martes, 28 de abril de 2009

A pedido del público

Vuelvo a incluir esta pequeña pieza moral:
THE CAPTAIN ALATRISTE
En El
Teatro DRURY LANE
London

EL INGLÉS PIERDE LA HONRA
Pero nunca el paraguas
Aunque encuentra la horca
De WILLIAM SHAKESPEARE

TRAGEDIA EN CINCO ACTOS



PRIMER ACTO: Llueve sobre London
SEGUNDO ACTO: Llueve sobre London
TERCER ACTO: Cómo llueve en London
CUARTO ACTO: Qué manera de llover en London


QUINTO ACTO
New Gate. Cárcel de los condenados a muerte. Llueve del techo y las ratas infaltables del decorado están mojadas. Entre las tablas carcomidas de la celda infecta, se moja un servicio de té de plata. La infamia de la cárcel se demuestra en la caja de té en saquitos.
Entra Captain Alatriste, Square. Se dirige al público mientras se sacude el sombrero y cierra el paraguas.

Captain Alatriste: ¡Cómo llueve! ¿Eh?
Señora del público con sombrero amazónico: ¡Un gentleman como él en ese sitio! ¡Ah, infame, infame! Al autor de esta obra hay que enviarlo a New Gate... !
Captain Alatriste: Soy autor de mi propia biografía, my lady. Este lugar infecto no es nada para quien ha cazado tigres en Bengala. Las ratas son más pequeñas. Y por cierto... ESTO ES NEW GATE (sensación)
Caballero del público: ¡Qué fatuidad! Admirable, Lady Olivia. El autor de esta obra es un genio
Yo: Gracias
Tramoyista del Teatro Drury Lane, London: ¡Un genio, vaya que sí! Ahí está. Mira, Bob. Míralo y dime si no tiene tetas.
Bob: (silba) Tiene dos. William Shakespeare, vaya. Si no lo veo, no lo creo.
Señora del sombrero amazónico: ¡Harry, es verdad! ¡William Shakespeare tiene, oh, shocking! Cuando le cuente a Lady Hamilton, que dice que todavía le crecen. Pero míralo a él... ¿cómo lo consiguen? Porque a esa edad no crecen, digo...
Yo: ¡BASTA! Dejen que David Garrick el Joven demuestre su talento. Estos ingleses no se callan ni en su propio entierro. Y de eso se trata la obra.
Señora del sombrero amazónico: Eso preguntaba, de qué se trata...
Captain Alatriste: (impaciente). Cállense, que solo hago mi trabajo. Bien (saluda a Mr. Ganzúa, que toma su té sin limón ¡Shocking! Infame sitio, New Gate).
Mr. Ganzúa: (efusivo, o sea, se quita un guante)Oh, pardiez, Captain Alatriste... No debe preocuparse por mi estadía aquí, a expensas de Su Majestad. A propósito, un brindis, caballero por la Reina Victoria. Todo fue por la cuenta del lustrabotas, que era un buen pájaro de cuentas, me quiso cobrar la cuenta y yo le dije:
Bien, Mr. Forwad, haré la cuenta hasta diez y le retorceré el cuello, por cierto, lo lleva sucio. Si no puede pagar la lavandería, póngase un cuello negro.
Justamente, Mr. Ganzúa, debo diez libras a la lavandería y su cuenta es de diez libras.
¿Se da cuenta, Captain? Un verdadero ganso.
Captain Alatriste: Natural, Mr. Ganzúa, natural. Pero si fuera un ganso, no le perdonaría que no me convide a cenar. Hablando de gansos ¿cómo está Lady Aliviosa?
Mr. Ganzúa: Un poco fría, Captain Alatriste. Colgada como los paraguas y más mojada. Oh, permítame el impermeable, Captain. Yes, la colgaron ayer.
Captain Alatriste: Mys condolencias. Oh, Lord Cagafuego. No lo veía desde el gran incendio de Londres de 1666. Oh, gratos recuerdos. Gran esfuerzo, por otra parte, incendiar Londres.
Lord Cagafuego: Ni lo diga, Captain. Con nuestra niebla, nuestra flema y nuestra lluvia, no se veía un carajo, se nos apagaba el fuego y ni hablar de pisar esos escupitajos. Mire mis botas. Quedaron, fíjese, una miseria. ¿Se acuerda de mi paraguas, el que se prendió fuego? Todo por Su Majestad, the king Charles II. Las botas, el paraguas, el impermeable también se me arruinó. En fin, al menos esos...
Captain Alatriste: Apestados, Lord Cagafuego, dígalo. Sin pelos en la lengua. Se acabó la peste, gentlemans, y el rey Charles vale por dos ministros de salud argentinos. Un viva señores, a Su Majestad. ¿Y a quien van a ahorcar, a todo esto?
Mr. Ganzúa: A usted, captain, naturalmente. ¡Lo olvidó! Gentlemans, es la legítima flema británica.
Lord Cagafuego: Admirable, señores, admirable. Solo se preocupa porque no se le moje el paraguas. Un verdadero inglés.
Captain Alatriste: Soy galés, señores.
Lord Cagafuego:¿De Gales o de Galicia?
Yo: Ese chiste no es mío, aclaro.
Captain Alatriste: El Teatro Inglés se avergüenza de este villano, que deshonra su famoso humour con su boca infecta.
Tramoyista del Teatro Drury Lane, London: Ven, Bob, deja esa revista y no te pierdas esto.
Lord Cagafuego: Caballero, deshonra la de tu madre, que es una mujerzuela, y la de tu padre, que no pasa por las puertas y arada con los cuernos el lodazal de Hamilton’s Shame.
Captain Alatriste: Lamento profundamente que su esposa sea tan abierta al público, Lord Cagafuego y si se atreve a acercarse a mi paraguas reconocerá el perfume... de sus nalgas, si me permite Shakespeare decir tal cosa.
Yo: Basta, señores, el show debe continuar, pero antes los despediré. Están todos despedidos.
Mr. Ganzúa: Como delegado del gremio del teatro de Drury Lane, London, protesto ante este atropello y propongo un meeting después del té, que ya se me enfrió.
Lord Cagafuego: Por la afirmativa.
Captain Alatriste: Yo no voto, me iban a ahorcar y sólo me despiden, a mí me conviene.
Público: ¡Shocking!
Bob: ¿No me llamaste para ver esto, no? Prefiero las fotos de Lady Cagafuego, mírala, no lleva más que el sombrero.
Tramoyista del Teatro Drury Lane: Pues, prefiero a Shakespeare. Míralo, no lleva corpiño.
Bob: Vaya, es verdad.
Caballero del Público: ¡Cinco libras al Captain Alatriste!
Señora del sombrero amazónico: ¡Diez libras a Mr. Ganzúa!
Mr. Ganzúa: Lo siento, Alatriste, pero si te reviento puedo pagar la cuenta del lustrabotas y salir de aquí.
Captain Alatriste: No hay cuidado, somos caballeros.
Lord Cagafuego: Yo mejor me voy. Mi esposa me espera con la cena. No hay que hacer esperar a las mujeres. Te puedes llevar una sorpresa.
Yo: ¡Telón!
THE END

