martes, 28 de abril de 2009

A pedido del público

Vuelvo a incluir esta pequeña pieza moral:
THE CAPTAIN ALATRISTE
En El
Teatro DRURY LANE
London

EL INGLÉS PIERDE LA HONRA
Pero nunca el paraguas
Aunque encuentra la horca
De WILLIAM SHAKESPEARE

TRAGEDIA EN CINCO ACTOS



PRIMER ACTO: Llueve sobre London
SEGUNDO ACTO: Llueve sobre London
TERCER ACTO: Cómo llueve en London
CUARTO ACTO: Qué manera de llover en London


QUINTO ACTO
New Gate. Cárcel de los condenados a muerte. Llueve del techo y las ratas infaltables del decorado están mojadas. Entre las tablas carcomidas de la celda infecta, se moja un servicio de té de plata. La infamia de la cárcel se demuestra en la caja de té en saquitos.
Entra Captain Alatriste, Square. Se dirige al público mientras se sacude el sombrero y cierra el paraguas.

Captain Alatriste: ¡Cómo llueve! ¿Eh?
Señora del público con sombrero amazónico: ¡Un gentleman como él en ese sitio! ¡Ah, infame, infame! Al autor de esta obra hay que enviarlo a New Gate... !
Captain Alatriste: Soy autor de mi propia biografía, my lady. Este lugar infecto no es nada para quien ha cazado tigres en Bengala. Las ratas son más pequeñas. Y por cierto... ESTO ES NEW GATE (sensación)
Caballero del público: ¡Qué fatuidad! Admirable, Lady Olivia. El autor de esta obra es un genio
Yo: Gracias
Tramoyista del Teatro Drury Lane, London: ¡Un genio, vaya que sí! Ahí está. Mira, Bob. Míralo y dime si no tiene tetas.
Bob: (silba) Tiene dos. William Shakespeare, vaya. Si no lo veo, no lo creo.
Señora del sombrero amazónico: ¡Harry, es verdad! ¡William Shakespeare tiene, oh, shocking! Cuando le cuente a Lady Hamilton, que dice que todavía le crecen. Pero míralo a él... ¿cómo lo consiguen? Porque a esa edad no crecen, digo...
Yo: ¡BASTA! Dejen que David Garrick el Joven demuestre su talento. Estos ingleses no se callan ni en su propio entierro. Y de eso se trata la obra.
Señora del sombrero amazónico: Eso preguntaba, de qué se trata...
Captain Alatriste: (impaciente). Cállense, que solo hago mi trabajo. Bien (saluda a Mr. Ganzúa, que toma su té sin limón ¡Shocking! Infame sitio, New Gate).
Mr. Ganzúa: (efusivo, o sea, se quita un guante)Oh, pardiez, Captain Alatriste... No debe preocuparse por mi estadía aquí, a expensas de Su Majestad. A propósito, un brindis, caballero por la Reina Victoria. Todo fue por la cuenta del lustrabotas, que era un buen pájaro de cuentas, me quiso cobrar la cuenta y yo le dije:
Bien, Mr. Forwad, haré la cuenta hasta diez y le retorceré el cuello, por cierto, lo lleva sucio. Si no puede pagar la lavandería, póngase un cuello negro.
Justamente, Mr. Ganzúa, debo diez libras a la lavandería y su cuenta es de diez libras.
¿Se da cuenta, Captain? Un verdadero ganso.
Captain Alatriste: Natural, Mr. Ganzúa, natural. Pero si fuera un ganso, no le perdonaría que no me convide a cenar. Hablando de gansos ¿cómo está Lady Aliviosa?
