lunes, 6 de julio de 2015

Las cartas que amo

·¿Quiere usted actuar como un hombre inteligente? Haga de cuenta que nunca me ha conocido.Quedo de usted, quizá con un poco de desprecio, su muy humilde servidora, Gina Pietranera. (Stendhal, La Cartuja de Parma)

Las mejores cartas que leí, las más hermosamente ingeniosas, porque en ellas se deja adivinar la risa incontenible de sus verdaderos autores, ocultos casi siempre bajo sus cientos de páginas escritas, resumiendo:las mejores cartas las leí en libros.
Amo, por ejemplo, esta de Alejandro Dumas y más de una vez tuve que atarme las manos para no repetirla en mi correspondencia personal.

No cuentes conmigo, señora, para la próxima cita, últimamente tengo tantas obligaciones de ese género que he tenido que poner cierto orden.Cuando te llegue tu vez, tendré el honor de particípartelo. 
Te beso las manos
Conde de Wardes.
(Alejandro Dumas, Los tres mosqueteros)

No fueron pocas las veces que me doblé de risa, sola, sobre mi notebook o sobre Maldita Netbook, dónde escribí mi novela Rebeca, rubia, fashionista y peligrosa, que todavía busca editor.Soy capaz de darme cuenta de las ironías personales, de los sutiles golpes a malos colegas, de ese Aramis, poeta snob, que escribe versos de una sílaba, o de ese Conde de Altamira, revolucionario español en el exilio, que apenas habla de política y enseguida da consejos a Julian Sorel de cómo seducir a la hija de un marqués.
Me gustan esos, los sutiles, los que apenas se dejan adivinar tras la pluma....No me gusta la polémica gritada en los suplementos o redes sociales. 
¿Por qué si tenemos la suprema ironía escondida entre la ficción?

Para despedir el post, va esta carta de Alejandro Dumas.

"Esta es la tercera vez que te escribo para decirte que te amo. 
Cuidad que no os escriba una cuarta para deciros que os odio. 
Milady de Winter"

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