Pensando qué escribir esta tarde que viaja rápido a la noche, con esos segundos de color turquesa oscuro que desde mi escritorio (una pequeña mesa inglesa que adoro), no veo pero presiento, oyendo a George Harrison cantando a su Dulce Señor por la eternidad, pienso qué escribir acá, esta víspera de despedidas y festejos.....
Y encontré entre mis 200 post, creo que son más, éste por el que tengo predilección. Sin pasión por la vida, los libros y la familia, no hubieran sucedido estos Milagros Inesperados....
MILAGROS INESPERADOS
Otra caja. La abro con dificultad. Otro libro para sellar.
Otros, en rigor. Eran unos 70. Pasa Guillermo burlándose. "la Cátedra de Sellado Uno Y Dos" "Borges", me decían también.
Era
cierto, yo tenía 24 años, unos jeans de calce justísimo, tops ajustados
y muy largo el pelo y solía hablar de Blaise Pascal, o de Cicerón. Mi
incorrección recibía el castigo apropiado, no se preocupen. "No te pagan
por leer", gritaba la jefa, Beatriz.
Un sello en la portada, otro cada cien hojas, y uno en la última página.
La última página de ese libro tenía una inscripción de puño y letra.
Jorge Luis Borges, Adrogué, 1941. Y una serie de citas....
No
importa el largo periplo de esos libros. Fue una mano amiga salida
directamente de una caja, fue un guiño, un apretón de manos.....un
milagro inesperado....
Procesos Técnicos de Libros tenía luz eléctrica y ni una ventana.
Ahora nos vamos de ahí.
Al Sol y al Verde.
Nadie
más para jugar al futbol con mis hijos pequeños que yo misma. Les
enseñaba lo poco que sabía y esos fines de semana de padres solos
enseñándo a patear la pelota a los retoños, la compartían con esta mamá
que hacía lo propio.Un lunes los niños no tuvieron clase y yo
dije:Perfecto, todo el parque para nosotros....Y con su ropita de
deporte y nuestro pequeño arco de goma inflable, nos fuimos a jugar al
futbol al parque cercano....
Era raro...unos hombres, más de una docena, de físicos perfectos, corrían alrededor del parque en orden militar.
Un auto negro estaba estacionado dentro del parque.
No
nos dejamos inmutar. Inflé el arco y comenzó el tiro al blanco.Dani
metió varios goles, Ger estaba orgulloso de su buena zurda. Tenían menos
de ocho años. "Vamos" los arengaba yo....gritando, jugando al DT...Así
lo hacíamos siempre, nuestro arco infable era el más importante del
mundo.
Y entonces el auto negro dio la vuelta y se estacionó a
pocos metros de nosotros....Yo me asusté, alzé a los niños de a uno,
levantamos campamento y quisimos irnos...pero no, no terminamos de irnos
cuando seis de los hombres vestidos de futbolistas corrieron a nosotros
como un relámpago, y formaron fila mientras pasábamos sonriéndonos,
brazos en la cintura....casi riendo.....
Pasamos delante de ellos avergonzados....tenían el rostro curtido por el sol, y ropa de fútbol de verdad...y cómo sonreían....
Pocos
días después, un lunes pasé en taxi y el taxista me dijo, señalándolos:
¿Los ve? Son el plantel de San Lorenzo, que a veces entrena acá.
No sé sus nombres y supongo que tal vez están retirados....
Pero no los olvidé, con sus sonrisas, nunca...
Ahora
el cielo se vuelve nocturno. Muy nocturno. Dani tiene catorce años y
estuvo en la escuela desde las doce del mediodía. Casi no comió nada y
carga con una escultura en arcilla húmeda, que por turnos llevamos en
brazos...Yo llevo un pan en el bolsillo,es para que lo coma ya sentada,
por fin, en el colectivo, rumbo al hogar....
Pero son Siete las
calles que hay que cruzar para llegar a la parada. Y el colectivo 47
pasa cada 45 minutos...y hay hambre y frío y un cráneo de barro
chorreante, que hace de mi hija un pequeño Hamlet que cuestiona, cuándo
llegaremos, cuándo comeré....Me da un poco de verguenza decir que
nuestros medios eran más bien escasos, que yo había cruzado treinta
calles caminando con el pan en el bolsillo, y que nos encanta Dickens.
Estamos a una cuadra y vemos al 47. Para. Estará levantando gente, pienso.
-No llegamos ni corriendo y con el cráneo no puedo correr-dice Dani.
Pero
el colectivo rojo y negro no se mueve. Seguimos caminado y no se mueve.
Y unos diez minutos después, estamos arriba y sentadas al fondo,
mirando la nuca de ese hombre misterioso, que es chofer de colectivos, y
un ser único que nos salvó esa noche....
El blog de Paula Ruggeri. Contacto: paula.ruggeri743@gmail.com
martes, 30 de diciembre de 2014
sábado, 20 de diciembre de 2014
Salomé y Juan
Rojos son tus labios.....suspira Salomé
Roja tu lengua, rojas las rosas del jardín....
