domingo, 30 de septiembre de 2007

El arte de hacerse despedir. Parte 1

Decía Jonathan Swift una famosa frase que es la siguiente: se reconoce a un genio cuando los necios se conjuran contra él. Personalmente la noción de genio es demasiado alemana y en sí misma muy ególatra para mi gusto, los genios alemanes suelen describir las característcas físicas del genio, por ejemplo, Schopenhauer "el genio es petiso, pelado y gordo" dice el tipo, o sea es como él u Otto Weininger, más generoso, sólo reconoce en él mismo los atributos más elementales diciendo"nunca una mujer puede ser un genio", por lo cual se decanta que cualquier hombre puede serlo, no le importa si es petiso, tiene frente amplia y el viento sacude su cabellera leonina, que sí son condiciones indispensables si ustedes quieren ser Beethoven o Schopenhauer. Y saber alemán. Pero si quiere ser Weininger, con ser hombre basta.
Bueno, estas son necedades. La cuestión es acá dar mis modestas lecciones para todo aquel que quiera hacerse despedir de su trabajo rápidamente. Así que volvamos a la frase de Swift.
Reconocemos a un genio porque los necios se conjuran contra él, dice el tipo.
La vida está llena de casos donde un grupo de necios se conjura contra otro necio, que no por eso se cree un genio. Ustedes y yo nos reconocemos en ese último grupo. Somos necios y nos molestan otros necios como nosotros.
Ser un necio es relativo. Ahora, justamente ser un genio es un absoluto. ¿entienden? Tienen que empezar a comportarse como absolutos y no como relativos. Y decir frases como las dos últimas que dije yo, que no se entienden un carajo. ¿Qué es ser un absoluto? Pregúntenle a otro, hace dos frases que soy un genio y no me sé explicar.Todas sus acciones tienen que así, singulares, claras y contundentes. Si usted quiere ser despedido rápidamente, sea un genio.
Analizando el comportamiento de los genios, no es difícil ser uno de ellos. Por ejemplo, los que conocieron a Gregorio de Laferrére decían que él solía escribir en bares y reírse solo a carcajadas mientras lo hacía. Eso no es difícil. Los que conocieron a Einstein cuentan que se ponía medias de pares distintos. ¿Quién no pierde las medias? Ven que ser un genio hasta ahora no ofrece grandes dificultades.
¿Pero qué tiene que ver esto con hacerse despedir?
Supongamos que usted es cajera de un supermercado. Además es un genio. Se pone una media azul y otra verde. Bien, por eso no la despedirán.
¿Pero qué hay si se pone a escribir sobre la caja riéndose a carcajadas?. No necesita reírse, la despedirán en el acto sólo por escribir. Pero si se ríe, lo hará con estilo. Eso es lo que nos importa.
¿Entienden? Mañana les daré recetas infalibles para ser despedidos.
Mientras reflexionen sobre las diferencias entre genios y necios.

viernes, 14 de septiembre de 2007

Verdaderos románticos

Esto sucedió hace unos años. Yo buscaba inspiración para mis primeros escritos, o sea, fue hace muchos años. Un escritor viejo y presuntamente sabio me convenció de que escribía puras boludeces y de que los grandes autores eran los amargos, como ,por ejemplo, Cioran. Un talento también medio viejardo pero esta vez uruguayo me reprochó el final (según él feliz) de mi cuento El Diablo enamorado y me aconsejó que sacara la porquería de mi interior antes de escribir. El éxito de un compañero de secundaria con una obra llamada Coágulo me hizo pensar que tenían razón. De hecho a uno de esos viejardos le llueve el exito por haber publicado un libro que se llama Miasmas. Mientras, yo sigo acá maldita esperando que me publiquen, que es más aburrido que chupar un clavo. Aunque no se crean. Chupar clavos también tiene lo suyo. Incluso si entre mis lectores hay algún amable gótico, lo remito a la célebre frase de Dickens en el comienzo de Canción de Navidad. "en el ramo de la ferretería, lo más muerto es el clavo del ataúd" Innegable. Chupar clavos no tiene nada de malo. Chupar cirios ya es otra cosa. Demasiado explícito para mi gusto. Y los cirios son de sebo, se derriten. Bueno, nunca chupé un cirio,son sólo deducciones. Convencida. volviendo al principio, de que tenían razón y de que mi alma podrida tendría que pudrirse más para poder escribir cosas amargas de buen tono (y que me publiquen y me den un Premio Municipal o una beca Fullbright así no laburo más)me iba a la sala de espera del Clínicas a inspirarme. Ahí conocí a muchas personas que me comentaron cosas apasionantes y supe todo de la tuberculosis, el asma, la bursitis rotuliana, la incontinencia urinaria y verbal, todo material para escribir bien y no boludeces alegres como venía escribiendo hasta la fecha. Libros a los que ponerles de nombre "Muchos coágulos" o "Miasmas varias". "Larvas y Gusanos" Es más. La sorprendente biografía de un gusano del cementerio, pero escrito con lenguaje psicoanálítico y que me diera una beca por fin. Pero ocurrió que conocí a otra persona en mi condición, otra que iba a inspirarse al Clínicas. Fue en el consultorio del ginecólogo. Yo veía a la vieja escribir y escribir en un cuaderno azul. Era poeta y riojana. Le habían dado una beca menemista para que escribiera cosas asquerosas con vistas a ser el próximo Premio Nacional. Le expuse mi triste caso y enseguida me interpretó. -Mirá- me dijo- Sos demasiado joven y mofletuda para escribir sobre la porquería de la putrefacción. Yo te regalo este poema que acabo de escribir y con eso seguro que aunque sea una beca de 200 pesos te dan. La verdad es que el poema me dio verguenza hasta el día de hoy. Nunca lo publiqué con mi nombre. Esta es la primera vez que lo hago. Necesito doscientos pesos, de dónde sea, para comprarme un piloto como el de Ingrid Bergman. Tengo una campera de motoquero que me quedó de cuando repartía pollos en moto, pero quién es sexy con eso. Bueno, publico el poema a ver si me dan una beca o un Premio Nacional, Municipal, Vecinal. Cualquier cosa me viene bien. Y estreno Coágulo 2 en cualquier momento.

EL CLÍNICAS

Ginecólogo eras... cómo me enamorabas
cuando entreabrían tus dedos enguantados
la bata hospitalaria.

Jamás quiso el destino
impedir el paso a esa mujer rastrera
que todo devaneo interrumpía
censura maligna en forma de enfermera.

Y cuando al fin te introducías
adoptando el disfraz de un escalpelo
“¡alto ahí!” --exclamas, dios egipcio--
“esto no es mi amor un escalpelo
es un descartable espéculo.”

¡Oh, amor mío! No lo descartes
permíteme guardarlo de recuerdo
y cubrirlo de amorosos besos
cuando ya anciana sueñe el himeneo.