jueves, 8 de mayo de 2008

Soluciones mágicas para la depresión.

Como habrán notado padezco el síndrome del análisis. Muchas veces me dijeron: Paula, vos pensás demasiado. Desde hace unos días estoy deprimida. Leer a Dante a los doce años tal vez haya sido demasiado y desde entonces soy algo trágica. Mi anterior post, que tiene sólo dos días, es muy deprimente. Y pensé en ser del bando de los de la buena onda de una buena vez. Comer comida light. Manteca light, mayonesa light, chocolate light ¿y para cuándo los chorizos y el vacío y las empanadas de carne light?
Quiero decorar mi casa según el arte del feng shui. Poner cascadas para tropezarme y mojarme en todas las esquinas, la cama mirando al sur, sacar los espejos que tengo en el techo del dormitorio porque según la sabiduría oriental quedan feos (qué diantres, a mí me gustan). También tengo que cambiar mi apariencia personal. Tengo que vestirme de blanco, relajada. Túnicas de bambula y ojotas, aunque hace frío. Una bronquitis me ayudará a meditar y faltar al trabajo. El trabajo me hace mal. También puedo añadir una túnica azafrán.
Por último, puedo raparme la cabeza, agarrar una pandereta y bailar por plaza Flores, hare, krishna, hare.
Y así dejaré de pensar demasiado. De hecho, no pensaré absolutamente nada.
Aunque sí tengo un recurso cuando la realidad me abruma, que no es ninguna de esas tonterías. Tengo un disco de Jack Johnson. Es un músico maravilloso. Trasmite la auténtica buena onda: la que da la belleza y la serenidad de una vida que no se consigue con productos light y con decoración.
Es la paz de quienes saben contemplar el mar. Es la paz de quien sabe que la serenidad puede darse, pero no es permanente ni obligatoria y no tiene recetas, ni método, ni es superficial y no se consigue con un manual de decoración.
Y a veces, aunque ya no sé si Jack estaría de acuerdo o se lo cuestiona, sólo el análisis de la realidad que te rodea te permite alcanzar cierta serenidad. La de quien tiene un pensamiento, una mirada y no es cobarde.

6 comentarios:

  1. Tienes un gusto exquisito, ya lo sabes.

    Y un sentido analítico terrible y feroz.

    No creas que no sigo leyéndote.

    Y admirándote.

    Abrazos.

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  2. ¡¡Gracias!!Sos un amigo. Pero disculpame que te diga que lo del gusto exquisito era algo que yo también creí, hasta el jueves pasado. Compré dos repasadores para la cocina, blancos. Uno tiene un sola banana pintada, naranja, horrible. El otro tiene una vaca, muuuu.Todo el mundo se puede equivocar, pero hay límites. Yo le tendría que haber pagado al vendedor para que los destruyera. Ya ves.

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  3. Yo si estuviese deprimido, lo último que pensaría es en comer light. Me pone peor.

    Yo en esos días me como todo. Aunque el veneno me cae un poco pesado, la verdad.

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  4. Entonces no te pierdas un libro excelente de Raúl Alsogaray sobre los venenos y su historia, El elixir de la muerte, publicado en la colección Ciencia que ladra. Pero es inevitable que el veneno te caiga mal.

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  5. A mí me da mucha serenidad faltar al trabajo. Cada uno es cada uno....

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  6. Coincido con Jim. A mi me gusta quedarme serenamente durmiendo hasta el mediodía. Sumado a otras declaraciones escandalosas que he hecho, como que no me gusta tanto bañarme cuando hace frío, creo que lo de la prostitución y la cárcel es menor.

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