miércoles, 29 de julio de 2015

Leda y Omar

Están a mis espaldas, como fantasmas amigos, dos niños rubios a quienes el destino me deparaba en las esquinas de la vida, cuando eran adultos y hermanos que vivían apaciblemente en una casa de madera. Como el hombre feliz de Tolstoi, que no tenía camisa, ellos no tenían muchas cosas: vivían sencillamente, sin luz eléctrica (no la había en esa vieja colonia de italianos), rodeados de rosas blancas y libros.
Tal como se la ve en el retrato, Leda fue una niña increíblemente bella....(después sería una mujer increíblemente bella)....Las maestras de escuela le hicieron mucho mal, contaba, paseandola como un trofeo frente a los otros niños y exhibiendo su belleza...
Pero tal vez por eso, Leda, para la cual la belleza era todo, (la consideraba casi un valor moral), se hizo amante y experta en la suprema forma de la belleza: la Poesía....Así, con sus vestidos de lino, rodeada de rosales, me recitaba, perdida en sí misma, poemas de Byron y Espronceda, enseñándome, sin quererlo, ritmos y rimas que un día, menos breves que las rosas blancas, se me harían carne....
Leda y Omar eran mis tíos, hermanos de mi padre.La casa dónde vivían la construyó mi abuelo cuando llegó de Italia...No importaba si se compraban o alquilaban otras viviendas: la casa de su padre era sagrada. Como templo de los recuerdos o como último refugio. Ahí estaba. Con los rosales y un interior y unas caballerizas llenas de libros: política, economía, historia. Literatura policial, novela negra, novela inglesa. (fue Omar quien me enseñó la diferencia).
Omar era socialista con una gran formación en economía, completamente autodidacta. Oírlo hablar era un placer, nunca lo querías interrumpir, tal vez, repreguntarle....
Trabajaba en un almacén. Atendía el almacén, él, el máximo intelectual que traté.
Como Tom Bombadil, quería la felicidad del bosque.Y cuando volvía del almacén, releía un libro.
Con una lámpara de kerossene, un combustible que Dios creo para los pobres.
El último libro que se lo vio leer a Omar era de Kropotkin. Como uno de los indispensables de Bretch, luchó su vida entera y en sus últimos años, abrazó el anarquismo...
Recuerdo como me sonrió cuando supo que con mis 13 años, era militante, y fue a buscar un libro de Rosa de Luxemburgo para mí.
Leda me dejó su preciado guardarropa.Y antes de dejar los libros y los rosales, vio los grandes ojos verdes de mis pequeños hijos , como los suyos mismos y rió: Mirá en que forma vine a tener descendencia!