Yo: ¿Dónde estará ese simpático tramoyista? (Hace mutis por la izquierda)
Tramoyista del teatro Drury Lane (entrando por la derecha): Maldita sea, Bob, ese Shakespeare tiene un par, como dicen allí en España. ¿Dónde se metió? (Hace mutis por la izquierda)
Yo (saliendo de abajo del telón, en el medio): A esta obra le falta un desencuentro amoroso. ¿Qué es ese humo? Ah, eres tú Bob. ¿Qué haces allí abajo? Ya veo. Oye, Mistress Cagafuego está ampliamente disponible y no hace falta incendiar el Teatro, sabes. Qué vergüenza, súbdito de la Corona. Pareces un español en Flandes, sabes, por lo desesperado. Hablando de desesperado, dónde está ese alto, barbudo, completamente bestial tramoyista amigo tuyo.
Bob: Lo siento, William, le gustan las mujeres, sabes. Lo de él fue una sublimación del inconciente. Su padre se llamaba William.
Yo: Pero yo me llamo Paula, puedo demostrarlo
Tramoyista del teatro Drury Lane (cae desde lo alto del telón, a la izquierda): ¡WILLIAM!
Yo: My name’s Paula, puedo jurarlo.
Tramoyista, etc. : ¿En serio?
Yo: Toca, toca sin miedo, verás que no hay nada raro.
Tramoyista, etc. (profundamente asombrado): ¡ Es verdad!
Yo: ¡LOVE ME!
Tramoyista, etc. : I’m sorry. Sabes, quisiera que fueras William (Sale por la izquierda)
Bob: Lo siento, William. ¿Lady Cagafuego está en casa, dices? Voy a verla, adiós.
Yo: Bueno, he terminado mi obra. Dije que faltaba un desencuentro amoroso ¿no? Ya está, obra concluida. Sólo dos espectadores: el honor británico exige que me arroje al Támesis. Adiós, cruel world. To be or not to be, me da lo mismo.

Yo de nuevo: To be o no tubí. Esta obra desastrosa, pensándolo bien, me da una idea. Sí, y el agua debe estar helada en ese río roñoso. Bien, el Támesis tendrá que esperar ¡qué espere! (Sale por la puerta)
POR LA PUERTA, TAMBIÉN...
Sale el público por Covent Garden Street...
Señora del sombrero amazónico: Este Shakespeare es inigualable ¡dos! Es increíble
Harry: ¿Qué quieres, que tenga tres?
Señora, etc..: No, pero ¡dos! Yo tengo dos que no hacen una. Y míralo, con esa barba. ¡Shocking!
Harry: Sus comienzos fueron humildes, sabes. Trabajaba en el circo del China Town, cuando todavía vivían chinos allí. Eso, querida, es shocking.

¡POR FIN!

sábado, 11 de abril de 2009

Psicoanálisis en Canterville ¡Asocien!

SIMÓN C., un caso de histeria fantasmal.

Conferencia presentada por el eminente psicoanalista Sir James Rodríguez de la Fuente y acotada por el Dr. Klein.

