos ajenas. A menos que ofrezcas completas garantías de que tratarás a mi tronquito de manzana como es debido, te denunciaré como profanador de heladeras. Yo quería ver que extrañas formas en el aire nocturno me permitían apreciar sus suaves iridiscencias.
Llamé a mi abogado pero me recetó pastillas. tal vez me equivoqué de número.
Dime que cuidarás a mi tronquito y no recurriré a la Corte de Bruselas. Dime que le darás su anilina colibrí todas las noches a las nueve. Júralo, así mañana ya puedo dejar el tronquito de manzana y cambiar de tema. Esta autopsia ya dura hace una semana y hay temas urgentes que tratar. El planeta peligra. No puedo seguir con el mismo tronco de manzana toda la vida. Asuntos impostergables me esperan.
Cualquier duda sobre el particular y a cualquiera al que le pueda parecer absurdo mi reclamo: que lea los infames comentarios al informe forense parte 18

viernes, 3 de agosto de 2007

informe forense parte 18

Algunos pasos de mi autopsia del tronquito de manzana se los ahorré porque eran demasiado escabrosos,poco aptos para la sensibilidad de ustedes. Los colores irisdiscentes que adoptó el tronco solitario, en su belleza final, apenas cubierto con un milímetro cúbico de anilina colibrí, fueron fatales y misteriosos. Un fruto no se resigna a despedirse de la vida, al frío de la heladera. Trata de escapar de la espantosa prisión al que lo sometemos.
Sentí el cantar de un pájaro sin amante en la madrugada, ese pájaro que llaman el zorzal, entonces desperté y vi que sólo soñaba y que el tronquito de manzana ya no estaba en la heladera. había viajado en la noche misteriosa al País de Nunca Jamás,tras la sombra de otra manzana, visitaría al fastasma de Marley en la ventana de Scrooge, navegaría en busca de la ballena blanca o algún desconsiderado me lo tiró a la basura.
Pero jamás olvidaré que vi sus tonos irisdicentes reberberar en la noche oscura.

miércoles, 1 de agosto de 2007

Comprendí

Los comprendo. Yo pensaba seguir hablando de Sade, y de como los Crímenes del amor son los únicos relatos con simetría que escribió, (estaría engripado o libre),y de cómo es el ejemplo perfecto para la defensa de la censura, ya que si uno lee la versión resumida en sesenta páginas de la novela Alina y Valcour piensa que es un genio,mientras que si uno lee la versión completa de seiscientas paginas se da cuenta de que el genio fue el que la resumió y logró encontrar algo rescatable en esa basofia. Yo pensaba hablarles del hecho llamativo y curioso de la buena prensa del marques de Sade entre la intelectualidad de izquierda y explicarlo humildemente señalando que él atacaba la inmoralidad del estado con el verdadero fin de defender la inmoralidad privada (la inmoralidad suya contra la del estado que lo juzgaba) Un extraño liberalismo aplaudido en forma asombrosa por gente que debería pensarlo un poco mejor. Pero en fin, es inútil. Ya comprendí. No vale la pena escribir un ensayo más sobre el marques de Sade. Los comentarios estan en la primera entrada, donde con total humildad pregunté si creen que soy sexy. Así que basta, jamás Rial me invitará a hablar de la novela epistolar del siglo XVIII. (con todo lo que puedo decir si me dejan, por ejemplo, el rastro visible hasta Bram Stoker) No , eso no interesa, interesa un tema de Rod. Así que puse una nueva foto y les pregunto¿Creen que soy sexy también con pollera larga?