viernes, 26 de mayo de 2017

Bebe, copa

Un perfume árabe
Una flor dorada
Un muy suave beso
Violenta y desmaya

Transporta a mi boca
Miel dulce y dorada
Mi boca es una copa
Una copa muy blanda
Agua en que yo bebo
La suavidad de la espada

La quiero
Así que dame
Dame la noche, la lluvia, la luna anegada
Dame la orquídea abierta
El perfume de la flor dorada
Dale a mi boca, copa
Dale tu beso de miel, espada hecha agua


viernes, 19 de mayo de 2017

El viejo ministro y la manifestante

Conozco ministros desde mi infancia. El malvado cardenal Richelieu, el avaro y ladino cardenal Mazarino, y otros ministros de la historia que encarnaron en personajes más o menos caricaturescos, más o menos terribles.
A Conrado lo conocí por mi padre, de quien fue un buen y leal amigo.
Tenía, ya ex ministro y ex senador, un despacho cálido y luminoso sobre una avenida, con un secretario, un gran escritorio rodeado de plantas,  una ventana que dejaba pasar la luz y  era amplia y sin cortinas. Biblioteca. Foto del ministro entregándole a Diego Armando Maradona una copa mundial.
El despacho de un hombre que los había tenido en los frágiles palacios del poder narraba sus logros con modestia.
Algunas tardes de otoño (a él le gustaba mucho el otoño), me recibía para hablar de política con más amabilidad por parte de él que mía.
Era la lógica del poder y la lógica de la barricada. Un diálogo armónico, porque ni el poder es tan fuerte, ni la barricada tan débil.
Una tarde hablábamos del alzamiento militar de una famosa Semana Santa. Yo era una estudiante de 16 años, y él un ministro de gobierno. Los militares se habían acuartelado y las multitudes llenaron las calles y plazas, al grito de "Si se atreven les quemamos los cuarteles". Posteriormente, se discutió mucho la decisión del gobierno democrático de entablar una negociación con los militares rebeldes.
-Lo que pasa Paula-me dijo esa tarde Conrado- es que hubiera sido un baño de sangre.
-Pero nosotros estábamos dispuestos a enfrentarlos- exclamé.
Conrado me dio la lección de política más importante de mi vida.
-¡Paula! ¡mi hijo estaba allí!

viernes, 5 de mayo de 2017

La Ninfa

La Ninfa

Su pequeña fuente para ella es un lago. No importa que el ruido de las avenidas cercanas perturben las ondas de las aguas: ella está ahí, por voluntad de un escultor, como un último chiste de artista lanzado a la gran ciudad, antes de que se convierta en eso, una gran ciudad. Ahí, en ese Jardín Botánico que es una paradoja viva, verde, y piedra, un retiro para paseantes, para lectores y para enamorados.
Los escultores y los paisajistas trabajaron en común: el jardín esconde varios secretos y uno de ellos es que una pequeña escultura es completada por la curva de una planta colocada artísticamente detrás.
Cualquiera que haya plantado un árbol sabe que es una forma de poesía ¿cómo no iba ser maravilloso el trabajo de escultores y botánicos juntos?
De niña, paseaba mucho con mi madre por este gran jardín. La tierra de los senderos es roja (tierra traída, según mi madre, de la provincia de Misiones, dónde está el Iguazú y su catarata)
Ella sabe de paisajismo: así como Carlos Thays diseñó el Botánico de Buenos Aires, su bisabuelo el belga Gislain Espagne diseñó los parques de la ciudad de La Plata, capital de la Provincia de Buenos Aires, y una usina cultural, científica y artística como hay pocas. Contratado durante la época de su fundación, Gislain se ocupó de hacer traer bulbos y semillas de todas partes del mundo, trasladadas en condiciones severamente indicadas por él, distintas según cada bulbo, para hacer de los parques de La Plata una reserva de plantas y árboles que representara cada rincón del planeta.
Mi abuela me contó que a Gislain un señor le encargó un parque para su esposa. Bajo la ventana de ella había un terreno yermo. Gislain trabajó en silencio con ocho jardineros toda la noche. La señora durmió normalmente.
Cuando despertó, abrió la ventana para ver un hermoso parque…
Volviendo a ella, la ninfa del Jardín Botánico; ella está ahí para recibirte. No importa cuán gris pongan los autos y colectivos el color celeste del día. Te olvidas las palabras histeria, desamor, pulsión, sentido, displacer. Olvidas a Flaubert, a Merimee , a Freud y a Eva Sunnz.
Mírala, se mueve. Da la vuelta alrededor de la fuente, ella te mira, no te mira, te busca con un movimiento de la mano, te habla de amor, te susurra, te dice que la mujer tuvo siempre un cuerpo fuerte, y que su seducción y la debilidad no tienen nada que hacer juntas.

Ella está acá, con su gracia, con su movimiento juguetón impreso en la piedra por un escultor para que nunca olvides que el amor es sólo un juego.