El misterio rodea a Simón C., cuyo nombre escondía, exactamente, nueve personalidades diferentes, con las que simulaba su auténtica patología. ¿Con qué fin? Estimados colegas: con el de volvernos locos. Ejem. A veces Simón C. se presentaba como “Rubén el Rojo o el Bebé estrangulado”. El origen de esta personalidad histérica tal vez se deba al segundo nombre de su padre o a un niño que murió al nacer. Pero no sé ni siquiera el primer nombre de su padre, ni tengo noticias de dicho niño. Tal vez se llame Rubén por un rubí del collar de su madre que lo estranguló, Rub-í, y por eso es Rojo. Asocien lo que quieran, a mi no me importa.
Ejem. La segunda personalidad desdoblada, es decir, doblada y vuelta a doblar, y aquí es preciso que haga una comparación imprescindible entre la personalidad histérica y la masa de hojaldre, que como todos sabemos se dobla en cuatro cada vez mientras se amasa hasta que queda una masa fina y compacta que tiene facetas dulces o saladas según se le ponga azúcar para pastelitos o sal para empanadas al horno o fritas, en fin, la personalidad histérica es como la masa de... bueno. En qué estaba. Sí. La segunda personalidad desdoblada y vuelta a doblar de Simón C. es el terrible “Gibeón el famélico, el vampiro de Bexleer Mor”. Cuando su histeria lo llevaba a asumir esta actitud, causaba tanto terror que no me atrevía a mirarlo, por eso no sé en que consistía su comportamiento cuando actuaba con dicho nombre. Pero el paciente recordaba sus hazañas bajo este carácter con la entusiasta egolatría de las artistas de cabaret octogenarias cuando recuerdan los gritos (¿de placer? ¿de displacer? ), de algún príncipe de la Casa de Hanover.
Asocien, vamos.
Una de las más misteriosas manifestaciones de este caso de histeria, es cuando aparecía en su psiquis la supremacía de otra presencia psicótica “Daniel el mudo o el esqueleto del suicida”. Daniel el mudo como era mudo no decía una palabra, además de mudo, se había suicidado, así que estaba muerto, por eso no logré hablar con él y sigo en la más completa oscuridad. “Daniel” significa, si mi hebreo no me falla, el amado por Dios. ¿Asocian o no asocian? Evidentemente, el amor de Dios es demasiado para un simple hombre y por eso Daniel se quedó mudo y se mató para reunirse con su amado. El vínculo homoerótico es evidente, pero no patológico, salvo por el detalle del suicidio, que no es muy sano.
“Martín el maníaco o el misterio enmascarado”. Martín el maníaco es un misterio para mí y quitarle su pesada máscara es la tarea que me he propuesto, pero para eso no puedo sino menos que bucear en otro carácter de este hombre con multiplicidad de caracteres, Simón por todo nombre real, puesto por su padre, que más vale se la hubiera... Ejem, esta vez no asocien. Yo le digo cuando tienen que asociar. Cuando el inconsciente de Simón se asomó como “Isaac el Negro o el cazador del bosque de Hogley” sufrió un trauma que tal vez lo hubiera llevado a la cura de su histeria. Dos miembros de su grupo familiar conviviente, grupo con el que en realidad el paciente no tiene lazos sanguíneos, dos mellizos de quince años exactamente, habían untado con manteca la escalera, así Simón C. se cayó y en la caída murió “Ruperto el Temerario o el Conde sin Cabeza”, otra de sus personalidades, por lo que llevó luto una semana.
Haré una revisión del entorno familiar del paciente, consistente en una sirvienta vieja y una familia con la que, como ya creo haber dicho, no tenía lazos de sangre, la familia O., de origen norteamericano, enfurecía a Simón C. con su grosero materialismo, al decir del propio paciente, provocando que su patología originaria se agudizara.
El paciente dice, palabras textuales: “familia horrible, maleducada, vulgar y tramposa” y , escuchen con atención: “No he dormido en trescientos años”. Al preguntarle cuantos días realmente hace que no duerme, responde: “Ciento nueve mil quinientos días”. Señores, señoras, Simón C. pretende ser un fantasma, cuya alma no haya paz y por eso debe molestar a todo el mundo, pero agobiado por la incomprensión de su entorno, acude a nuestra consulta buscando ¿qué? ¿La paz perdida? Para sus dichos, se apoya ciertamente en su absoluta ausencia de piel sobre los huesos. Es muy conocida por todos nosotros la parálisis histérica, también existe la sordera histérica, etc..., pero estamos frente al primer caso conocido de muerte histérica. Por eso, se ha realizado una interconsulta clínica, pero el clínico se declaró incompetente, cual si fuera un juzgado, y convocó a su vez a un patólogo forense, en cuyo laboratorio permaneció el paciente durante tres días dándole a la cháchara, hasta que clínico y forense requirieron asistencia psiquiátrica inmediata, y... Esperen un momento. ¿Quiénes son esos hombres de blanco? ¿Qué hacen? Eh, pero no terminé... ¿Dónde me llevan? ¡Noooooooo....!!!!!!”
Aquí termina la conferencia del Dr. Sir James Rodríguez de la Fuente, cuyo caso presento a esta junta médica junto con el del Doctor Smith y el también Doctor Jones. En casa de herrero cuchillo de palo, eh. Ja, ja. El caso que ellos estudiaban es un esqueleto que según ellos habla y ulula en la noche como un ciprés que llora. Les dije que le alcancen un pañuelo, ja, ja. He hablado con dicho esqueleto pero no me ha respondido, ja, ja. La ciencia psicoanalítica se muestra incompetente para examinar la histeria de los cadáveres. Ahora, si me disculpan, tengo un paciente esperándome en la sala, un tal “Jonás el Sin Tumba, o el ladrón de cadáveres del Granero de Chertley”, un caso muy prometedor.

domingo, 5 de abril de 2009

Un libro que amo.