Mr. Ganzúa: Un poco fría, Captain Alatriste. Colgada como los paraguas y más mojada. Oh, permítame el impermeable, Captain. Yes, la colgaron ayer.
Captain Alatriste: Mys condolencias. Oh, Lord Cagafuego. No lo veía desde el gran incendio de Londres de 1666. Oh, gratos recuerdos. Gran esfuerzo, por otra parte, incendiar Londres.
Lord Cagafuego: Ni lo diga, Captain. Con nuestra niebla, nuestra flema y nuestra lluvia, no se veía un carajo, se nos apagaba el fuego y ni hablar de pisar esos escupitajos. Mire mis botas. Quedaron, fíjese, una miseria. ¿Se acuerda de mi paraguas, el que se prendió fuego? Todo por Su Majestad, the king Charles II. Las botas, el paraguas, el impermeable también se me arruinó. En fin, al menos esos...
Captain Alatriste: Apestados, Lord Cagafuego, dígalo. Sin pelos en la lengua. Se acabó la peste, gentlemans, y el rey Charles vale por dos ministros de salud argentinos. Un viva señores, a Su Majestad. ¿Y a quien van a ahorcar, a todo esto?
Mr. Ganzúa: A usted, captain, naturalmente. ¡Lo olvidó! Gentlemans, es la legítima flema británica.
Lord Cagafuego: Admirable, señores, admirable. Solo se preocupa porque no se le moje el paraguas. Un verdadero inglés.
Captain Alatriste: Soy galés, señores.
Lord Cagafuego:¿De Gales o de Galicia?
Yo: Ese chiste no es mío, aclaro.
Captain Alatriste: El Teatro Inglés se avergüenza de este villano, que deshonra su famoso humour con su boca infecta.
Tramoyista del Teatro Drury Lane, London: Ven, Bob, deja esa revista y no te pierdas esto.
Lord Cagafuego: Caballero, deshonra la de tu madre, que es una mujerzuela, y la de tu padre, que no pasa por las puertas y arada con los cuernos el lodazal de Hamilton’s Shame.
Captain Alatriste: Lamento profundamente que su esposa sea tan abierta al público, Lord Cagafuego y si se atreve a acercarse a mi paraguas reconocerá el perfume... de sus nalgas, si me permite Shakespeare decir tal cosa.
Yo: Basta, señores, el show debe continuar, pero antes los despediré. Están todos despedidos.
Mr. Ganzúa: Como delegado del gremio del teatro de Drury Lane, London, protesto ante este atropello y propongo un meeting después del té, que ya se me enfrió.
Lord Cagafuego: Por la afirmativa.
Captain Alatriste: Yo no voto, me iban a ahorcar y sólo me despiden, a mí me conviene.
Público: ¡Shocking!
Bob: ¿No me llamaste para ver esto, no? Prefiero las fotos de Lady Cagafuego, mírala, no lleva más que el sombrero.
Tramoyista del Teatro Drury Lane: Pues, prefiero a Shakespeare. Míralo, no lleva corpiño.
Bob: Vaya, es verdad.
Caballero del Público: ¡Cinco libras al Captain Alatriste!
Señora del sombrero amazónico: ¡Diez libras a Mr. Ganzúa!
Mr. Ganzúa: Lo siento, Alatriste, pero si te reviento puedo pagar la cuenta del lustrabotas y salir de aquí.
Captain Alatriste: No hay cuidado, somos caballeros.
Lord Cagafuego: Yo mejor me voy. Mi esposa me espera con la cena. No hay que hacer esperar a las mujeres. Te puedes llevar una sorpresa.
Yo: ¡Telón!
THE END