Roja la seda en la que quiero dormir, mi corazón es rojo como el corazón rojo de los muertos....como la roja sangre del guerrero....
Rojo es el amor de mi corazón....
Tengo una boca roja secreta-susurra Salomé....la tienes abriendo una puerta con tu férrea dureza....
Y Juan , él, que bautizó la Vida, huyendo de la muerte, la besó.....
Roja tu lengua, rojas las rosas del jardín....
Roja la seda en la que quiero dormir, mi corazón es rojo como el corazón rojo de los muertos....como la roja sangre del guerrero....
Rojo es el amor de mi corazón....
Tengo una boca roja secreta-susurra Salomé....la tienes abriendo una puerta con tu férrea dureza....
Y Juan , él, que bautizó la Vida, huyendo de la muerte, la besó.....
jueves, 11 de diciembre de 2014
OLGA DORMIDA
Olga está dormida. Cuatro AM.
Un párpado empieza a abrir.
No hay un rayo de luz. Se oye la respiración pausada de Nico
y los primeros movimientos del bebe. Su mama de 16 años, duerme profundamente.
Su hija. Su nieto. Y Nico el chiquito. Esa es su familia. Y por ellos abre los
dos ojos seis días a la semana, a las 4 AM.
El despertador irrumpe la noche.
Entonces Olga, que está dormida, se despierta.
Tiene los dedos agarrrotados de frío. Duerme con una sola
frazada, los chicos, con dos, el nieto, bien abrigado con sus enteritos de
friza y sus pañales sequitos.
Olga se despierta, se envuelve en ese saco de lana que está
a los pies de la cama y sacude a su hija por los hombros.
-Vamos.Las madres no son vagas-le dice.
-Mamá-se queja la chica y sonríe al bebe.
Olga va a la cama de Nico, su hijo de ocho años y le pone su
propia frazada sobre las otras.
Camina hacia la cocina, chica, despintada y calienta agua
para un par de mates. Un par. No más.
Mate y lima de uñas. Sus uñas deben estar perfectas. Sobre
la mesa hay unos veinte esmaltes de colores.
Elige uno azul noche. Está de moda.
Son esmaltes baratos, pero como dijo su profesora en el
curso que hizo para trabajar en esta profesión: “No importa si no es lindo,
importa que se vea lindo”.
Con ese arte que sólo una manicura tiene se lima y pinta las
uñas.
Se pone una blusa y un pantalón gastado. No le alcanza para
comprarse ropa. Pero en la peluquería le dan una chaqueta blanca y con logo…..Y
el pantalón…bueno, nunca le dijeron nada.
Mira las pequeñas camas una vez más antes de cerrar la
puerta.
Empuja. Empuja-Empuja más. La espalda del hombre se curva y
Olga pisa el suelo del vagón. Otro empujón, esta vez sobre la espalda de ella.
Casi lo agradece. Por fin está dentro de ese vagón atestado dónde la gente,
como una masa informe que respira al unísono, apretujada hasta límites del nazismo,
va a trabajar.
Se tambalea y no hay donde caerse. No un centímetro de piso
libre. Pasan las estaciones y la gente pega patadas al tren, por no poder
subir.
Olga cierra los ojos y dormita un rato.
Pronto toca el colectivo. Y como va a Recoleta, dónde no
trabaja tanta gente, a veces se sienta. El colectivo ruge, la bocina suena, el chofer
grita….Olga está sentada.
Respira aliviada
Entra apresurada, murmurando saludos: llegó a horario. Abre
una puerta, hay varios guardapolvos colgados, entre ellos está el suyo, que
lavó la semana pasada. Mira con ojo crítico: está para un lavado. Busca uno de
los tantos que hay sin nombre bordado, y estruja el suyo hasta hacerlo un bollo
y esconderlo. A la noche se lo llevará.
Diez de la mañana
-Quiero dorado-dijo la mujer. Era rubia, era alta, era vieja
y era arrogante- Con un semicírculo negro en la base de la uña.
-Se usa mucho-repuso Olga.
-Ah, no, yo quiero ser original-dijo la rubia.
-Dorado y negro es muy original-repuso Olga- Si quiere poner
esta mano aquí.
-¿Redondas o cuadradas?
-Redondas no se usan, cuadradas.
Dos de la tarde.
-¿Quiere elegir un esmalte? Ofreció y abrió el estante de su
mesita donde guardaba colores por docenas.
-¿De qué marca son?
-Hay de distintas marcas. Todas son buenas. ¿Qué color?
-Un rojo sangre. Bien sangre. ¿Tenés?
Olga sonrió. Tenía cinco frascos, era el color más
solicitado.
Nueve de la noche. El dolor de cabeza la estaba destrozando.
Dejó el guardapolvo, tomó el bollo de tela para lavar, ese que tenía su nombre
bordado, y lo metió en la cartera.
