No es nada difícil recordarte, José. Eras quechua (y en una
dimensión sos quechua). A lo largo de varios años prometiste leerme la mano:
recuerdo que practicabas la quiromancia sólo los jueves. Pero todos los jueves
que fui a la biblioteca dónde trabajabas, altos motivos atmosféricos alteraban
los altos campos astrales. Si llovía, los espíritus ancestrales no permitían la
lectura, tampoco si había viento norte. Como sea, nunca cumpliste tu promesa, y
no obstante, hiciste por mí algo mucho más hermoso: me adoptaste. Como sobrina
de honor, por lo cual, me anunciaste que entonces, yo también era quechua.
Lo llevé con gran orgullo. A los catorce años fue por
primera vez a una manifestación de Movimiento Juventudes Indígenas. Caminé
siempre sola, sin hablar con nadie, a veces sentía ( sólo sentía) miradas de
soslayo con tacto de terciopelo. Algo complicado de describir o contar.
Ser la sobrina de José tuvo sus anécdotas graciosas. Un día
se detuvo en el puesto de libros de mi hermano Diego, y ahí estaba mi hermana
María. “No sabés, vino un tipo, vio tu nombre en la tapa de la Revista Cuasar y
me dijo, Paula Ruggeri es mi sobrina”…Y entonces le conté por primera vez de
José.
En las manifestaciones, si el asunto eran los Derechos
Humanos, lo encontraba siempre. Recuerdo una enorme manifestación una
primavera, era, creo, 1998… José me tomó del brazo y camino derecho conmigo
atrás contra el paso de una enorme columna de gente. Adelante iban dirigentes
envueltos en una enorme bandera de letras celestes. Y José chocó (y yo
también), con la gran bandera…¡y se puso a hacer una presentación formal de mi
persona a uno de los dirigentes! Y se detuvo toda la columna…
Nos reímos mucho y después fuimos a unirnos a una pequeña
columna indígena. Y se puso a bailar. Lo hacía muy bien, de traje y maletín…
Su documento decía José Lanusse. En su Jujuy natal, un día
tuvo que renovar el documento, y el cretino del empleado le dijo. Condorcanti
no es un apellido. Y en consiguiente, le puso el apellido del entonces
presidente de facto, Gral Lanusse.
Te debía esta página, José.
Una noche soñé que mis hijos mi compañero y yo volábamos,
inmateriales como un soplo, sobre una planicie rocosa, roja y azafrán …..Me
sentía libre, con alas de cóndor y la risa en la boca y sentí que a mi lado,
mis hijos y mi compañero se sentían como yo…
Desperté, y sentí que tenía que resguardar ese sueño…
Sólo al día siguiente supe que habías muerto.
En tu despedida hubo inciensos, comida, tu hermana que lloraba
y tus compañeros indígenas. Hablaron por turno, habían compartido contigo una
vida de lucha. Al terminar, invitaron a hablar a los hermanos blancos.
No pude, José, tenía un nudo en la garganta. Pero sí quería
hablar y lo hago hoy.
Es pobre y mezquino un mundo de un solo color. Es pobre y
mezquino porque sólo separa por color a la gente para poder robar, matar, y
violar. Crímenes, pecados, más fáciles de aceptar cuando han pasado quinientos
años y no sirven más que para limpiar conciencias, tirando estúpidamente
monumentos, con una visión de águila para todos los símbolos, y una ceguera
perfectamente blanca para minimizar hablando en voz baja de costos políticos,
las muertes y las golpizas de hoy. El progreso, (sin ismo), siempre se llevó
por delante esas vidas, ¿no?
Estos son hechos:
En este blog entran personas de todo el mundo. Es preciso
que el mundo mire a los Quom, pueblo digno como pocos que soporta un maltrato que
parte de la Argentina apenas quiere mirar.
Siempre estuve con ustedes, José. Y eso no cambió.
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