lunes, 18 de septiembre de 2017

El mendigo de Barajas

Todos hemos vivido jornadas a puro agotamiento. Éste era uno de esos días.Venía cansada de doce horas de vuelo, con la diferencia horaria (Buenos Aires- Madrid) y tenía una escala de 9 horas en el aeropuerto de Barajas. La gente en general es amable pero está en su propio viaje. Así que había que aguantar la espera, la diferencia horaria, el cambio de moneda tras las doce horas de vuelo sin poder dormir un minuto.
Tal vez porque ya soñaba con Praga, mi destino entre otros, presintiendo que me enamoraría, tal vez porque sí, en el vuelo no dormí nada. Así que las 9 horas en Barajas se presentaban duras.
Trataba de esperar sin impaciencia ni ansiedad.
Un hombre, bajo, moreno, con una barba que raleaba, me pidió una moneda para comer.
"_Cómo no- le respondí- Pero espéreme, porque no quiero darle una moneda extranjera".
Revolví mis bolsillos, examiné bien las monedas, separé los pesos argentinos que aún llevaba encima y le dí dos monedas.
-Muchas gracias- me dijo y desapareció.
Unas tres horas después, mucho más cansada, me encontró entre mis bolsos sentada en el piso. Me sentía más agotada que nunca.
El hombre me preguntó con expresión preocupada.
-¿Cómo está?
-¡Hola!- le dije contenta de ver una cara apenas conocida.-¿cómo está usted?
Entonces tuvo un gesto insólito. No me dijo una palabra. Me tomó la mano como un caballero español y le dio dos besos.
Después sonrió y se fue.

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