Era una ciudad donde niños de tres
años pedían en las calles y a los ocho dormían entre cartones y vahos de vino y
pegamento, a los quince morían a fuego en la noche, y sólo decían de ellos que
quien a hierro mata, a hierro muere. Era una ciudad donde las noches de
primavera dormían familias en las plazas y las noches de invierno guarnecidos
en portales, pero a las plazas les pusieron rejas, y ahora duermen bajo portales
en la calle. Ancianos y enfermos morían en el frío, a los niños los
llevaban a morir a un hospital, ese rasgo de delicadeza era muy apreciado. Era
una ciudad donde las madres muchas veces eran niñas y las niñas muchas veces
eran madres de sí mismas, era una ciudad donde los carros a caballo coexistían
con los autos ultimo modelo, donde cientos y miles de familias vivían con la
basura de las otras. Era un ciudad donde para sobrevivir hacía falta más que
dinero, talento, más que talento, suerte, además de la suerte, había que
venderse, y el cuerpo vendido ¿cuánto puede servir a su dueña?
Era una ciudad donde ser o no ser
no era un dilema, y donde la vida no tenía valor y la muerte no tenía
importancia, gente mataba por un reloj o por un billete, gente moría por llevar
un reloj o no llevarlo, no tener dinero era causa de muerte, tenerlo también lo
era...esa es la ciudad de Esther.
Esther todos los días se despierta de
madrugada, ignora con desdén la tragedia última del noticiero, prepara su
desayuno, su sencilla vestimenta y va al trabajo.
Trabajo. Cuelga sus brazos de un
barral de un autobús atestado, percibiendo que humanidad no tiene nada de
metáfora. Se sofoca, y por momentos cree desmayarse, pero se sostiene: va al
trabajo.
Baja del colectivo y ahora toca
seguir una larguísima fila para el segundo autobús: mira el celular preocupada:
son las 7 y media de la mañana. Oye las conversaciones: el puente cortado, mi
hijo está con bronquiolitis, que frío, por Dios.
Dios parece no dar el presente esta
mañana. Así que Esther toma el segundo colectivo con retraso.
Por suerte, se dice, cobro mañana.
Creo. Tal vez cobro mañana
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