Pasó por caja.
-Te estoy liquidando-dijo el dueño. Le pagaba el 30% de que lo
había trabajado en el día.
-Olga-dijo al pagarle-Una cliente se quejó. Dice que tenés
un temblor en las manos y le hiciste mal el trabajo. Por favor atendé eso
porque a una manicura no le pueden temblar las manos.
Se sintió muda….
-¿Escuchaste?-dijo el dueño.
Olga está dormida. Sabe su sueño que el despertador va a
sonar. 9, 8, 7….
Olga sueña que está en el tren y no puede bajar. Sus piernas
no se mueven.
6, 5, 4….
Mis piernas….grita.
Sus piernas están rígidas. No se mueven.
Ay, mis piernas-gime.
Mamá-dice Nico desperezándose. Tiene ocho años-¿Qué te pasa?
-Se oye un llanto ahogado-Dormí nene, mamá está bien.
-Despertaste al bebe-reprocha Lucía ¿Qué te pasa?
Nada- ya se me está pasando-Pero su corazón sabe que algo no
anda bien y se colma de angustia.
Pasa un rato hasta que por fin puede mover las piernas……
Empujar en el tren, respirar el aire respirado por decenas
de personas, sentir que se ahoga y bajarse del tren semi ahogada. El colectivo
no le guardó asiento. El tren y el colectivo son para ella cosas animadas, con
voluntad.
Entra. Saluda. Va a buscar el guardapolvo.
-Un esmalte de Chanel-sonríe Olga.
-Ah, sí. Todo lo que elijo en esmaltes, en Chanel. Tienen
colores únicos. Me doy el gusto-sonrió la mujer, de unos cincuenta años muy
elegantes y pelo rubio tan, pero tan planchado….
-¿Cuadradas?
-Ay, no mi amor. Siempre las llevé redondas y no voy a
cambiar ahora.
-Es más elegante. Por favor, ponga esta mano acá.
Tomó el esmalte rojo bordó….y su mano empezó a moverse sola
incontrolable, el temblor en las dos manos, pero una tenía el Chanel…ahora roto
en el piso.
-Te estoy liquidando un resto del mes-dijo el dueño- Agarrá
tu plata, tus cosas, y te vas.-
El fajo de billetes era muy pequeño.
-Hacete ver. Cuidá la salud.
Olga caminó hasta la salida y no quiso saludar a nadie.
Olga está dormida. Sueña que no puede correr el colectivo.
Son las cuatro de la madrugada. A las seis dan cincuenta números en el
Hospital.
Es como respirar en el tren pero respirando además el llanto
de los niños y las quejas de los enfermos….
-¿Cuánta espera? Es un chiste?-dijo la enfermera, gorda y de piernas gruesas y siguió su camino pegando
codazos.
-Preparate madre, le dijo una voz de mujer detrás de ella-
De acá salís al mediodía con suerte.
Miró la hora en su celular. Las ocho
Llantos de niños. Quejas. Gemidos. Charlas insípidas.
Las horas pasaban caminando.
-Nombre, edad, dónde vive.
El médico garabateó algo en una planilla.
-Siéntese y cuénteme.
Olga contó. Rauda, casi feroz, sus síntomas.
-Perdí mi trabajo.
-¿De qué trabajaba?
-Soy manicura- Dijo Soy. En tiempo presente.
-Mal empleo para una enferma de Parkinson. Garabateó unos
rectángulos de papel y selló y selló y selló.
-Se hace estos exámenes y vuelve cuánto antes.
4 am- Olga está dormida. Tiene una mano caída de la cama y un
ojo semiabierto.
Tiene miedo. Sus piernas. Ay-llora. Y sigue durmiendo.
-Bueno-Dijo el médico al fin- sacó una caja de un armario y
varios blisters y muestras de
medicamentos. Anotó como siempre, apurado- Va a tomar esto según estas
indicaciones. Vamos a tratar de aliviar esa rigidez. Y vuelva en dos meses.
-¿Voy a volver a trabajar?
-Vaya al Servicio Social. Subsuelo.
-Y escribió otra orden.
Olga caminó por el hospital con el manojo de papeles en las
manos.
-Guarde eso madre que lo va a perder- rezongó una enfermera.
6 am- Olga duerme. Duerme más. Hoy no suena el despertador.
Hoy no hay tren ni colectivo, ni médico, ni nada.
Siente un llanto suave. Es su nieto.
Lucía ya se está moviendo.
Olga se levanta, se
pone el batón y susurra a su hija: seguí durmiendo, yo me ocupo.
Alzo al nieto. Se sentó con él y lo acunó.
Los primeros rayos de sol entraban por las rendijas….
Olga miraba a los ojos del bebé de seis meses…
El bebe la miraba a ella.
Pensó ¿cómo nunca me di cuenta de lo hermoso que es mi
nieto?
Y la luz rosada del amanecer iluminó su sonrisa….
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