El DÍA DEL MINOTAURO, DE THOMAS BURNETT SWANN
Recuerdo cuando Thea, la princesa cretense, conoció a Eunostos, El Toro que Camina como un Hombre. Ella lo olfateó como lo hace un animal asustado, él la miró como lo hace un poeta. “¿Conoces la alfarería llamada Cerámica Kamares?”, contaría luego: “Es tan delgada como la cáscara de un huevo y está decorada con criaturas del mar: anémonas, peces voladores y pulpos enrollados. Uno piensa que con el más leve toque se rompe, y sin embargo en un millar de años la misma taza todavía puede contener flores, vino o miel. Así era Thea.”
Thea es una dama, se preocupa el Minotauro. “... las damas cierran sus puertas”, dice. “Yo las asusto, me llaman (bueno, si es una dama, no lo diría, sólo lo pensaría) grosero e inculto. Quieren peinar mi pelo, afeitar mi pecho y cortarme la cola. Hacen una mueca de desagrado si yo insulto, lanzan un mirada feroz si bebo cerveza, y desaprueban a mis amigos, dríadas y centauros”.
Así es, recuerdo ese día. Recuerdo también la poesía milagrosa de los habitantes del mundo de Swann: bestias que temen a las damas y damas que sorprenden en besos y murallas, hijas de reyes, hijas de dríadas, llevan en si la marca de la civilización y el erotismo salvaje e inocente de lo animal. En sus personajes y tramas, Thomas Burnett Swann puede transmitir un Eros tan feliz como trágico. “La inocencia no es más que ignorancia” dice. Swann ignora por completo la dificultades del mundo literario, a la manera de una dama entre aqueos o de un minotauro en la corte, no sabe que no es posible ser trágico y adorable a la vez, ignora completamente que no debe mezclar las armas aqueas con los personajes del bosque de A. A. Milne. Y por esa maravillosa ignorancia o inocencia, que tal vez sea sólo una infinita sabiduría, pude sentir leyendo El día del Minotauro que ese mundo mitico y salvaje era un mundo habitable a pesar de lo trágico, es más, sentí que ese mundo mítico era éste que habito, que no había nada más que verdad en el fuego en el que arden las dríadas que aman a los hombres y en el vino que escancian minotauros poetas y en el extraño, íntimo e inalterable valor de las princesas cuando arrasan los aqueos. Y en este último punto, preferimos a Swann antes que a Eurípides. A la manera de los mitos, en Swann la tragedia es un episodio al que sucede una revancha maravillosa. A la manera de quien disfruta del juego, ningún árbol o dríada que arde muere sin hijo ni sin poema.
¿Qué podemos decir de Swann? “Reconocido poeta, critico y narrador, Thomas Burnett Swann es recordado por sus relatos ambientados en el mundo de la mitologia clásica”, informa la solapa. Nunca escribí una solapa. Espero nunca tener que hacerlo. Porque si lo hiciera, diría: Thomas Burnett Swann es el hombre que hizo que la expresión “muchacha cretense” sea lo más bello que se le pueda decir a una mujer.
Para leer fragmentos del libro o encontrarse con él y descubrirlo, este el link que posibilita el encuentrohttp://www.revistacuasar.com.ar/modules.php?name=News&file=article&sid=200

domingo, 29 de marzo de 2009

Sirenas

LA SIRENA QUE VISITÓ A ANDERSEN.

Era alto, desgarbado, sus largas piernas zancudas hacían reír a los niños, pero eso nunca le molestó. Las costas de su imaginación estaban sumamente pobladas, al contrario de lo que pasaba con esa playa fría en la que paseaba, murmurando. Murmuraba versos mientras caminaba, y el viento del mar golpeaba su cara, mientras pensaba en ninfas y tritones y en la tristeza de una sirena.
Se la imaginó pequeña y pálida, enamorada de un príncipe al que rescatara de un naufragio. No tardó en agregarle ojos negros al príncipe y ojos azules a la sirena. No era tampoco difícil construir el castillo de las sirenas en el fondo del mar, todo podía hacerse con coral y ámbar y caracoles, el castillo tenía además jardín y Hans plantó en él árboles azules y rojos, que daban frutos de oro y flores de azufre. Desde los jardines del castillo, se veía al sol como una flor púrpura, de su cáliz los rayos de luz fluían y se ondulaban en las aguas.
Así se veía el hogar que la sirena despreciaría por el amor de un hombre, y así caminaba Hans cuando vio que no estaba solo.
Las olas rompían contra un peñasco y sobre él vio a la sirenita. Era pálida, gotas de sol y de mar resbalaban por sus escamas, y estaba en actitud de espera.
A Hans no lo sorprendió. Apenas notaba la diferencia entre los mares de su ensueño y el mar real. Con naturalidad se acercó a la sirena y le ofreció su pañuelo, porque lloraba y era claro por qué lloraba.
—Él tiene ojos negros —afirmó, mientras la sirenita aceptaba el pañuelo.
—Claro que los tiene. Negros como dos piedras.
—¿Y qué harás?
—Nada. Nada me lo puede dar. Tengo que aceptarlo. No tengo alma ni piernas. Soy la única desalmada que puede cantar. La maldita bruja quiere que le regale mi voz. Y a cambio me dará dos piernas. Con mi voz llegué hasta él y llego a todas partes. No puedo perderla.
Hans meditó. Faltaba mucho para el final del cuento y la sirena sufría más de la cuenta. Lo increíble del caso es que en lugar de estar resignada, como correspondía a su amor desmesurado, estaba enojada. Eso era un cambio en los planes que él no esperaba hacer.
—Encima —dijo la sirena ofuscada—, pretende que cada paso que dé con esas piernas me duela como una cuchillada y me salga sangre.
—Pero tu amor lo vale ¿o no?
—Las cuchilladas me las darán a mí, no a él —dijo furiosa—. Me quiere cortar la lengua para darme unas piernas que no funcionarán ni siquiera bien. Además, el príncipe se la pasa de fiesta en fiesta con esclavas que cantan para él y bailan.
“Y ella danzaba y danzaba, aunque cuando sus pies tocaban el suelo era como si pisaran afilados cuchillos”.
Andersen suspiró.
—¿Qué quieres, al fin?
—¿No lo sabes tú? —los ojos azules, rodeados de brillantes lágrimas, sonreían también un poco—. No quiero sacrificarme para amar. No quiero dejar de ser quién soy para fundirme en el sueño de un hombre, al que no puedo hacer feliz sin ser feliz yo misma.
—Pasaran muchos años hasta de que eso sea entendido, sirenita.
“Ella reía y bailaba con la idea de la muerte en el corazón” —se entristeció el poeta
— ¿Qué puedo hacer? —sollozó la sirena
—Nada vale más que tu libertad —sentenció Andersen—. No debes aceptar ningún amor que te la robe para siempre ni que te cause dolor.
La sirena le arrojó el pañuelo y se rió de él.
—Ya lo sabía yo. Eres tú el que no lo sabe.
Le dio un beso en la boca, le sonrió por última vez y volvió al mar.

