Caerás una noche,
voluble y errante
Marinero en tierra,
yo no soy tu amante
Yo soy una Furia que
viene a visitarte
Yo tengo una espada a
la que nada puede
La que de ti pende.
Yo llevo una daga
Yo llevo una lanza de
punta envenenada
Yo llevo palabras que
son cuchilladas
Yo llevo el aliento
cuyo aroma desprende
El llanto del cielo
que un infierno promete
Yo llevo una espada
de nervios hirientes
Palabras que te
abren, te desnudan
Te despojan de tu
armadura
Yo te invito a entrar
en el terreno
Donde la lucha se
libra con mayor denuedo
¡qué podrán tus
manos, por fuertes que sean!
¡qué podrá en mi boca
tu viril inteligencia!
Tú eres hombre, tu
poder
Es fuerza vana
Yo, mujer, tengo
palabras
Yo soy troyana.
Ayer lloré en los
muros
De mi ciudad
derribada
Cadenas de esclava en
mis pies llagados
Sombría y muda me
ataste a tu carro
En tu tienda sollocé
desnuda
Para vencerme no
usaste armadura
Hoy yo te he vencido
Escribo los versos
que son tu castigo
Caerás una noche,
voluble y errante
Te matarán mis labios
como ayer me mataste
La estrella que te
lleva te traerá mañana
Y aunque huyas, tu
pecho llevará mi espada
Caerás en mis brazos,
serás prisionero
De la eterna rosa que
es tu eterno sueño
Hola, querida Paula.
ResponderEliminarTu poema me ha gustado muchísimo.
Simple y llanamente, muchísimo.
No todas las troyanas actuaron como Casandra.
Un abrazo.
No todas las troyanas hicieron como Casandra.
ResponderEliminarEsta troyana que nos presentas oculta la daga entre las piernas y el odio tras las pestañas.
Hermoso poema, pequeño homenaje a todas las mujeres y niñas que, desde tiempos inmemoriales, sufren la brutalidad del lobo.
No sabés lo bien que me hacen tus palabras. Me has hecho un bien con tus dos comentarios y te envío un abrazo.....Antonio ...
ResponderEliminarLos hombres podemos ser Aquiles de Peleo, ensoberbecidos por nuestras espadas. O Hector, hijo de Príamo, que la desenvainó por honor. Pero pocas veces podremos alcanzar la estatura de Tu Troyana.
ResponderEliminarBellísimo poema, imágenes que ensueñan como el más dulce de los vinos! Celebro!
Los hombres podemos ser Aquiles de Peleo, ensoberbecidos por nuestras espadas. O Hector, hijo de Príamo, que la desenvainó por honor. Pero pocas veces podremos alcanzar la estatura de Tu Troyana.
ResponderEliminarBellísimo poema, imágenes que ensueñan como el más dulce de los vinos! Celebro!