Yo: ¿Dónde estará ese simpático tramoyista? (Hace mutis por la izquierda)
Tramoyista del teatro Drury Lane (entrando por la derecha): Maldita sea, Bob, ese Shakespeare tiene un par, como dicen allí en España. ¿Dónde se metió? (Hace mutis por la izquierda)
Yo (saliendo de abajo del telón, en el medio): A esta obra le falta un desencuentro amoroso. ¿Qué es ese humo? Ah, eres tú Bob. ¿Qué haces allí abajo? Ya veo. Oye, Mistress Cagafuego está ampliamente disponible y no hace falta incendiar el Teatro, sabes. Qué vergüenza, súbdito de la Corona. Pareces un español en Flandes, sabes, por lo desesperado. Hablando de desesperado, dónde está ese alto, barbudo, completamente bestial tramoyista amigo tuyo.
Bob: Lo siento, William, le gustan las mujeres, sabes. Lo de él fue una sublimación del inconciente. Su padre se llamaba William.
Yo: Pero yo me llamo Paula, puedo demostrarlo
Tramoyista del teatro Drury Lane (cae desde lo alto del telón, a la izquierda): ¡WILLIAM!
Yo: My name’s Paula, puedo jurarlo.
Tramoyista, etc. : ¿En serio?
Yo: Toca, toca sin miedo, verás que no hay nada raro.
Tramoyista, etc. (profundamente asombrado): ¡ Es verdad!
Yo: ¡LOVE ME!
Tramoyista, etc. : I’m sorry. Sabes, quisiera que fueras William (Sale por la izquierda)
Bob: Lo siento, William. ¿Lady Cagafuego está en casa, dices? Voy a verla, adiós.
Yo: Bueno, he terminado mi obra. Dije que faltaba un desencuentro amoroso ¿no? Ya está, obra concluida. Sólo dos espectadores: el honor británico exige que me arroje al Támesis. Adiós, cruel world. To be or not to be, me da lo mismo.

Yo de nuevo: To be o no tubí. Esta obra desastrosa, pensándolo bien, me da una idea. Sí, y el agua debe estar helada en ese río roñoso. Bien, el Támesis tendrá que esperar ¡qué espere! (Sale por la puerta)
POR LA PUERTA, TAMBIÉN...
Sale el público por Covent Garden Street...
Señora del sombrero amazónico: Este Shakespeare es inigualable ¡dos! Es increíble
Harry: ¿Qué quieres, que tenga tres?
Señora, etc..: No, pero ¡dos! Yo tengo dos que no hacen una. Y míralo, con esa barba. ¡Shocking!
Harry: Sus comienzos fueron humildes, sabes. Trabajaba en el circo del China Town, cuando todavía vivían chinos allí. Eso, querida, es shocking.

¡POR FIN!

sábado, 11 de abril de 2009

Psicoanálisis en Canterville ¡Asocien!

SIMÓN C., un caso de histeria fantasmal.

Conferencia presentada por el eminente psicoanalista Sir James Rodríguez de la Fuente y acotada por el Dr. Klein.