viernes, 13 de marzo de 2009

Defensa gremial de Helena

A Gorgias, en recuerdo de tantas cervezas que nos tomamos juntos, riéndonos de esa manga de giles que no nos lee. Brindemos, esta vez con vino Soy Cuyano, que es como la cicuta, pero sabe peor. Porque se jodan.

Ah, Helena. Qué dirías viendo que por fin una colega te hace la defensa. La verdad que era hora que te defendiera el gremio. Siempre la ciega ingratitud. Todos esos poetas apostando siempre a lo más fácil, hasta Ronsard, a quien creíamos un tipo original. Todas esas amas de casa y esposas honradas que gastaban sus energías y sus lenguas odiándote, como si vos y yo no supiéramos que las energías y la lengua tienen fines más preciosos y nobles. Y ese entorno de mediocres. Paris, un inútil. Héctor, casado, lo cual no es nada, lo peor es que era honrado. Andrómaca, tan buena esposa que da asco. Como si el adulterio no fuera imprescindible a la lucha por la liberación de la clase más oprimida: la gente casada. No, ningún revolucionario lo ha sido tanto como para decirlo: ésa es la clase más oprimida, bajo el yugo más detestable. Cobardes morales. Revolucionarios de cuarta. Y además, cornudos.
Por eso te defiendo yo, apasionadamente. No me detengo en tus motivaciones, Gorgias, que es todo un caballero, ya lo hizo. No importa que seas bella, salvo porque la propia belleza es una herida que los años cicatrizan y la muerte acaba por curar. Y luego la memoria de los hombres, los poetas, la abren para que sangre nuevamente, acusándote mil veces, como si la belleza la eligiera la que la posee y no el que la ve. Como si no fueran los hombres los que hacen de una simple mujer una mujer bella. Como si Paris y vos, Helena, no se hubieran hecho presa mutuamente y como si el amor no lo fuera todo. Y además, como si todo esto no hubiera sido, cuando no, por una puta manzana.
Y ahora, querida Helena, viene mi única acusación y es que si una mujer vive con la convicción de que el amor lo es todo, sólo ella debe morir por ello.
Pero todos sabemos, Helena, y por eso esta acusación no es grave, que si vos no moriste por ello, sino porque qué remedio, hay que morirse alguna vez, los que si pelearon, sangraron y murieron no lo hicieron por vos sino por sus propias pasiones que no eran el amor, sino el odio, la venganza, el honor y otras menos interesantes todavía.
Y en cuanto a morir con la convicción de que el amor lo es todo, no lo recomiendo. El amor y la muerte no se llevan bien. A menos que pensemos, Helena, que fue Muerte la que te entrego a nosotros, los Poetas.

sábado, 7 de marzo de 2009

Día de la Mujer

AL FRUTO DE TU VIENTRE

Parirás con dolor
Parirás sola
Parirás en la noche oscura
Parirás en la noche sin luna
Darás en tu muerte la vida
Darás otra vida a la muerte
Tus muslos cubiertos de sangre
No les cantará el poeta ni besará el amante
Les cantaré yo: barro de la vida
Rojo y fértil, diluvio
De dolor, amor y soledad
Barro de la vida
Rojo y fértil y llorando
Ningún héroe orgulloso de derramar sangre
Recuerda esa sangre en la taberna

En la taberna, los héroes
Recuerdan cada sangre derramada
Salvo esa. En el hogar una mujer decente
Ignora que ser decente es puro azar
Azar la fealdad y la riqueza
Azar la belleza y la pobreza
Azar la idiotez y la decencia
Azar es ser señora y azar ser hembra

Así que parirás con dolor
Parirás sola
Parirás en la noche oscura
Y tu belleza ocultará la luna
Y no le cantará ningún poeta
Al barro y a la sangre de tus muslos
A tu dolor infinito y soledad
Al fruto de tu vientre
Le cantará otra hembra

