lunes, 27 de mayo de 2019

Dos poemas

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En las cálidas noches de verano
Me quiebro sobre tu sombra
Y te entrego mis labios
Me pareces el Oriente
En las cálidas noches de verano
Me pareces dorado
Yo desmayo durante esas noches
Y juro mi amor a Baco
En las cálidas noches de verano
Yo me curvo y como las flores
Me quiebro rápido
Y soy el fruto que palpita en tu boca
Y me abro como un río
Que corre sin descanso
Y grito como la rompiente
En las cálidas noches de verano
Yo te tengo en mi seno y mi garganta
Es puro limo dorado


En las cálidas noches de verano
Soy como la corriente del arroyo
Soy como la hierba húmeda
Soy puro limo dorado



ll

Si  una voz te dijera
lo que al viento susurro
que suaves mis manos
te esperan allí
donde mora el ensueño
y el secreto conjuro
en ardiente promesa
te entregara a mí

Si yo te dijera
que ayer por la noche
soñaba despierta
Que tu reina fui
Y que empuñé tu cetro
para hacerlo mío
Y abriendo mis labios
tu espada me hundí

Si yo te ofreciera
Mi sangre en mis sueños
Arrojada y desnuda te dijera:
Bébeme
Y luego desmayara,
Amor y duelo, gloria de una noche:
Traspásame
Al dios le duele el amor secreto,
Roza con su espíritu de llama
Mis piernas que te abrazan en sueños
Y de fuego viste mi corazón
El fuego que gime en mis versos
La Antorcha divina
Que robó Prometeo

Este lento conjuro
Te beberá entero


sábado, 25 de mayo de 2019

Crónica de Buenos Aires


El hombre del brazo cortado

Él me espera, agazapado en una esquina. Camino por la Avenida Cerviño, uno de los sitios más elegantes, exclusivos y cool de Buenos Aires. Justamente por eso, el hombre del brazo cortado, con delgados jirones de sangre, el hombre del brazo desnudo, con una remera arremangada, está allí.
Dije que me espera, y en rigor, no me espera a mí, sino a cualquiera que atienda su sangriento llamado a la atención. La gente elegante (o no) camina y se aleja de él.
Resultó equivocada la estratagema. Involuntariamente pero sin equivocación, el hombre provoca rechazo.
Para cuando me interceptó en mi caminata, estaba exasperado y desesperado.
-Quiero comer, doña. Mire mi brazo.- Y lo extendió frente a mis ojos con orgullo.
Insistió.
- Tengo que pagar el hospital. Necesito y necesito.
Me perdí en sus palabras, el conmovedor sermón que a gritos arroja la ciudad.
Al hombre del brazo cortado le di el dinero que tenía. Se imaginan que era poco, pero era todo.
Y él, inesperadamente, me pidió permiso para decirme unos versos. Algo sobre la flor más bella.
Mientras recitaba, el moreno brazo extendido seguía regándose con hilos de sangre roja.

lunes, 13 de mayo de 2019

La Ninfa del Jardín


La Ninfa

Su pequeña fuente para ella es un lago. No importa que el ruido de las avenidas cercanas perturben las ondas de las aguas: ella está ahí, por voluntad de un escultor, como un último chiste de artista lanzado a la gran ciudad, antes de que se convierta en eso, una gran ciudad. Ahi, en ese Jardín Botánico que es una paradoja viva, verde, y piedra, un retiro para paseantes, para lectores y para enamorados.
Los escultores y los paisajistas trabajaron en común: el jardín esconde varios secretos y uno de ellos es que una pequeña escultura es completada por la curva de una planta colocada artísticamente detrás.
Cualquiera que haya plantado un árbol sabe que es una forma de poesía ¿cómo no iba ser maravilloso el trabajo de escultores y botánicos juntos?
De niña, paseaba mucho con mi madre por este gran jardín. La tierra de los senderos es roja (tierra traída, según mi madre, de la provincia de Misiones, dónde está el Iguazú y su catarata)
Ella sabe de paisajismo: así como Carlos Thays diseñó el Botánico de Buenos Aires, su bisabuelo el belga Gislain Espagne diseñó los parques de la ciudad de La Plata, capital de la Provincia de Buenos Aires, y una usina cultural, científica y artística como hay pocas. Contratado durante la época de su fundación, Gislain se ocupó de hacer traer bulbos y semillas de todas partes del mundo, trasladadas en condiciones severamente indicadas por él, distintas según cada bulbo, para hacer de los parques de La Plata una reserva de plantas y árboles que representara cada rincón del planeta.
Mi abuela me contó que a Gislain un señor le encargò un parque para su esposa. Bajo la ventana de ella había un terreno yermo. Gislain trabajó en silencio con ocho jardineros toda la noche. La señora durmió normalmente.
Cuando despertó, abrió la ventana para ver un hermoso parque…
Volviendo a ella, la ninfa del Jardìn Botánico; ella está ahí para recibirte. No importa cuán gris pongan los autos y colectivos el color celeste del día. Te olvidas las palabras histeria, desamor, pulsión, sentido, displacer. Olvidas a Flaubert, a Merimee , a Freud y a Eva Sunnz.
Mírala, se mueve. Da la vuelta alrededor de la fuente, ella te mira, no te mira, te busca con un movimiento de la mano, te habla de amor, te susurra, te dice que la mujer tuvo siempre un cuerpo fuerte, y que su seducción y la debilidad no tienen nada que hacer juntas.
Ella está acá, con su gracia, con su movimiento juguetón impreso en la piedra por un escultor para que nunca olvides que el amor es sólo un juego.