El misterio rodea a Simón C., cuyo nombre escondía, exactamente, nueve personalidades diferentes, con las que simulaba su auténtica patología. ¿Con qué fin? Estimados colegas: con el de volvernos locos. Ejem. A veces Simón C. se presentaba como “Rubén el Rojo o el Bebé estrangulado”. El origen de esta personalidad histérica tal vez se deba al segundo nombre de su padre o a un niño que murió al nacer. Pero no sé ni siquiera el primer nombre de su padre, ni tengo noticias de dicho niño. Tal vez se llame Rubén por un rubí del collar de su madre que lo estranguló, Rub-í, y por eso es Rojo. Asocien lo que quieran, a mi no me importa.
Ejem. La segunda personalidad desdoblada, es decir, doblada y vuelta a doblar, y aquí es preciso que haga una comparación imprescindible entre la personalidad histérica y la masa de hojaldre, que como todos sabemos se dobla en cuatro cada vez mientras se amasa hasta que queda una masa fina y compacta que tiene facetas dulces o saladas según se le ponga azúcar para pastelitos o sal para empanadas al horno o fritas, en fin, la personalidad histérica es como la masa de... bueno. En qué estaba. Sí. La segunda personalidad desdoblada y vuelta a doblar de Simón C. es el terrible “Gibeón el famélico, el vampiro de Bexleer Mor”. Cuando su histeria lo llevaba a asumir esta actitud, causaba tanto terror que no me atrevía a mirarlo, por eso no sé en que consistía su comportamiento cuando actuaba con dicho nombre. Pero el paciente recordaba sus hazañas bajo este carácter con la entusiasta egolatría de las artistas de cabaret octogenarias cuando recuerdan los gritos (¿de placer? ¿de displacer? ), de algún príncipe de la Casa de Hanover.
Asocien, vamos.
Una de las más misteriosas manifestaciones de este caso de histeria, es cuando aparecía en su psiquis la supremacía de otra presencia psicótica “Daniel el mudo o el esqueleto del suicida”. Daniel el mudo como era mudo no decía una palabra, además de mudo, se había suicidado, así que estaba muerto, por eso no logré hablar con él y sigo en la más completa oscuridad. “Daniel” significa, si mi hebreo no me falla, el amado por Dios. ¿Asocian o no asocian? Evidentemente, el amor de Dios es demasiado para un simple hombre y por eso Daniel se quedó mudo y se mató para reunirse con su amado. El vínculo homoerótico es evidente, pero no patológico, salvo por el detalle del suicidio, que no es muy sano.
“Martín el maníaco o el misterio enmascarado”. Martín el maníaco es un misterio para mí y quitarle su pesada máscara es la tarea que me he propuesto, pero para eso no puedo sino menos que bucear en otro carácter de este hombre con multiplicidad de caracteres, Simón por todo nombre real, puesto por su padre, que más vale se la hubiera... Ejem, esta vez no asocien. Yo le digo cuando tienen que asociar. Cuando el inconsciente de Simón se asomó como “Isaac el Negro o el cazador del bosque de Hogley” sufrió un trauma que tal vez lo hubiera llevado a la cura de su histeria. Dos miembros de su grupo familiar conviviente, grupo con el que en realidad el paciente no tiene lazos sanguíneos, dos mellizos de quince años exactamente, habían untado con manteca la escalera, así Simón C. se cayó y en la caída murió “Ruperto el Temerario o el Conde sin Cabeza”, otra de sus personalidades, por lo que llevó luto una semana.
Haré una revisión del entorno familiar del paciente, consistente en una sirvienta vieja y una familia con la que, como ya creo haber dicho, no tenía lazos de sangre, la familia O., de origen norteamericano, enfurecía a Simón C. con su grosero materialismo, al decir del propio paciente, provocando que su patología originaria se agudizara.
El paciente dice, palabras textuales: “familia horrible, maleducada, vulgar y tramposa” y , escuchen con atención: “No he dormido en trescientos años”. Al preguntarle cuantos días realmente hace que no duerme, responde: “Ciento nueve mil quinientos días”. Señores, señoras, Simón C. pretende ser un fantasma, cuya alma no haya paz y por eso debe molestar a todo el mundo, pero agobiado por la incomprensión de su entorno, acude a nuestra consulta buscando ¿qué? ¿La paz perdida? Para sus dichos, se apoya ciertamente en su absoluta ausencia de piel sobre los huesos. Es muy conocida por todos nosotros la parálisis histérica, también existe la sordera histérica, etc..., pero estamos frente al primer caso conocido de muerte histérica. Por eso, se ha realizado una interconsulta clínica, pero el clínico se declaró incompetente, cual si fuera un juzgado, y convocó a su vez a un patólogo forense, en cuyo laboratorio permaneció el paciente durante tres días dándole a la cháchara, hasta que clínico y forense requirieron asistencia psiquiátrica inmediata, y... Esperen un momento. ¿Quiénes son esos hombres de blanco? ¿Qué hacen? Eh, pero no terminé... ¿Dónde me llevan? ¡Noooooooo....!!!!!!”
Aquí termina la conferencia del Dr. Sir James Rodríguez de la Fuente, cuyo caso presento a esta junta médica junto con el del Doctor Smith y el también Doctor Jones. En casa de herrero cuchillo de palo, eh. Ja, ja. El caso que ellos estudiaban es un esqueleto que según ellos habla y ulula en la noche como un ciprés que llora. Les dije que le alcancen un pañuelo, ja, ja. He hablado con dicho esqueleto pero no me ha respondido, ja, ja. La ciencia psicoanalítica se muestra incompetente para examinar la histeria de los cadáveres. Ahora, si me disculpan, tengo un paciente esperándome en la sala, un tal “Jonás el Sin Tumba, o el ladrón de cadáveres del Granero de Chertley”, un caso muy prometedor.