Loada seas

lunes, 2 de marzo de 2009

Carta abierta a un dentista

CARTA ABIERTA A UN DENTISTA

En principio hay que obligarlo a admitir que si todos nos laváramos los dientes usted no tendría trabajo. Sería un inútil más, viviendo de papá, pediría prestado para jugar al pool y llenaría el hogar materno de su horrible olor a cigarrillo y de botellas de cerveza. La jubilación de la abuela no alcanzaría para pagar sus horas de chat de madrugada mientras la vieja de al lado llama a los bomberos por el humo que sale de su ventana. Ese día que ahora emplea en torturar a sus semejantes amparado en la legalidad del ejercicio de la odontología, legalidad que la posteridad juzgará horrorizada indeclinablemente como ahora juzgamos a la Inquisición; transcurriría de muy distinta manera:
La primera hora de la mañana lo sorprendería a las tres de la tarde. Desayuno: cualquier cosa que no se mueva, dado que su anciana madre ha salido a limpiar el piso de la escritora que vive en el 5º D, esa que sí tuvo éxito en la vida, no como usted, atorrante. En consecuencia, cualquiera sea la cosa que desee desayunar, deberá calentarla usted mismo, si es que aún hay gas. Su anciana madre no entendería bien porque el teléfono hay que mantenerlo a costa del gas, pero es que no entiende que usted hizo una carrera del levantarse minas (o minos) en el chat para mayores de treinta. Tal vez podría usted bañarse después de desayunar, pero no le gusta el agua fría y jamás se bañaría porque va contra sus principios... en ese punto estamos de acuerdo, a mí tampoco me gusta demasiado el agua fría... y en realidad no me gusta demasiado bañarme cuando hace mucho frío...así que lo comprendo...no como usted que no entiende que a mí no me guste lavarme los dientes. Pero en algunas personas la comprensión sufre severas limitaciones.
Luego puede ya internarse en el chat, pero es altamente probable que tenga antes una severa discusión con su padre, que ya no le da a elegir entre trabajar y estudiar sino entre irse o irse, discusión que puede durar entre treinta y cincuenta y cinco minutos o bien entre treinta y treinta y dos horas, por lo pronto ya dura desde hace diez años y perdió su viejo . Su pobre viejo, que no sabe que todo el problema consiste en que toda la Humanidad dedica dos horas al día a la limpieza de sus dientes como es costumbre ancestral de la especie humana. Por eso, solo por eso, es usted un hombre o una mujer sin vocación y sin destino. Pero eso no lo sabe ni siquiera usted, ni tampoco yo en el mundo donde el hilo dental manda. Así que cuando por fin se fue el viejo, ya puede internarse en el chat.
Su nick es “Pistola”.Y se considera un pistola, claro, salvo que sea mujer, en ese caso su nick será Cenicienta y es que la mayor manía tortuosa que una dentista pueda tener no la salva de ser una cursi, prueba de ello las revistas que me pone en la sala de espera, con el vestido de Máxima a todo color, lástima que fuera blanco. Qué cursi. Ni que hablar de esos cuadros con flores y gatitos. Miau.¿Y por qué usa ambo rosa, si no es una cursi? Nos desviamos del tema.
Ya está ahí, Pistola. Tiene una garra bárbara. Siete de la tarde, nueve de la noche, diez de la mañana. Se levantó tantas minas que no podrá ver a ninguna. Hora de dormir. Pero se le acabó la cerveza. Esa situación no puede durar mucho. La vieja sale cargando cinco botellas. El viejo está que trina. Si por lo menos fuera músico, pintor, escritor. Si se lo pudiera justificar por la bohemia. Pero no: usted es un boludo más del chat. De sus insomnios no saldrá nada que salve a la familia. No es como la escritora del 5 º D, los viejos de ella sí que están orgullosos, sus últimos tres años de insomnio son ese libro espectacular que la convirtió en el personaje del barrio y ahora su madre (sí, la suya) le limpia los pisos y le plancha los trajes. Usted es un /una inútil, que no ve un traje de cerca desde la comunión. Su vestimenta oficial es una camiseta negra, un pantalón pijama a rayas y una ojota de un par y otra de otro. Si es dama, entonces es una camiseta negra, un pantalón pijama a rayas y dos pantuflas número 37, de distintas décadas. En cuanto a sus padres, piensan en el suicidio como un ahorro de dinero. Y como único modo de que usted pague algo, aunque sea sus lápidas.
¿Comprende? Si todos nos laváramos los dientes como usted predica, su destino sería ese. Un vago, un inútil y finalmente parricida sin tener con qué pagar el entierro de sus pobres viejos. Y no olvidarse de su abuela, que ahí quedó, con la jubilación mínima que no alcanza para cerveza.
Por suerte, existimos en el mundo buenos samaritanos reacios al hilo dental a los que nos debe que su vocación carnicera y sádica tenga aprobación del Ministerio de Salud, a los que nos debe la realización de su vida y que sus buenos y sacrificados padres estén como están, orgullosos de su hijo, que sí tuvo éxito en la vida, no como la escritora esa del 5º D, que ya parece una chimenea de fumar, y que nadie sabe que hace que tiene la luz prendida hasta las cinco de la mañana. Y su pobre vieja va a laburar para pagar la luz mientras ella escribe estas boludeces.¿Se da cuenta?

