martes, 20 de noviembre de 2007

La publicidad y lo que esconde

Miro obsesionada cada nueva propaganda de cerveza o de desodorante para hombres, porque la escasa imaginación de los creativos publicitarios los lleva a repetir como una obsesión el esquema de "hombre joven y bobo rodeado por modelos-muñecas inflables".
Me alegro de que los actores con cara de bobos hallan encontrado esa inesperada fuente laboral. Lo que no me alegra es ver a esas muñecas de cera repetir frases estúpidas como "soy tuya". Detrás de esa visión de mujer sumisa y cosificada, fantasía del bobo nacional ejemplificado por joven actor, se esconden cosas sumamente desagradables.
Se esconden golpes. Se esconden humillaciones. Se esconden cuerpos jóvenes violados y tempranamente torturados. Se esconde el crimen, la perversion y su infinita gama de justificaciones, la capacidad cultural de reinventar un modelo de mujer (de la mártir cristiana a la actual muñeca inflable) que acepte el maltrato como parte insustituible de su condición femenina. Y el joven bobo de la publicidad es la máscara amable del siniestro golpeador o del criminal violador.
Los creativos, entonces, sólo tienen que hacer repetir a diez o a veinte mujeres jóvenes el "soy tuya" sabiendo que para vender la cerveza y el desodorante sólo tienen que desenterrar, para los segundos de la publicidad, el fantasma omnipresente de la vejación y el maltrato.
Creativos. Así se llaman a sí mismos.

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