domingo, 5 de abril de 2009

Un libro que amo.

El DÍA DEL MINOTAURO, DE THOMAS BURNETT SWANN
Recuerdo cuando Thea, la princesa cretense, conoció a Eunostos, El Toro que Camina como un Hombre. Ella lo olfateó como lo hace un animal asustado, él la miró como lo hace un poeta. “¿Conoces la alfarería llamada Cerámica Kamares?”, contaría luego: “Es tan delgada como la cáscara de un huevo y está decorada con criaturas del mar: anémonas, peces voladores y pulpos enrollados. Uno piensa que con el más leve toque se rompe, y sin embargo en un millar de años la misma taza todavía puede contener flores, vino o miel. Así era Thea.”
Thea es una dama, se preocupa el Minotauro. “... las damas cierran sus puertas”, dice. “Yo las asusto, me llaman (bueno, si es una dama, no lo diría, sólo lo pensaría) grosero e inculto. Quieren peinar mi pelo, afeitar mi pecho y cortarme la cola. Hacen una mueca de desagrado si yo insulto, lanzan un mirada feroz si bebo cerveza, y desaprueban a mis amigos, dríadas y centauros”.
Así es, recuerdo ese día. Recuerdo también la poesía milagrosa de los habitantes del mundo de Swann: bestias que temen a las damas y damas que sorprenden en besos y murallas, hijas de reyes, hijas de dríadas, llevan en si la marca de la civilización y el erotismo salvaje e inocente de lo animal. En sus personajes y tramas, Thomas Burnett Swann puede transmitir un Eros tan feliz como trágico. “La inocencia no es más que ignorancia” dice. Swann ignora por completo la dificultades del mundo literario, a la manera de una dama entre aqueos o de un minotauro en la corte, no sabe que no es posible ser trágico y adorable a la vez, ignora completamente que no debe mezclar las armas aqueas con los personajes del bosque de A. A. Milne. Y por esa maravillosa ignorancia o inocencia, que tal vez sea sólo una infinita sabiduría, pude sentir leyendo El día del Minotauro que ese mundo mitico y salvaje era un mundo habitable a pesar de lo trágico, es más, sentí que ese mundo mítico era éste que habito, que no había nada más que verdad en el fuego en el que arden las dríadas que aman a los hombres y en el vino que escancian minotauros poetas y en el extraño, íntimo e inalterable valor de las princesas cuando arrasan los aqueos. Y en este último punto, preferimos a Swann antes que a Eurípides. A la manera de los mitos, en Swann la tragedia es un episodio al que sucede una revancha maravillosa. A la manera de quien disfruta del juego, ningún árbol o dríada que arde muere sin hijo ni sin poema.
¿Qué podemos decir de Swann? “Reconocido poeta, critico y narrador, Thomas Burnett Swann es recordado por sus relatos ambientados en el mundo de la mitologia clásica”, informa la solapa. Nunca escribí una solapa. Espero nunca tener que hacerlo. Porque si lo hiciera, diría: Thomas Burnett Swann es el hombre que hizo que la expresión “muchacha cretense” sea lo más bello que se le pueda decir a una mujer.
Para leer fragmentos del libro o encontrarse con él y descubrirlo, este el link que posibilita el encuentrohttp://www.revistacuasar.com.ar/modules.php?name=News&file=article&sid=200