jueves, 26 de febrero de 2009

La cifra adversa

1494

Hay un hombre en la ventana de una casa florentina. Mira hacia lo lejos y está desesperado. Otros hombres también están desesperados, pero no miran a lo lejos. En
esa ciudad donde él es un extranjero (dijo un demiurgo que el sueño de Maquiavelo jamás tendría más que un engañoso despertar), corre la sangre por vías secretas, se aviva el fuego de las hogueras y una palabra equivocada determina la muerte de un hombre. Su Señor ha muerto y ahora Italia, la confusa, tiene un nuevo señor, que teñirá de asesinatos y de intrigas la historia y la leyenda: esto no le interesa.
Su juventud fue tumultuosa y errónea, pero hace cinco años le puso fin, en esos cinco años estudió y meditó, hasta que finalmente supo. Y entró en la vejez.
Tiene treinta y un años. Sobre él pesa el título de hereje, también el de seductor y noble escandaloso. También el de sabio. Ningún título le pesa ya.
Fueron muchos sus ruegos en las horas de la niebla, cuando la Verdad le parecía desesperadamente lejana y se escapaba de su mente con la constancia que mujer alguna tuvo para rehuir sus brazos. Y sus ruegos persistentes lo fueron al punto de llegar, como un Don Juan tardíamente enamorado, de los años en que buscaba la Verdad como un atributo que añadirse a tantos otros, al amar a la Verdad por la Verdad misma. Este día sabe la verdad y sabe que se equivocó. Y que ningún vuelco intelectual puede hacer que su error sea reconocido o que se puede perdonar a sí mismo: la Verdad es aquello que ridiculizó de un modo genial en su tesis más admirable. Ahora tiene que demostrar la falsedad de su propia tesis. ¿Quién admitirá sin reírse semejante torpeza en un académico? ¿Quién escuchará la Verdad de sus labios con el mismo respeto que guardaron a la falsedad?
Tiene una sola oportunidad y es su ser de caballero y no de sabio quien le dice que es el último día.
Pico della Mirandola, conde y filósofo, filólogo y esgrimista, gran satírico y azote de la Astrología, después de cinco años de encierro y de combate se descubrió equivocado. Ese día, 17 de noviembre de 1494, va a demostrar del único modo posible, que el destino del hombre es una Cifra y que la Cifra está en las estrellas. Y bebiendo el veneno, dio la espalda a la ciudad que lo ignoraba y frente a la sola mirada aterrada de dos discípulos que se resignaban en silencio a aprender esa última enseñanza de su Maestro; cumplió la profecía de su propio horóscopo.


23 de julio de 1996

miércoles, 28 de enero de 2009

¿Estás buscando un millonario?

Recuerdo haber visto hace muchos años una película llamada “Cómo casar un millonario” o algo así. Trabajaban Lauren Bacall, Marilyn Monroe y Betty Grable. La vi cuando tenía quince años y una notable experiencia de la vida. Para decirlo con pocas palabras: la vida ya me hacía callos a tan tierna edad y sabía perfectamente donde estaba lleno, literalmente lleno, de millonarios generosos y tal vez casaderos.
Así que miré la película con una mezcla de suficiencia y compasión por las peripecias de las protagonistas, ignorantes de que lo único que tenían que hacer para atraer millonarios era sentarse a leer en el Jardín Botánico.
La primera vez tenía catorce años y trataba de leer una biografía de Schubert. Ningún lugar mejor que el Botánico: oasis rumoroso, umbrío, celestial y lleno de gatos en medio de la selva de cemento. Me senté en un banco y a los dos minutos se sentó un viejo. Nada en su aspecto denotaba al millonario, pero la excentricidad en el vestuario de esos raros seres es conocida y los más reconocidos expertos en la materia aseguran haber visto millonarios vestidos como mendigos en King Cross sólo para tener las fuertes sensaciones que les niega el insano tedio de estar llenos de plata.
Éste del que les hablo era un hombre de entre setenta y cinco y ochenta años, con sombrero y bastón. Rápidamente me saludó, me preguntó qué leía y, sin esperar respuesta, me contó que tenía una refinería de petróleo, un convenio con la Shell, una casa de diecisiete habitaciones y que necesitaba cariño.
"¡Pobre hombre!”, pensé y le dediqué una compasiva sonrisa. Luego traté de seguir leyendo.
Pero era inútil. Los millonarios son muy extraños, les encanta enumerar tristemente sus riquezas sin comprender que la compasión de los pobres es limitada. Siguió enumerando sus posesiones y su falta de cariño. Tal vez piensen que yo era ingenua, pero no: si todo eso lo hubiera acompañado con un gestito de idea, yo hubiera considerado que era un viejo cínico, pero no hubo ningún gestito de idea, sólo una mirada de Leopardi degollado que partía el corazón. Mientras hablaba de sus acciones en distintas compañías, mencionaba como quien lamenta hacerlo su falta de amor, su necesidad desesperada de una mujer desinteresada que quisiera vivir en una de sus diecisiete habitaciones, hasta que la piedad que sentía fue tan insoportable que me levanté y me fui a otro banco.
Pero es inútil: leer en el Botánico es imposible. El fino gusto de los millonarios los atrae irresistiblemente allí y son incapaces de callarse la bocota. Así como los gatos van a buscar la comida de las viejas del barrio y los mendigos piden monedas en el centro, el Botánico es el lugar donde los millonarios mendigan AMOR. A una no le queda más que establecer su escala de prioridades y elegir una tabla de valores para su escasa compasión: primero los mendigos, después los gatos y por último los millonarios. Y desde que dejé mi etapa borderline, a los dieciocho años, nunca más fui a leer al Botánico. Me busqué un bar de Puente Pacífico lo suficientemente ruinoso y sucio para garantizar que la nariz delicada de los millonarios no se asomaran por ahí.
Pero una nunca está a salvo de ellos. Mi último encuentro con un millonario fue en noviembre pasado y en un lugar sorprendente.
Barrio del Once.
Colectivo 26, repleto. Gente transpirada. Un viejo estaba sentado, me mira con expresión tan lasciva que pienso que está en coma. Se levanta y me da el asiento (¿no estaba en coma?).
Había varias viejas decrépitas colgadas de los caños, pero no, me lo da a mí. Ya conozco la situación: si le cedo el asiento que él me da, de puro langa, a una vieja, me va a matar. Así que me siento, pero le pregunté si iba a bajar.
Me dijo que se bajaba pero no se bajó, y al fin, veinte minutos después, me da una tarjeta y me dice: Te llamo.
Mi apreciación de que era un viejo langa estaba firmemente errada.
La tarjeta dice "Magoya Company" y tiene un nombre: Joseph Magoya, President y un número y un teléfono adónde él me va a llamar y no me va a encontrar.
Guardé la tarjeta. Medio colectivo 26 me miró con reprobación.
Pero no me importa. De ahora en más, no volveré a tirar la tarjeta de un millonario, puede que me contrate Forbes. Mi olfato para los millonarios es único. Siempre supe dónde encontrar millonarios, siempre. Me pregunto si Forbes sabrá cuántos millonarios poderosos toman el 26. Mientras, me dicen vanidosa. ¿Pero qué quieren que haga? Me echaron a perder, no es mi culpa.

