Rendido y violento y suave y mío
Yo soy copa en que viertes dulce vino
Alma viajera en barco sin velas
Capitán extraño que en tal mar navegas
Tu sueño viaja entre estelas eternas
Que noche te guarde y día te beba
Rocen ya tus labios altares divinos
Bébase la noche tu lento suspiro
Como yo lo bebo.
Derramas la vida cual si fuera fuego
Dulce que es el hombre
Como yo lo sueño
Navegando fuerte por el río abierto
Torrente de rosas , de rosas sin dueño
Hombre derramado, derramada savia
Duérmete en la luna de más blanda agua
Derramado fuego, guerra derramada
El más dulce beso que nunca diera espada
Tormenta embriagada en un mar tibio
Y en mí te llueves en oro y en limo
Como yo te lluevo
Bendito mi vientre que cobija tu sueño
¡Que noche! ¡Dios te guarde!
ResponderEliminarRecítaselo a tu hombre antes o después. Nunca durante.
Poema delicioso, estrofa por estrofa.
Si has querido transmitir pasión, has superado el objetivo.
Te mando un beso, casi con temor.
Qué bello poema!
ResponderEliminarMe hizo acordar de Miguel Hernández, quien me hace acordar de mi padre.
ResponderEliminarCuanto talento, Ruyeri.
Gracias Cristián y Agustín!
ResponderEliminarMara: creo que leí a Hernandez en tu casa y tambien recuerdo los tomos de García Lorca en tu cuarto, y sus lomos rojos.