martes, 21 de julio de 2015

Que noche te guarde



Rendido y violento y suave y mío
 Yo soy copa en que viertes dulce vino

 Alma viajera en barco sin velas
Capitán extraño que en tal mar navegas

Tu sueño viaja entre estelas eternas
Que noche te guarde y día te beba

Rocen ya tus labios altares divinos
Bébase la noche tu lento suspiro

Como yo lo bebo.
Derramas la vida cual si fuera fuego

Dulce que es el hombre
Como yo lo sueño

Navegando fuerte por el río abierto
Torrente de rosas, de rosas sin dueño

Hombre derramado, derramada savia
Duérmete en la luna de más blanda agua

Derramado fuego, guerra derramada
El más dulce beso que nunca diera espada

Tormenta embriagada en un mar tibio
Y en mí te llueves en oro y en limo

Como yo te lluevo
Bendito mi vientre que cobija tu sueño


lunes, 13 de julio de 2015

ESTA ES UNA NOTA DE SEXO



Sí, cómo lo leen. Esta es una nota de sexo. Más precisamente, de sexo virtual, ese que usted y yo podríamos tener cualquier día, habitante de Montain View, Princeton o Ireland. O cualquier otra parte. Durante años fue mal visto y oculto, ridiculizado doctamente con hombres con pareja, tres mantas, cafetera y no me olvido, un título de licenciado. ¡Ellos sí que tenían sexo!, no como esos alienígenas de la web cam.
Pero la legitimación llegó.
Para que la legitimación llegue, tenemos que esperar que los licenciados comiencen  a usar lo prohibido. Entonces lo prohibido pasa a dejar de serlo.
Y así los oíamos en la radio, muy seguros, y los leímos en las revistas, y los vimos por la tele.
-Es muy sencillo- farfulla el psicólogo- con un cámara web y una persona del otro lado del océano se puede tener sexo….
Y el entrevistador se atraganta. ¿Pero por dónde?
-Por la pantalla---
-No, por dónde la cámara-dice el periodista, que es de los que todavía piensan que para tener sexo hay que meter alguna cosa por alguna parte.
Bueno, pero lo que quiero que sepan es que el sexo virtual existe desde hace….más de 200 años….
La cámara web de hoy eran sendos retratos y el lenguaje caliente eran cartas de caligrafía perfecta. Voy a reproducir algunas de la Francia de Rousseau, ya saben ustedes que soy de Historia, y voy a señalar las palabras que han cambiado para que tengan la interpretación hot correcta.
Porque no me olvido: esta es una nota de sexo.
Estas cartas son de cierta antigüedad, unos 250 años.
“Mon amour Eduard:
Añoro esas veladas junto al piano, mis manos sobre el piano, las tuyas debajo. Mis faldas crujen solas por el recuerdo. Gracias por el relicario que me mandaste: Siberia está tan lejos, Eduard mío, de París, pero ver tu barba enhiesta me hace suspirar y gemir como viento siberiano. (entonces le llamaban barba)
Cuidate de los lobos.
Elloise.”

“Mi adorada Elloise:
Estoy en la casa de tu tío, el Conde L, aquí en Moscú, y en la preciosa habitación que me destinaron, hay un retrato de tu tía bisabuela la Archiduquesa.
Me han dicho que eres igual, belle… La contemplo con manos llenas de calor, a pesar de la distancia, y me lleno de…lágrimas….(entonces a eso le llamaban lágrimas).
Oh, Mon Amour! A la noche, bajo las sábanas, seguí derramando un torrente de lágrimas….
Llora un poco por mí…..toca el piano imaginando mi barba….
Bonne nuit, belle Elloise!

Bueno, esto es una pequeña muestra de sexo virtual dieciochesco.
Espero haberlo ilustrado bien.


lunes, 6 de julio de 2015

Las cartas que amo

·¿Quiere usted actuar como un hombre inteligente? Haga de cuenta que nunca me ha conocido.Quedo de usted, quizá con un poco de desprecio, su muy humilde servidora, Gina Pietranera. (Stendhal, La Cartuja de Parma)

Las mejores cartas que leí, las más hermosamente ingeniosas, porque en ellas se deja adivinar la risa incontenible de sus verdaderos autores, ocultos casi siempre bajo sus cientos de páginas escritas, resumiendo:las mejores cartas las leí en libros.
Amo, por ejemplo, esta de Alejandro Dumas y más de una vez tuve que atarme las manos para no repetirla en mi correspondencia personal.

No cuentes conmigo, señora, para la próxima cita, últimamente tengo tantas obligaciones de ese género que he tenido que poner cierto orden.Cuando te llegue tu vez, tendré el honor de particípartelo. 
Te beso las manos
Conde de Wardes.
(Alejandro Dumas, Los tres mosqueteros)

No fueron pocas las veces que me doblé de risa, sola, sobre mi notebook o sobre Maldita Netbook, dónde escribí mi novela Rebeca, rubia, fashionista y peligrosa, que todavía busca editor.Soy capaz de darme cuenta de las ironías personales, de los sutiles golpes a malos colegas, de ese Aramis, poeta snob, que escribe versos de una sílaba, o de ese Conde de Altamira, revolucionario español en el exilio, que apenas habla de política y enseguida da consejos a Julian Sorel de cómo seducir a la hija de un marqués.
Me gustan esos, los sutiles, los que apenas se dejan adivinar tras la pluma....No me gusta la polémica gritada en los suplementos o redes sociales. 
¿Por qué si tenemos la suprema ironía escondida entre la ficción?

Para despedir el post, va esta carta de Alejandro Dumas.

"Esta es la tercera vez que te escribo para decirte que te amo. 
Cuidad que no os escriba una cuarta para deciros que os odio. 
Milady de Winter"