sábado, 10 de enero de 2009

Quiero ser del montón

Quiero ser del montón que escribe blogs para buscar novio. Así que voy a contar como hago yo para buscar novio, pero siguiendo las enseñanzas de la Tía María, porque a pesar de que quiero ser del montón, del montón de esta ciudad de depravados sexuales que compran los libros de Rampolla para que ella les explique la verdad de la cosa ( a su edad, por favor, atragantándose con el latex), yo siempre prefiero a la Tía María y sus sabios consejos, transmitidos valientemente a través de las generaciones gracias a un libro de Garnier Hermanos, París, 1908, "Margarita a los 20 años".
Siguiendo los pasos de la casquivana Margarita, fui ayer mismo a la noche al puerto a buscar un novio, como todas las blogers que han triunfado en la vida y que no tienen novio. Pero con un toque de elegancia. Este es mi primer relato de como salí a buscar novio y fracasé. No sé si lograré fracasar durante 365 días, así que no sé si van publicar este blog, pero creo que con los consejos de las ediciones de Garnier ( la versión de Alejandra Rampolla de 1908), lo voy a conseguir. Acá va.
Puerto de Buenos Aires, doce de la noche.Yo misma.
Calor, pero viento.¿Anuncio de la pasión que me esperaba? ¿En una cantina, un velero británico, un contenedor de granos del puerto?Yo sólo sé que en la cartera aferraba las tapas rojas de Margarita, mi libro salvador, el que me enseñó a comportarme con los hombres. El viento ululaba una canción de tristeza infinita. Asomaba la cabeza en todas las tabernas, buscando un hombre ¡un novio!¿no lo aclaré suficientemente?¿Qué clase de blog fracasado es este, que nunca les dije que no consigo novio? .
Sigo.Yo caminaba, pateando latas, cuando de una taberna salen cinco hombres. Caminan erguidos, por lo cual yo adopto la táctica infalible, la misma que usa Margarita en la edición de Garnier y se levanta al mismísimo capitan del barco, así que tiene que servir. Mis ojos velados, de gacela, lanzan una rápida mirada de reojo (a), luego me sonrojo (b), luego sonrío brevemente y avergonzada (c), luego dejo escapar una risita (d), y por último me alzo la falda y corro (e).
Corrí hasta la esquina y me detuve jadeante (f), mientras dirigía miradas aterrorizadas a los cinco hombres que se me acercaban (g). Cuando estuvieron a mi altura me persigné (h) y cerré los ojos (i), mientras mi pecho subía y bajaba bajo la blusa (j).
Luego abrí los ojos y noté con horror que habían seguido de largo. Maldije en hebreo y en genovés. Se me había aguado la fiesta. Yo era demasiado fina para esos brutos. Por supuesto, también podía bailar la danza del vientre en una esquina o hacer de predicadora sobre la mesa de una taberna, con mi Ananga-ranga de bolsillo que llevo en la cartera junto a "Margarita", al Libro de Mormón y a la Revista Atalaya. Pero yo soy sutil y refinada.
Les prometo que voy a seguir intentando conseguir novio y que voy a poner esmero en fracasar adecuadamente.
Si tienen algún consejo, será bienvenido. Pero recuerden que tiene que ser digno de una edición de Garnier.Me tiene que ir siempre mal, sí o sí o no publicaran nunca este blog. La culpa es de Nabokov, que dijo que odiaba los finales felices y los editores consultan a Nabokov para todo. Se los digo de posta. Reciben un manuscrito y lo primero que hacen es consultar las Leccciones de literatura del autor de Lolita. Aplican el test Nabokov a todo.
Test Nabokov
1¿Se puede hacer un mapa con esto?
2¿Se le pueden agregar comas y puntos?
3 Despliegan el mapa de Dublín. Si no les sirve para un carajo, entonces el autor no se parece a Joyce y no lo publican.
Palabra de indio.