Rosas y la política de intervenir la vestimenta
Paula Ruggeri
Mi abuela Ernestina, nacida en 1911, aborrecía vestirse de negro.
Recordaba su infancia en una estancia de la provincia de Buenos Aires, cuando
si un familiar fallecía, había que vestirse de negro durante semanas. El color
negro le recordaba fuertemente a la tristeza. También recordaba que en la
estancia había vasijas llamadas “escupideras” con el rostro pintado de Juan
Manuel de Rosas.
Juan Manuel de Rosas el Restaurador. Tal vez mi
abuela hubiera simpatizado más con él si hubiera sabido que reformó el luto
durante su gobierno. La moda era política en siglo XIX y más en el Río de la
Plata. Nadie duda de la importancia de la vestimenta, y es Juan Bautista
Alberdi quien dirige un periódico de tendencias que se llama, justamente, La Moda. Entre 1829 y 1852 (con una
pausa en los años treinta) el gobernador de la provincia de Buenos Aires y
líder efectivo de la Confederación Argentina (como se denominaba el país
entonces) era Rosas. Lo llamaban el
Restaurador de las leyes, entre varias razones porque quiso imponer un orden
después del período de guerras civiles que siguieron a la Independencia. Rosas,
el gobernador federal, tan amado como combatido, era amigo de reformas
drásticas.
Impuso la divisa punzó, una cinta de tela de
color carmesí, que se llevaba prendida a la ropa. El color punzó, un tono de
rojo en particular, se obtenía de la sangre del ganado. Decretó también en 1844
la controvertida reforma del luto, que reducía los costosos ropajes de color
negro a una simple cinta en la muñeca, en el caso de las mujeres y un moño en
el brazo izquierdo, en el caso de los hombres.
El luto en la tradición era costoso, era
ornamental, era ostentoso, es decir visible. El argumento oficial sin embargo
seguía un interés popular, se trataba de aliviar a las familias del enorme
costo de la vestimenta de duelo. Una familia debía encargar a un sastre ropajes
de color negro para todos sus miembros, con un gasto económico importante que
no todos podían afrontar.
En el contexto de la Mazorca, de la política
exterior e interior del gobierno rosista, el luto estaba demasiado a la vista.
Más allá de la medida que quería producir un alivio económico a la población,
existía la sospecha unitaria y quizás razonable de que se trataba de
invisibilizar en la sociedad las pérdidas de vidas.
Dice el Registro Oficial del año 1844: “El uso
de un luto pomposo producía ruinosos dispendios y perjudicaba la moral pública.
Lo ha reducido el Gobierno a una demostración sencilla y virtuosa, sin coacción
a la libertad de usar vestidos negros”. La cita pertenece a un balance de fin
de año de gobierno. Previamente se había prohibido el carnaval y su
multiplicidad de colores y festejos populares “para siempre”.
Los registros y archivos dan cuenta de que el
luto fue reformado el 18 de mayo de 1844 mediante un decreto, mientras el
carnaval y sus festejos también fueron prohibidos “para siempre” por decreto el
22 de febrero de ese año.
“El luto es para unos un acto indiferente, para
algunos, hipócrita para otros, y para todo un signo convencional, inventado por
la moda”, defendía la reforma el periodismo partidario de Rosas.
“El luto
es arbitrario y el mejor es el más barato.” Dice Pedro de Angelis. Este editor
y periodista napolitano sostuvo una tribuna para defender el régimen rosista,
un periódico llamado Archivo americano y
espíritu de la prensa del mundo que se publicaba en tres idiomas, francés,
inglés y español, y que así procuraba que también los europeos participaran de
las controversias rioplatenses.
Aclara en su decreto Juan Manuel de Rosas que la
mediada rige “sin prohibir por eso los vestidos negros”. Pareciera que quiere
estar a salvo de ser considerado un tirano para las tendencias.
Abolió la costumbre del luto, en la forma usada
hasta entonces, permitiendo solamente como signo de duelo “una lazada de
gasilla, crespón o cinta negra de dos pulgadas de ancho, en el brazo izquierdo,
en los hombres y en las mujeres, una pulsera negra, de igual ancho, en el mismo
brazo.” La concisa descripción, donde lazada significa lazo, pertenece al texto
del decreto.
El
periodismo opositor crítica. El periodista unitario José Rivera Indarte, desde
su exilio en Montevideo, reprocha la poca consideración de la reforma con la
cultura universal del luto. En una polémica típica de esa época, es De Angelis
quien le responde:
“El ladrón salvaje unitario que escribe en Montevideo ha atacado esta
medida, como ataca todo lo que no sabe apreciar.” escribe el periodista
napolitano, quien usa la fórmula oficial federal para referirse a la oposición:
“salvaje unitario”. Los unitarios, de veloces respuestas, como Florencio
Varela, se quejaban amargamente de ser llamados salvajes. De Angelis en su
periódico le respondía a Varela, “nunca lo llamé salvaje, siempre lo llamé
salvaje unitario”.
Posteriormente algunos historiadores, como
Manuel Gálvez, consideraron que “las divisas punzó, los vivas y los mueras, el
chaleco rojo, el bigote impuesto son instrumentos de disciplina”. La moda era
un elemento social fundamental en la construcción de poder y de la disciplina
impuesta por Rosas, pero también lo era para la oposición unitaria,
representada por la revista La Moda
de Alberdi y por el color celeste. Está claro que Rosas ejercía el poder
confundiendo deliberadamente lo público y lo privado, extendiendo la esfera
política hasta el mismo tocador de las mujeres. Una pintura del italiano
Cayetano Descalzi muestra a una joven en su boudoir,
su tocador. Lleva puestas sus enaguas, se acaba de quitar el corsé, que
descansa sobre una silla. Tiene todavía el pañuelo punzó en el cuello. Desde la
pared contigua, la mira un retrato del Restaurador. Mirada que vigila desde el
poder, y que se manifiesta en el espacio privado de una joven mujer. La pintura
se titula Boudoir federal.
La reforma del luto, la prohibición de festejar
el carnaval, la imposición de la divisa punzó, eran decretos tan acatados como
resistidos. Desde la otra orilla, los periódicos de Montevideo se oponían a las
medidas. Finalmente, en 1852, el Diario de un ciudadano, Juan Manuel Beruti, da
cuenta del destino de la reforma del luto después de la batalla de Caseros, que
derrocó a Rosas.
“Año 1852. El luto que mandó el tirano de un
moño en el brazo izquierdo y las mujeres de una pulsera negra en el puño
izquierdo, se ha suprimido y vuelto como antes, los hombres de negro y las
mujeres todas de negro el vestido, pañuelo y abanico”.