Omar era un narrador
de las líneas cálidas y sin prisa, un cuenta cuentos con humor y melancolía. Lo
conocí hace unos años cuando yo estaba en el trajín de publicar mi novela La
mujer prohibida. Entonces paseaba por las redes cuando encontré un perfil
misterioso, Remo Erdosain, dónde un hombre (por entonces, un enigma) publicaba
unos microrrelatos llenos del vaho de los bares porteños y fantasmas de Buenos
Aires.
Lo empecé a comentar,
primero a Remo Erdosain y pronto a Omar Dianese, cuando se dio a conocer.
Un día le dije en
un estudio de radio dónde me iba a entrevistar (porque era un hombre de radio),
“Omar, vos sos como esos enmascarados del folletín”. Le gustó. Escribilo, me
dijo.
Tuvo la
generosidad de leerme y con inteligencia llamaba a mi personaje Rebeca “la pseudo
francesa” Rebeca es un personaje de mi novela La mujer prohibida, que a
Omar le había gustado.
Sociólogo,
docente, era amigo de Horacio González y ese era otro punto de contacto, porque
Horacio me publicó un libro.
Ahora pienso que estarán
conversando en algún bar del Universo.
Omar escribió microrrelatos
llenos de nostalgia, siempre entre lo que se fue y lo que permanece, tratando a
los sueños como realidad y a la realidad como sueños.
Su hermoso libro Intermitencias
entre los que es y lo soñado, publicado por Editorial Nueva Generación empieza
contando que él, Omar nació en mil novecientos cincuenta y ocho, de puro linaje
boquense.
“La Boca. Una
República en el extremo sur de una ciudad amnésica.” Tal vez lo boquense ha sido
el aliento de su mirada de cuentista.
No lo sé, pero lo
adivino.
Despido al amigo,
al escritor, al viajero de los bares de Buenos Aires, al abuelo orgulloso.
Ya nos veremos,
Omar, en un bar de la calle Defensa con un café y un libro en la mesa.
Hola Paula. Recién veo tus sentidas palabras sobre Omar. ¡Me emocionan muchísimo! Infinitas gracias
ResponderEliminarGracias por tus palabras, tengo un inmenso cariño por la figura y la poesía de Omar. Un abrazo
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